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Suiza y la Unión Europea: un acercamiento difícil

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A pesar de estar situada geográficamente en el corazón de Europa, Suiza no es miembro de la Unión Europea (UE). Las relaciones entre ambas entidades se regulan mediante acuerdos bilaterales.

Los ciudadanos suizos han tenido ocasión de pronunciarse sobre la política europea. La adhesión no figura entre sus objetivos.

La solicitud de adhesión a la UE que Suiza formuló en 1992 debe encontrarse en el cajón de algún perdido despacho de la UE en Bruselas. Oficialmente, la solicitud se considera como ‘congelada’ desde el 5 de febrero de 2003.

Parece evidente que, a medio plazo, Suiza no será miembro de pleno derecho de la Unión.

En otoño de 2005 el gobierno helvético decidió incluso relegar, en términos de prioridad, la adhesión a la UE, pasando de ‘objetivo estratégico’ a ‘opción a largo plazo’. Durante ese mismo periodo la opinión popular favorable a la adhesión alcanzó sus cotas más bajas.

Un estudio que lleva a cabo la Escuela Politécnica de Zurich desde 1993 indicaba que en 2006 sólo una tercera parte de las personas interrogadas se mostraba favorable a ‘adherirse sin reservas’ a la UE.

Frente a esta clara actitud de rechazo resulta más llamativo el apoyo unánime a los acuerdos bilaterales. Los ciudadanos helvéticos han aprobado, mediante dos votaciones, varios acuerdos que regulan las relaciones entre Suiza y la Unión Europea. Estos acuerdos definen la parte del derecho comunitario de la UE que debe también aplicarse en Suiza.

Rechazo al EEE

El rechazo en referéndum popular a formar parte del Espacio Económico Europeo (EEE) el 6 de diciembre de 1992 colocó al Gobierno suizo en una posición muy delicada. El ministro de Economía de la época, Jean-Pascal Delamuraz, no dudó entonces en hablar de un «día negro».

Aquella negativa, con mayoría clara de población y de cantones, constituyó una sorpresa general. Sólo el menor de los cuatro partidos en el poder en aquella época –la Unión Democrática de Centro (UDC/derecha nacionalista)- se había pronunciado en contra de la adhesión. El Partido Socialista (PS/izquierda), el Partido Radical Democrático (PRD/derecha) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC/centro) habían hecho campaña, junto a los medios económicos y los sindicatos, a favor de la integración de Suiza en el EEE.

Pasada la sorpresa y digerida ya la derrota, el Gobierno suizo y representantes de los gobiernos de los Estados Miembros de la Unión Europea se pusieron de acuerdo sobre los contenidos que debían abordarse en las negociaciones bilaterales entre Suiza y la UE.

El difícil camino de las bilaterales

Las delegaciones se reunieron por primera vez en diciembre de 1994. Las discusiones se centraban en siete sectores: transporte terrestre, transporte aéreo, libre circulación de personas, cooperación científica y tecnológica, mercados públicos, obstáculos al comercio y agricultura.

Aquellas negociaciones iban a durar cuatro años. En diciembre de 1998 el Gobierno helvético anunciaba un resultado «equilibrado y positivo». Los acuerdos –subrayó el Ejecutivo- mejorarían la competitividad de la economía y reducirían las consecuencias negativas de un aislamiento en el centro de Europa. Pero los acuerdos iban todavía a tardar unos años en entrar en vigor.

Firmados en Luxemburgo el 21 de junio de 1999, fueron ratificados por Suiza el 16 de octubre de 2000 tras un referéndum popular celebrado el 21 de mayo de ese mismo año. El pueblo suizo es partidario de esta manera de negociar con la Unión.

Sin embargo, los medios más conservadores –que consideraban los acuerdos como una especie de «adhesión por la puerta de atrás»- amenazaron con el referéndum. De hecho, los acuerdos bilaterales tuvieron que obtener el apoyo de los ciudadanos suizos que se pronunciaron en su favor por una amplia mayoría.

Fronteras exteriores comunes

Un segundo «paquete» de negociaciones –las bilaterales II- iban a poner de acuerdo a Suiza y la Unión Europea en otros nueve sectores: seguridad y asilo, productos agrícolas transformados, estadísticas, pensiones, medio ambiente, medios de comunicación, lucha contra el fraude, fiscalidad, y educación y formación.

A nivel de política interior, las cuestiones que suscitaron mayor problema fueron la seguridad (control de fronteras) y la política de asilo, regulados por los acuerdos de Schengen y de Dublín.

Temiendo una pérdida neta de soberanía, la Unión Democrática de Centro (UDC) y otros partidos de derecha convocaron un referéndum. Sin embargo, ambos temas pasaron con cierta facilidad en la votación popular.

Los partidarios de la UE a la defensiva

Los adversarios de la UE no han sido los únicos en utilizar los instrumentos de la democracia directa para servir su causa. Tampoco los defensores de la adhesión permanecieron inactivos. En 1995 cinco organizaciones lanzaron la iniciativa popular «Sí a Europa», con la que se pedía el establecimiento inmediato de conversaciones de adhesión con la UE.

Los mismos medios habían lanzado otra iniciativa denominada «Por nuestro futuro en el corazón de Europa», mediante la que se exigía la negociación de un nuevo acuerdo sobre el EEE. La iniciativa, que se acabó de conformar en 1994, fue retirada en 1997.

Cuando los ciudadanos helvéticos pudieron por fin pronunciarse sobre la iniciativa «Sí a Europa» en marzo de 2001, ya se habían negociado los primeros acuerdos bilaterales. La proximidad de las dos votaciones quitaba a la iniciativa la posibilidad de ganar el escrutinio. Tan sólo el 23% de los votantes la apoyó en las urnas.

Estrechas relaciones

Aun cuando Suiza no sea miembro de pleno derecho de la Unión Europea, sus relaciones con los Estados que la componen son muy estrechas. Y no sólo porque Suiza posea fronteras comunes con países de la UE.

La Unión Europea es, con mucho, el principal socio comercial de Suiza. El 80% de las importaciones helvéticas proceden de la UE, que a su vez absorbe el 60% de las exportaciones suizas.

Desde 2002 se ha ido paulatinamente introduciendo la libre circulación de personas para los 15 países «más antiguos» de la Unión. Desde el 1 de junio de 2007 no hay restricción alguna para los ciudadanos de esos Estados. Recíprocamente, los suizos que lo deseen pueden trabajar en el seno de la Unión Europea.

Con la ampliación de la Unión se ha planteado el problema de la extensión de la libre circulación a los nuevos Estados miembros. En 2006 el pueblo suizo se pronunció a favor de esa extensión que a su vez será introducida de manera progresiva. La única cuestión que queda ahora abierta es la de la ampliación de la libre circulación de personas a los dos últimos países incorporados a la UE, Rumanía y Bulgaria.

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Suiza no es miembro de la Unión Europea.

El Consejo Federal considera todavía la adhesión de Suiza a la UE como una ‘opción a largo plazo’.

La Unión Europea es el principal socio comercial de Suiza.

Desde los años 90 el debate ha dividido el paisaje político suizo.

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