Un ferviente seguidor de la medicina natural en Sucre
Droguista de profesión y viajero por convicción, Christoph Moser tiene su domicilio momentáneo en la capital histórica de Bolivia, donde regenta una droguería naturista y se empapa de la cultura y costumbres locales.
Este suizo siente un profundo respeto por la sabiduría de los curanderos indígenas aimaras y es un convencido de que la medicina natural y la convencional pueden comulgar en la prevención y curación.
En Bolivia no es extraño admitir que un vaso de ritual aimara, el ‘keru’, y la serpiente griega de Esculapio conjugan el mismo verbo de la sabiduría autóctona con la herencia médica de genios como el inventor de la penicilina, Alexander Fleming, la medicina moderna del histólogo Santiago Ramón y Cajal o del químico francés Louis Pasteur.
Hace 50 años, el pintor boliviano Miguel Alandia Pantoja plasmó en un mural esta comunión de las dos medicinas que hoy atraen a estudiosos y profesionales ávidos de conocer cuanto sea posible de las más de 3.000 plantas medicinales registradas que atesoran el Altiplano, la Amazonía y los valles de Bolivia. Uno de ellos es el droguista suizo Christoph Moser.
«Todo comenzó hace dos años, cuando a mi novia y a mí nos atrajo la Droguería Natural Sucre cuya dueña resultó ser la suiza Katrin Steiner. Tras una conversación surgió la idea de trabajar un año en este negocio. Aquí me tienen hasta septiembre próximo», señala a swissinfo. En esta aventura lo acompaña su colega Irene Naeff.
Un universo distinto
Su mundo actual es una vasta variedad de productos que van desde galletas naturales, preparados de yerbas para el estómago, úlceras, vías respiratorias, pasando por alimentos para niños, hasta jarabes contra dolencias prostáticas o medicamentos preventivos contra la menopausia.
«Nosotros preparamos las esencias, podemos mezclar dosis individuales según los síntomas de los pacientes, o aconsejar medicamentos naturales preventivos. Pero si la enfermedad es intratable con medicamentos naturales, les sugerimos ir al médico», precisa.
«Normalmente los productos naturales no tienen contraindicaciones y se pueden combinar con medicinas químicas. A veces hay personas que pueden tener demasiado colesterol, diabetes y presión alta. La química tiene medicamentos para cada una, pero existe la posibilidad de tomar menos químicos y apoyar el tratamiento con productos medicinales».
Moser considera que, a diferencia de Suiza, la gente en Bolivia no sabe mucho de cuán importante es la alimentación para evitar dolencias posteriores. Un aspecto que le sorprende habida cuenta de que el país cuenta con suficientes medios alimentarios para balancear las dietas adecuadas.
En Suiza, es más cara
«La gente en Suiza tiene mucho dinero y compra cada vez más productos naturales, aunque por el momento son más caros que los químicos. Allí la tendencia de acudir a la medicina alternativa, natural, es creciente. Aquí en Sucre veo que también se va por ese camino», sostiene el droguista del Oberland Bernés.
La mayor diferencia es la gran variedad de productos derivados de la hoja de coca cuya venta en el mercado suizo es sencillamente impensable. Sin embargo, cita con admiración la inmensa gama de plantas medicinales en la parte amazónica del Beni y Pando, entre ellas wira wira, fuñi (vocablos quechuas), ajenjo y otras.
El ‘Müsli’ y la quinua
El tradicional ‘Müsli’ energético de cereales y frutas, inventado en 1894 por el suizo Maximilian Bircher-Benner, está también al alcance de los clientes de Sucre con particularidades propias:
«No tiene uvas pasas como en Suiza, pero a veces viene combinado con frutas secas. Tenemos muchas variedades aquí, como la soya, salvado de avena y otros similares que uno puede tomar con yogurt o leche».
A poca distancia están los productos de quinua, un alimento poderosamente nutritivo que es común y barato en Bolivia. «En Suiza no lo conocemos mucho, pero sería especialmente bueno para los niños y las mujeres en el umbral de la menopausia».
Un país rico en cultura, paisajes y costumbres
Bolivia y Perú son, a juicio de Christoph Moser, los últimos países que conservan sus culturas intactas, hecho que podría abrir grandes posibilidades al turismo. Pero si la política no mejora tampoco entran turistas, dice. No obstante, declina opinar sobre la actual situación en Bolivia, «porque no conozco mucho y menos cómo funciona la política».
«Cuando hablamos sobre Bolivia en Suiza siempre decimos que es un país pobre, pero aquí he visto cosas diferentes: hay gente con mucho dinero. También creo que la diferencia entre la gente rica y la pobre es muy grande».
Con un sentido anecdótico señala la burocracia: «Teníamos que hacer un trámite y sacar papeles, y cada vez tuvimos que pagar por cada papel y sello, eso es muy extraño».
Curanderos, rentabilidad y proyectos
Aunque no ha tenido aún la oportunidad de conocer a un curandero ‘kallawaya’ (aymara) o ‘jampiri’ (quechua), Christoph Moser expresa un profundo respeto por la sabiduría que estos tienen.
«He escuchado mucho sobre ellos, pero cuando quisimos vender sus productos no fue posible, ellos no funcionan como una empresa. Tienen sus secretos y no quieren compartirlos», anota con cierto pesar.
Dado que Bolivia no necesita importar productos medicinales se puede hablar de rentabilidad. La dueña de Droguería Natural Sucre, Katrin Steiner, vio hace tres años este mercado potencial y abrió lo que hoy es un negocio prometedor, complementario a otra droguería que tiene en Suiza.
Es más, esta labor experimental de Christoph Moser e Irene Naeff podría convertirse en una permanencia prolongada, ya que barajan la posibilidad de instalar su propia droguería de medicinas naturales en alguna parte de Bolivia.
swissinfo, Félix Espinoza R., Sucre
En Bolivia existen unas 3.000 plantas medicinales debidamente registradas en herbolarios y otros documentos de la materia.
Entre las más mencionadas por la industria están wira wira, carqueja, té verde, sangre de Drago, Ecchinacea, coca, eucalipto, maca, manzanilla, menta, llantén, boldo, uña de gato, valeriana, ipecacuana, camu camu, estevia.
Algunos de los productos de Droguería Natural Sucre son preparados según recetas aplicadas en Suiza, pero muchos otros obedecen a los cánones de la medicina tradicional indígena boliviana.
El ‘kallawaya’ en la Bolivia aimara y el ‘jampiri’ de la región quechua son indígenas sabios que durante años se familiarizan, a menudo por la transmisión familiar de abuelos a nietos, con el conocimiento de las plantas y de sus propiedades curativas. Muchos de ellos guardan en secreto algunas de ‘sus medicinas’.
Christoph Moser nació hace 26 años en Zweisimmen, Oberland Bernés.
Estudió para droguista (similar a farmacéutico) en Neuchâtel.
Una casualidad quiso que hace dos años trabara conocimiento con la dueña de Droguería Natural Sucre, Katrin Steiner, que hoy, además de pagarles un sueldo que «les permite vivir bien e incluso viajar a otras ciudades del país», les cubre el aporte obligatorio al seguro de vejez en Suiza.
A la aventura de trabajar en Sucre, se sumó a su colega Irene Naeff. Ambos dirigen la droguería situada en plena Plaza 25 de Mayo de la capital histórica de Bolivia.
La ciudad de Sucre, fundada en 1540, goza de cuatro nombres: Charcas, La Plata, Chuquisaca y Sucre. En esta bella ciudad de clima cálido se proclamó el primer grito libertario en América, el 25 de mayo de 1809.
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