¿Lograrán las urnas imponer un salario mínimo?
Un salario mínimo legal a escala nacional: Es lo que reivindican los sindicatos para luchar contra la pobreza y el ‘dumping’ salarial en Suiza. La patronal se opone. A su juicio, sería una injerencia del Estado en una economía de libre mercado. Los ciudadanos tienen la última palabra.
Desde las bonificaciones de los altos ejecutivos hasta los sueldos de miseria, la remuneración del trabajo ha sido un tema recurrente en el debate político. Es la tercera vez en menos de año y medio que los suizos se pronuncian para establecer un límite salarial.
La iniciativa Para la protección de salarios justos(Iniciativa sobre salarios mínimos), que lanzó la Unión Sindical Suiza (USS), prevé un salario mínimo legal de 22 francos la hora, lo que equivale a cerca de 4.000 francos mensuales para una contratación a tiempo completo de 42 horas semanales. Una suma que habrá que adecuar periódicamente a la evolución de los salarios y los precios.
Estos ingresos corresponden, grosso modo, al umbral de los salarios bajos que perciben cerca de 330.000 personas en Suiza, o sea uno de cada diez empleados. “Con el salario mínimo legal que prevé la iniciativa esta gente ganará un sueldo digno. Se trata de remunerar decentemente su trabajo. Todos tenemos derecho a vivir de nuestro trabajo”, sostiene Ewald Ackermann, de la USS.
La Unión Sindical Suiza presentó en 2012 la iniciativa popular sobre salarios mínimos con 112.301 firmas válidas. El texto pide que el Estado y los cantones protejan los salarios en Suiza y promuevan la inclusión de salarios mínimos en los convenios colectivos de trabajo. Por otra parte, exige la introducción por ley de un salario mínimo de 22 francos la hora a escala nacional. El Gobierno y la mayoría del Parlamento conformada por partidos de centroderecha recomiendan rechazar la propuesta. Su aprobación, el 18 de mayo, requiere la denominada doble mayoría, de votantes y cantones.
Decencia contra realismo
“Nosotros no defendemos una política de bajos salarios, pero está claro que la política salarial debe ser realista y diferenciada. Si en lugar de negociar salarios mínimos en función de las condiciones locales y las posibilidades económicas, se fija un nivel demasiado elevado y uniforme, desaparecerán automáticamente puestos de trabajo”, responde Alexandre Plassard, de la Unión Patronal Suiza (UPS).
La asociación de la industria metalúrgica, eléctrica y de maquinaria, Swissmem, cita como ejemplo los sectores industriales que padecen las consecuencias de la apreciación del franco. Con un salario mínimo mensual de 4.000 francos aumentarían los costes de producción y las empresas perderían competitividad internacional.
No quedaría más remedio que deslocalizar, racionalizar y automatizar y, por ende, suprimir empleos, alerta el presidente de Swissmem, Hans Hess.
Los primeros perjudicados serían los asalariados a los que la iniciativa pretende ayudar, mano de obra poco cualificada, preconiza Hess. Y estas personas corren el riesgo de no encontrar un empleo remunerado a 22 francos la hora, como reivindica la USS.
Por salario medio se entiende el valor central que divide el conjunto de los salarios en dos partes iguales: el 50% superior a este monto y el resto inferior. En 2010, año de referencia para reivindicar un mínimo de 4.000 francos mensuales, el salario medio bruto en Suiza era de 5.979 francos al mes; 5.221 francos en el caso de las mujeres y 6.437 en el de los hombres.
El salario medio era superior en tres grandes regiones –Zúrich (6.560 francos), Suiza noroccidental (6.437) y Lago Leman (6.422) – e inferior en el Tesino (5.358).
Por sectores profesionales, oscilaba entre 3.695 francos en los servicios personales (peluquería, estética, lavandería), 4.024 en la hostelería y restauración, y 9.500 francos en los servicios financieros y 9.292 francos en el asesoramiento empresarial.
Una definición internacional establece como los salarios bajos aquellos que son inferiores a dos tercios del salario medio bruto. En Suiza, el umbral de salarios bajos se situaba en 2010 en 3.986 francos mensuales brutos equivalentes a una semana laboral de 40 horas.
En la categoría figuraban cerca de 275.000 empleos, lo que equivale al 10,5% del total. Por sectores, la cuota más alta de salarios inferiores a 22 francos la hora se registró en los servicios personales (51%).
También en la industria del vestido, los servicios domésticos y de limpieza (41-45%), así como en la hostelería, la agricultura y la restauración (más del 30%). Entre los asalariados que menos ganaban había más mujeres (18,4%) que hombres (5,9%).
Fuente: Oficina Federal de Estadística y Secretaría de Estado de Economía
“Se trata de un fantasma para propagar el miedo: los adversarios evocaron estos escenarios en 1998, cuando los sindicatos luchaban por un salario mínimo de 3.000 francos. Desde entonces, la gran distribución ha adecuado la masa salarial, así como los sectores de la hostelería y la restauración, que entre 1998 y 2013 aumentaron más del 50% el salario mínimo, sin recortar empleos. Es más, la tasa de paro en este sector se redujo del 13 al 10,5%”, argumenta Ewald Ackermann.
La gran mayoría de los sueldos bajos se encuentra en el mercado interno, como los servicios personales (peluquería, estética, lavandería…), el comercio minorista, la hostelería y la restauración. “¿Cómo van a deslocalizarlos? ¿Es que los suizos iremos quizás a cortarnos el pelo en Polonia o Hungría?
Ackermann reconoce que algunas explotaciones agrícolas podrían tener dificultades si el salario mínimo se eleva a 4.000 francos mensuales. “Pero este sector tiene que innovar los métodos de producción”, agrega. Y la industria orientada a la exportación se vería afectada “solo muy marginalmente”, subraya el sindicalista.
Un mínimo nacional, máximo mundial
Los empleadores consideran inaceptable no solo el mínimo salarial que reivindica la iniciativa, que en sí constituiría un “récord mundial” incluso teniendo en cuenta el coste de la vida o el salario medio, sino también el concepto mismo de un salario mínimo por imposición estatal y, además, uniforme para toda Suiza. Esto “va en contra del principio de fijar salarios en función del mercado y es incompatible con un sistema económico liberal. No corresponde al Estado establecer los salarios, es una prerrogativa de los agentes sociales”, destaca Alexandre Plassard.
La iniciativa de la USS destruirá el afianzado sistema de convenios colectivos de trabajo (CCT) entre agentes sociales que tienen en cuenta las condiciones regionales y las realidades de cada sector, según los empresarios. El coste de la vida varía mucho de una región a otra en Suiza, señala el representante de la patronal.
Los sindicatos, en cambio, insisten en que se trata de un instrumento para poner fin a las presiones salariales en algunas regiones y en ciertos sectores económicos que dependen en gran medida de la contratación de mano de obra extranjera. Y esto incluso después de la aprobación de la iniciativa de la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora) Contra la inmigración masiva que limita el acceso de los extranjeros al mercado laboral helvético.
Por ahora no se sabe cómo se aplicará la iniciativa de la UDC ni qué ocurrirá con los acuerdos bilaterales que suscribieron Berna y Bruselas. Pero incluso si se aboliera la libre circulación de personas con la Unión Europea (UE), el texto habla de cupos de trabajadores extranjeros que se determinarán en función de las necesidades del sector económico, apunta Ewald Ackermann. “Si se vieran obligados a pagar un mínimo de 22 francos la hora, los empleadores desistirían de contratar a mano de obra extranjera menos cualificada que en Suiza para poder pagarles menos”.
Promoción de convenios colectivos
Y esto no es todo. El artículo constitucional que propone la iniciativa “es un instrumento eficaz contra cualquier forma de dumping salarial, porque exige que el Estado y los cantones promuevan “la inclusión de salarios mínimos por localidad, profesión y sector en los convenios colectivos de trabajo, así como que se respete su cumplimiento”, subraya el sindicalista. Hoy, solamente el 49% de los asalariados en Suiza están protegidos por un CCT. Y cerca del 20% de ellos están adscritos a un CCT que no contempla un salario mínimo.
La obligación de que el Estado promueva los CCT es, precisamente, el factor que determina la firme oposición de la patronal a la iniciativa: Este artículo constitucional, “establecería, en los hechos, una obligación de concluir contratos colectivos de trabajo. Nosotros defendemos la libertad contractual de los agentes sociales y sostenemos que la negociación de un CCT debe ser voluntaria. Estamos apegados a esta libertad contractual”, dice Alexandre Plassard.
La introducción de un salario mínimo se ha votado también a escala cantonal. El 18 de mayo, además de la iniciativa federal, los ciudadanos valesanos se pronunciarán sobre una propuesta cantonal similar. En este caso se trata de establecer un mínimo legal de 3.500 francos en 13 mensualidades, que corresponde a 3.791 francos mensuales.
Cuatro cantones han votado iniciativas análogas hasta ahora: en Vaud y Ginebra fueron rechazadas, mientras que Neuchâtel y el Jura las aprobaron. Otra iniciativa está pendiente en el Tesino.
Traducción del italiano: Belén Couceiro
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