Tiendas azules para los traumatizados de Sichuan
Después del terremoto del 12 de mayo, China rechazó la ayuda que le ofrecía Berna; sólo aceptó mil tiendas. Comienza la difícil tarea de reconstrucción.
El área montañosa de padecimientos que atraviesa la provincia de Chengdu, la capital, hacia la frontera de Shanxi al noreste, está ahora poblada de tiendas azules. Reportaje.
La verde Sichuan está revestida de azul. Es el color del abrigo provisional distribuido por el ejército chino. También es el color de millares de tiendas grandes que Suiza ha enviado a petición de Pekín, después del seísmo del pasado 12 de mayo. Las unidades prefabricadas que se instalan en poco tiempo para prevenir los rigores del invierno sichuanés también tienen un techo azul.
La catástrofe ha escogido a sus víctimas
Las terribles sacudidas del seísmo, que se llevó a casi 100.000 víctimas mortales (todavía hay miles de desaparecidos), no han destruido todo, pero han estremecido todas las zonas edificadas.
En Djiangyan, a 60 kilómetros al noroeste de Chengdu, el centro urbano ha sufrido daños enormes. La catástrofe ha escogido a sus víctimas: un bloque de pisos se hundió en una gran calle central, y los edificios de enfrente parecen intactos. Pero se trata de una ilusión.
En la gran avenida que conduce a la montaña, parece que las recién construidas casas de tres o cuatro pisos descansan sólidamente sobre sus cimientos. Pero si uno se acerca un poquito para ver el interior de esos edificios, sólo puede apercibir escombros amontonados: los muros de sostenimiento se partieron y todo el resto se derrumbó. Estos edificios ya son inhabitables y tienen que ser destruidos.
Esto es lo que piensa Beat Kunzi. Este geólogo, que dirige el programa humanitario en la embajada suiza de Pekín, estuvo la semana pasada en la zona de intervención, en el extremo noreste de la región afectada por el terremoto, en las montañas que rodean la ciudad de Guangyuan.
Ha visto y fotografiado muchos edificios nuevos con grietas que a vista de un desconocedor no parecen ser fatales. «No soy yo quien decide desde luego, pero en mi opinión todos estos edificios son demasiado peligrosos y tienen que ser derrumbados.»
Un equipo de especialistas chinos formados por suizos
Hablar de intervención respecto a la acción suiza en Sichuan, tiene algo de enfático. Poco después del desastre del 12 de mayo, el Gobierno suizo había ofrecido toda la ayuda que podía movilizar. Está claro.
A sabiendas de que la mitad de todas las víctimas del terremoto en el mundo son chinos, el Ministerio de Asuntos Exteriores había decidido, hace dos años, instituir en Pekín un curso de formación de socorro urgente con perros y otros medios.
Con este fin se ha constituido un pequeño equipo de especialistas chinos para que interviniera en Sichuan, prescindiendo, sin embargo, de los socorristas suizos, tanto hombres como perros.
El Gobierno chino había aceptado primero la oferta de Berna. Un avión ya estaba listo para despegar desde Kloten, con material, ingenieros, socorristas y médicos a bordo. Pero en el último momento, el vuelo ha sido anulado.
Las razones que alegó Pekín: mucha inseguridad en el territorio, temblores secundarios, desprendimientos de tierra. Los chinos querían dinero y tiendas, y no hombres. Los suizos, algo sorprendidos, no comentaron este viraje y enviaron más de un millar de tiendas.
Esta reticencia china se fue agravando en las últimas semanas. La presencia de extranjeros en las zonas más afectadas, que había sido tolerada tras el choque inicial del desastre, ya no es deseada. En la montaña detrás de Dujiangyan, el ejército inhibe el paso a los extranjeros —sean periodistas o no— que quieren desplazarse hacia Hongkou, que se encuentra más cercano al epicentro.
Las ONG en el terreno que disponen de medios modestos y se muestran poco profesionales a veces —hay que admitirlo—, se preguntan si pueden quedarse en Sichuan: en la mayoría de los casos se quedan clavados en Chengdu.
Un ejército eficaz que sirve de instrumento para la propaganda
Para Pekín, la única acción viable en la zona del siniestro sichuanés, es la que está realizando el ejército chino. Los que vieron al ejército obrar allí —entre los cuales se encuentra Beat Kunzi— reconocen su eficacidad.
El partido comunista ha decidido servirse de él como instrumento de propaganda. Todos los días se ven sus intervenciones en la tele: largas ceremonias de homenaje al ejército popular, con imágenes desgarradoras del sitio y lágrimas de enfermeras.
Esta campaña diaria también persigue el objetivo de hacer olvidar el desastre mediático que supuso para Pekín el hecho de que un gran número de escuelas se derrumbara por haber sido construidas sin respetar las normas de seguridad vigentes.
Es otro motivo por el cual se quiere de ahora en adelante mantener a periodistas y fuerzas humanitarias al margen de las ciudades, donde los padres lloran la muerte de sus hijos en las escuelas y no esconden su encono.
En Dujiangyan, los Wen no se quejan tanto en su campamento azul en el centro de ciudad. No han perdido a hijos y la escuela volvió a abrir. Dicen que el Gobierno ha cumplido sus promesas y les dio lo necesario. «Lo que nos hace falta es trabajo», dice la madre al poner su wok encima del hornillo de gas.
«Pero de aquí a poco, la vida en la tienda con el sol que se hace cada vez más implacable, ya no será soportable. Las barracas prefabricadas empiezan ya a sustituir los campamentos, y, dentro de pocas semanas, la ayuda suiza ya no será más que un resquicio de recuerdo.
Ha comenzado el trabajo de planificación
Si se pregunta a los arquitectos chinos cuánto tiempo durará la reconstrucción en la inmensa zona afectada, dicen «por lo menos un año». Aunque China se apresure mucho, sigue siendo una visión optimista. Cada una de las demás provincias chinas se encargará de la reconstrucción en una parte del norte de Sichuan.
Shanghai se encarga de la región de Dujiangyan. El trabajo de planificación ha comenzado. Estudiantes de arquitectura de Berna podrán participar gracias a una colaboración que su Escuela de Altos Estudios lleva desarrollando desde hace algún tiempo con la gran universidad de Jiaotong de Shanghai.
Podrían hacer allí experiencias bastante rudas. En China, el suelo pertenece al Estado. Los ciudadanos no disponen, incluso si son propietarios, de derecho de utilización. La decisión de destruir todas las viviendas cercanas al sitio turístico muy famoso por un sistema de irrigación más que milenario, ha sido tomada en Dujiangyan.
Los «propietarios» recibirán de indemnización una vivienda nueva de 70 m2. La reconstrucción del sitio generará una plusvalía estupenda. ¿Pero quién se beneficiará? El descontento ya ha empezado a difundirse entre los desalojados por el terremoto.
swissinfo, Alain Campiotti, Sichuan
(Traducción del francés: Antonio Suárez Varela)
Fritz Schenkel vivió el 12 de mayo el momento más angustioso de su vida. Cuando la tierra empezó a temblar, su torre se movía durante al menos dos minutos y creyó que se iba a derrumbar. Schenkel dirige en Chengdu el Hotel Kempinski, un palacio en la carretera que conduce al aeropuerto.
«Todos comprendieron rápidamente de qué se trataba. Ordené la evacuación del hotel, el corte de la corriente y del gas, y en la primera noche todos los clientes durmieron en la calle.»
La vuelta a las habitaciones y los comedores se hizo progresivamente en las plantas inferiores. Los temblores secundarios fueron duros, y los rumores acerca de las presas agrietadas no ayudaron a tranquilizar a la gente.
«Los clientes japoneses me dejaron pasmado. Incluso los que estaban en el decimoquinto piso no parecían temer nada. Están acostumbrados…», dice el hotelero. En este siniestro, Fritz Schenkel también fue la persona de referencia para la comunidad suiza de Chengdu, constituida por una veintena de personas que no se conocían.
El seísmo de Sichuan, que causó 70.000 víctimas mortales, ha provocado estragos cifrados en unos 6.000 millones de dólares en la agricultura local, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Más de 30 millones de habitantes en las zonas rurales han perdido gran parte de sus posesiones. Según la FAO, la reconstrucción del sector agrícola durará entre tres y cinco años.
Más de 20.000 hectáreas de cultivos cereales han sufrido grandes daños en la provincia, que abastece el 20% de la demanda de arroz en China. El Gobierno chino pidió a la FAO que coordinase la reconstrucción agraria en el terreno.
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