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El milagro de Picasso en Basilea

Franz Meyer, Direktor des Kunstmuseums Basel (rechts), und Lukas Burckhardt von der Basler Kantonsregierung 1967.
Franz Meyer, otrora director del Museo de Arte de Basilea (a la derecha) y Lukas Burckhardt del Gobierno cantonal de Basilea-Ciudad, recibieron el regalo de Picasso dirigido a la juventud de la ciudad suiza. Keystone

En 1967, hace 50 años, los ciudadanos de Basilea dijeron sí a la compra de dos Picassos. Lo que pasó entonces suena como un cuento de hadas. Sólo que es verdad.

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En 1967, hace 50 años, los ciudadanos de Basilea dijeron sí a la compra de dos Picassos. Lo que pasó entonces suena como un cuento de hadas. Sólo que es verdad.

¿Qué pasa cuando el gran artista del siglo XX, dos de sus cuadros y un movimiento diverso de jóvenes hippies y la rica nobleza coinciden? El milagro de Basilea, de hecho, un milagro de la democracia directa.

Tan encantadora como termina nuestra historia, comienza su tono dramático, con un accidente de avión durante una tempestad. Era abril de 1967, cuando una aeronave de Globe Air se desplomó durante su aterrizaje en Chipre. 117 pasajeros y nueve miembros de la tripulación murieron.

El desastre provocó que la pequeña aerolínea se declarara en quiebra poco después. La mayor parte de sus deudas debieron ser pagadas por el principal accionista de la empresa, Peter G. Staechelin, cuya familia era conocida por su gran colección de tesoros del arte, con las firmas de Van Gogh, Monet, Cezanne, Picasso y Manet, entre otros.

Las obras más importantes de la colección estaban expuestas en el Museo de Arte de Basilea (Kunstmuseum Basel). Y más allá de su valor histórico-artístico, algunas de esas obras debían ser vendidas ante la emergencia.

«De gran valor histórico artístico»

Primero Staechelin vendió el cuadro de Van Gogh ‘La Berceuse’ por 3,2 millones de francos. En seguida anunció que las siguientes piezas a subastar eran ‘Les deux frères’ (1905, Los dos hermanos) y ‘Arlequin assis’ (1923, Arlequín sentado) de Pablo Picasso.

Estas pinturas tienen un valor histórico y artístico incalculable», dice Eva Reifert, curadora del Museo de Arte de Basilea, especializada en las obras del siglo XIX y el Modernismo, y que no se puede imaginar esas obras fuera de la colección del museo. Para Reifert, esos cuadros pueden vislumbrar la trayectoria estilística de Picasso rumbo al cubismo, movimiento del cual fue fundador.

Kuratorin Eva Reifert.
Eva Reifert entre los dos cuadros que marcaron la historia entre Picasso y Basilea. Stephanie Hess

Pero volvamos a 1967:  la comisión del museo puso un freno de emergencia a la subasta y reunió a los miembros de la Fundación Staechlin y al Gobierno del cantón de Basilea-Ciudad. La Fundación ofreció a la ciudad las dos obras de arte por 8,4 millones de francos suizos. El Gobierno propuso cubrir el costo con 6 millones de francos de las arcas del Estado y el resto, 2,4 millones, vía donativos privados.

Y el Parlamento cantonal refrendó con su voto el crédito para cubrir el gasto estatal, con apenas cuatro votos en contra.

Opositor a la euforia colectiva

Los basilenses de a pie y los artistas locales, gustosos organizaron una fiesta de recaudación de fondos para conseguir el dinero faltante.

Pero un mecánico, Alfred Laupen, un accionista de Globe Air que perdió mucho de su dinero con la bancarrota de la compañía, consideró que las autoridades públicas no debían invertir en este tipo de acciones culturales. Así que decidió lanzar un referéndum contra la decisión parlamentaria y reunió en poco tiempo las firmas necesarias para imponer el veto.

La población se dividió. El fotoperiodista Kurt Wyss, (81), del diario basilense ‘Nationalzeitung’, recuerda la polarización. “Nosotros, los jóvenes, estábamos convencidos de la compra estatal de los cuadros. Los mayores en la redacción nos tildaban de locos, y afirmaban que con ese dinero era mejor construir dos asilos para ancianos”.

«All you need is Pablo»

Las cartas de los lectores dirigidas al editor llegaban sin cesar. Los opositores y partidarios parecían conformar grupos a partes iguales. En todas partes de la ciudad se podían las frases «I like Pablo’ (Me gusta Pablo) o ‘All you need is Pablo’ (Todo lo que necesitas es Pablo), frase en base al título de los los Beatles «All you need is love”, que se convirtió en la canción del movimiento hippie ese mismo año.

La efervescencia cultural en el Rin se extendió al resto de la Suiza germanófona: el cantón de St. Gallen hizo una donación, el semicantón de Basilea-Campo transfirió a su vecino 80 000 francos -sin que nadie se lo pidiera- y solo el municipio de Binningen le donó 2 000 francos.

A esto se sumaron grandes donaciones de la industria farmacéutica local y de las familias ricas de Basilea. Pronto se reunieron 2,5 millones de francos, 100 000 francos más de lo necesario.

Whiskey con Pablo

Pero nada estaba garantizado, hasta la decisión en las urnas. El 17 de diciembre de 1967, la población de Basilea aprobó por gran mayoría el crédito municipal para la compra de las obras. Los festejos no se hicieron esperar en las calles de la ciudad suiza. Los jóvenes, los artistas, la ciudadanía celebraron el resultado, también Kurt Wyss lo recuerda.

“En la agitación sugerimos ir a entrevistar a Pablo Picasso al sur de Francia”. El editor cultural rechazó la idea puesto que el artista, desde hacía diez años ya no aceptaba ninguna entrevista. Pero Wyss y su colega Bernhard Scherz resolvieron volar ese mismo día con destino al hogar del reconocido pintor.

Su equipaje: la documentación de lo sucedido en su ciudad suiza y una eufórica carta de recomendación.

Das Empfehlungsschreiben, das 1967 Kurt Wyss zum Empfang bei Pablo Picasso verhalf.
La carta de recomendación. Stephanie Hess

Al llegar a la casa de Picasso, tocaron a la puerta y entregaron los papeles a un empleado. Al día siguiente, al caminar de nuevo hacia la casa del maestro, una enorme limusina los interceptó. En ella estaba Jacqueline, esposa de Pablo Picasso. “Ustedes son los caballeros de Basilea?  Vengan a las cinco. Una gran sorpresa les espera».

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Dos Picassos más

Los dos colegas llegaron nerviosos y con mucha anticipación al hogar de la familia Picasso. Fueron conducidos al taller del artista. Allí estaba un hombre cuya mandíbula se abrió, desmedida, al ver a los inesperados visitantes. Se trataba de Franz Meyer, otrora director del Museo de Arte de Basilea. Meyer les anunció con orgullo que Picasso le había prometido un nuevo cuadro como regalo para Basilea. Y le permitía elegir uno en ese mismo momento. «Meyer era un zorro”, recuerda Kurt Wyss. «Se quedó reflexionando durante mucho tiempo al ver las dos pinturas ofrecidas. Al final comentó que no las concebía la una sin la otra, y que ambas, de alguna manera, se complementaban. Jacqueline Picasso le dio la razón. Al final, Pablo Picasso entregó las dos obras al pueblo de Basilea. Y además, el artista ya había decidido donar al Museo de Arte de Basilea un retablo de 1906 de su periodo rosa y un boceto de ‘Les Demoiselles d’ Avignon’, ese ícono de la historia del arte que marca el comienzo del cubismo.

Esa reacción espontánea y generosa muestra cuán profundamente conmovido estaba Picasso, entonces de 86 años, por el referéndum de Basilea. «Estaba en plena forma», dice Kurt Wyss. Cuando Meyer recibió sus dos cuadros, Picasso lo condujo al salón, para beber un té. «Pero nos sirvió whisky”. La conversación fue amena. “Fue maravilloso».

«A los jóvenes de Basilea»

Y en algún momento, cuando se volvió a abordar el asunto de las pinturas ofrecidas a Basilea, Pablo Picasso advirtió: “No le doy estos cuadros a los funcionarios, haciendo alusión al propio Meyer, considera Wyss. Picasso dijo claramente: «Se lo daré a los jóvenes de Basilea». Y con estas palabras, abrazó a los dos jóvenes periodistas. «Un momento muy conmovedor», recuerda Kurt Wyss y añade con un guiño: «No me he lavado desde entonces.»

El milagro de Basilea no fue solo una victoria para el arte. También fue una promoción sobre la democracia directa, como lo muestra su cobertura en los principales medios de comunicación internacionales como el diario ‘New York Times’ y la revista alemana ‘Der Spiegel’.

Leonhard Burckhardt, miembro socialdemócrata del Parlamento cantonal de Basilea y profesor de Historia en la Universidad de Basilea, tenía entonces 14 años. «Como para muchos de mi generación, este hecho fue un hito para mí. Mostró de modo claro cómo funciona un referéndum como componente central de una democracia».

Burckhardt no tiene ninguna respuesta clara sobre si algo así sería posible hoy en día. «Esto es altamente especulativo. Sin embargo, es un hecho que una gran parte de la población de Basilea todavía se identifica con el Museo de Arte de la ciudad. Y esas obras son muy queridas».

El Museo de Arte de Basilea celebra medio siglo de vida de ese movimiento popular en consonancia con su estatus: a partir de enero de 2018, el renombrado museo celebrará con una exposición los inusuales vínculos que hicieron posible el ‘milagro de Basilea’.

Pablo Picasso

Nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga, España.

Fue pintor, artista gráfico y escultor.

Su obra incluye pinturas, dibujos, gráficos, esculturas, cerámicas y collages. En total, unas 50 000 piezas.

Entre las obras más conocidas de Picasso se encuentra «Les Demoiselles d’ Avignon» (1907).

La pintura se ha convertido en un ícono del modernismo.

El motivo más famoso de Picasso es la paloma, por ejemplo, en el cartel que diseñó para el Congreso Mundial de la Paz de París en 1949.

Picasso murió el 8 de abril de 1973 en Mougins, Francia.

(Adaptación: Patricia Islas)

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