Años de rabia
El extraño caso de Youssef Nada y el papel de Suiza en la «Guerra contra el Terrorismo». Retrospectiva.
En un lugar solitario y apacible, dominando el lago de Lugano, se encuentra Villa Nada. La vista es impresionante, desde Lugano hasta el monte San Giorgio; enfrente, a la altura de los ojos, se halla el majestuoso monte San Salvatore.
Youssef Nada nos invita a entrar en su estudio, las carpetas ya están sobre la mesa. Últimamente las hojea con frecuencia: expedientes de investigación y documentos oficiales de varios países, artículos de prensa, documentos bancarios. A Nada le gusta mostrarlas, y lo hace a menudo, porque como este año se cumplió el vigésimo aniversario del 11-S muchos periodistas quisieron volver a hablar con él sobre el tema, aunque su avanzada edad se lo pone un poco más difícil que antes.
¿Qué tiene que ver un hombre que ahora tiene 90 años con el atentado terrorista más aciago de la historia reciente? Nada, como hoy ya está demostrado. Pero desde la perspectiva de la época, todo.
Los primeros bombardeos en Afganistán comenzaron poco menos de un mes después del 11 de septiembre de 2001. Estados Unidos y sus aliados no solamente persiguieron a los terroristas en Asia Central, sino también a sus colaboradores por todo el mundo. Los principales objetivos eran los presuntos financiadores. Entre ellos estaban Youssef Nada, su banco Al Taqwa y otras personas relacionadas con él. Se le acusaba de prestar apoyo a Osama bin Laden y a Al Qaeda.
El 7 de noviembre de 2001 unos agentes especiales irrumpieron en su banco en Lugano y en su villa en la vecina localidad de Campione. Mientras Nada discutía con el fiscal federal y los agentes de policía que registraban meticulosamente su casa en presencia de su familia, el presidente estadounidense George W. Bush decía lo siguiente durante un discursoEnlace externo en Virginia: «Al Taqwa es una asociación de bancos y empresas de gestión financiera offshore [inscrita en un paraíso fiscal] que ha ayudado a Al Qaeda a mover dinero por todo el mundo». Había «pruebas sólidas y creíbles» de esa acusación.
Youssef Nada recuerda aquellos momentos con una mezcla de indignación e incredulidad. «Lo que estaba ocurriendo era una auténtica locura». El presidente de Estados Unidos acababa de acusar a su banco ante las cámaras de ser uno de los dos principales financiadores de Bin Laden y Al Qaeda. «Esa acusación pública fue peor para mí que todas las demás cuestiones que surgieron después».
Un diplomático en la sombra
Hay dos elementos de la vida de Youssef Nada que son esenciales en este caso. En primer lugar, su actividad económica: este egipcio nacido en Alejandría en 1931 se hizo rico inicialmente gracias a la producción y el comercio de productos lácteos en su país de origen. Poco después, entró en el sector de la construcción. Un sector que a partir de la década de 1960 fue enormemente lucrativo, ya que en el curso de la descolonización circularon muchos petrodólares para la reconstrucción de los Estados recién fundados y, entre otras cosas, se necesitaron urgentemente materiales de construcción. «Me llamaban el rey del cemento del Mediterráneo», dice Nada con una mezcla de orgullo y nostalgia. En su mejor momento, asegura, trabajó en 25 países.
Más tarde, entró en el sector bancario, participó en la fundación del Al Taqwa Bank y se dedicó a la banca islámica con sedes en Lugano, Liechtenstein y las Bahamas. La institución sufrió graves pérdidas en el transcurso de la gran crisis asiática de finales de los 90.
El segundo elemento es su pertenencia a la organización islamista egipcia de los Hermanos Musulmanes. A los 17 años se unió a este movimiento político-religioso, que cuenta con representación en todo el mundo islámico. Una organización que en algunos países ha participado incluso en el gobierno, mientras que en otros ha operado en la clandestinidad. La Hermandad Musulmana tiene una gran influencia, pero durante sus casi cien años de existencia también ha sido objeto de una dura represión. El joven Nada lo experimentó en primera persona cuando, siendo estudiante, fue encarcelado por su afiliación. Pasó dos años en cautividad.
Poco después abandonó Egipto, pero permaneció en estrecho contacto con la organización durante toda su vida. «Estoy orgulloso de ser un hermano musulmán. Nunca lo he ocultado, ni antes ni ahora», afirma.
Nada es un conversador ameno, educado y cortés, de modales distinguidos. No es de extrañar que, a lo largo de los años, la Hermandad lo haya utilizado repetidamente para la mediación política. Como gran industrial, entró en contacto con la esfera política muy joven: conoció a políticos, miembros de familias reales y altos funcionarios. A lo largo de su vida ha obtenido la nacionalidad de varios países musulmanes y posteriormente también la italiana. Cuando la Hermandad Musulmana quería hacer llegar un mensaje, aparecía Nada: hablaba con Saddam Hussein en Irak, con los insurgentes en Irán o con los señores de la guerra de Afganistán.
Nada también recibía gente en su casa. Según algunos medios, Villa Nada se convirtió en el ministerio de asuntos exteriores no oficial de los Hermanos Musulmanes. En cualquier caso, es cierto que Nada recibía a muchas personas influyentes en Campione, sobre todo de países musulmanes, desde el Magreb hasta Malasia. Las fotos privadas tomadas en su casa confirman la envergadura diplomática de las visitas. En su biografía autorizada describe muchos de esos encuentros. Sentado en su sofá, con el lago de Lugano de fondo, afirma hoy lacónicamente: «Fue una vida llena de acontecimientos».
«Financieramente arruinado»
Pero a partir del otoño de 2001, su villa se convierte en su prisión, lujosa, ciertamente, pero obligada. Desde el 9 de noviembre de 2001, dos días después del registro domiciliario, su nombre figura en la llamada lista de terroristas de la ONU. Mediante una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU contra personas y organizaciones vinculadas a «Osama bin Laden, el grupo Al Qaeda o los talibanes», Nada pasó a ser un proscrito internacional.
Todos los países deben cumplir estas resoluciones, incluida SuizaEnlace externo, y están obligados a bloquear los recursos financieros. Además, las personas que figuran en la lista tienen prohibido viajar. Como la casa de Nada se encuentra en el municipio de Campione, un enclave italiano en territorio suizo, su situación era prácticamente de arresto domiciliario, en un terreno de apenas un kilómetro cuadrado.
Pero las restricciones financieras fueron todavía peor: «De un día para otro dejé de tener acceso a mi dinero». Su banco estaba liquidado, de repente ya no podía ni siquiera cubrir los gastos de la vida diaria ni pagar los estudios de sus hijos. Nada no quiere entrar en más detalles sobre ese momento traumático para su familia. Pero su conclusión es clara: «Me destruyeron financieramente». Pero no moralmente, asegura con firmeza.
Casi como una especie de acotación marginal en esta historia, le llega entonces una condena en Egipto: «Fui acusado por Hosni Mubarak de apoyar a organizaciones terroristas con 100 millones». Nada se ríe. «¡Vaya broma!» Además, en aquel momento seguía sin tener acceso a sus fondos. Pero ese hecho no se tuvo en cuenta y en 2008 Nada fue condenado en ausencia a diez años de prisión por un tribunal militar.
Oficialmente, la historia termina el 23 de septiembre de 2009. Youssef Nada es borrado de la lista de terroristas de la ONUEnlace externo después de figurar en ella durante ocho años. Sin proceso, ni declaración de motivos. Y sin disculpas tampoco.
Aunque durante varios años su caso fue objeto de investigaciones judiciales y de los servicios de inteligencia en numerosos países, nunca se presentaron cargos en relación con su presencia en la fatídica lista de terroristas de la ONU. En 2012 obtuvo una tardía satisfacción cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) concluyóEnlace externo por unanimidad que Suiza había violado el Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH) al aplicar estrictamente las resoluciones de la ONU. Más de una década después del 11-S, el proceso del CEDH fue el único caso judicial abierto contra Nada.
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«Vivo como un prisionero»
Medios agradecidos
La historia tuvo gran eco entre el público porque era inmejorable: un rico industrial egipcio, hermano musulmán confeso, que dirigía un banco islámico en Suiza e influía en el curso de la política mundial desde su aislada villa en un misterioso enclave italiano. Y que actuó en secreto como financiador de Osama bin Laden y su banda terrorista. Los medios de comunicación se volcaron en la noticia.
¿Cómo no iban a hacerlo? Al fin y al cabo, Nada había sido acusado de financiación del terrorismo por las altas esferas de la política estadounidense. El argumento esgrimido por las autoridades de EE.UU. de que los terroristas del 11-S tenían que contar con una red de simpatizantes financieramente fuerte fue ampliamente aceptado. Los medios informaron que Al Qaeda y Osama bin Laden disponían de un sistema financiero global y altamente complejo con el que financiaban sus actividades. La narrativa de los «banqueros de la guerra santa» (revista Cash, del 16 de noviembre de 2001) -entre los que también figuraba Youssef Nada- encajaba como un guante.
Sin embargo, el poco dinero que en realidad se necesitó para el que quizá fue el atentado terrorista de mayor repercusión de la historia parece hoy casi absurdo: en 2004, el informe de la investigación estadounidense sobre el 11-S concluyó que Al Qaeda había gastado alrededor de medio millón de dólaresEnlace externo en los atentados. En comparación con el impacto que tuvieron esos atentados, se trata de una suma insignificante.
En el clima caldeado tras los atentados y la prensa negativa, Nada se enfrentó a los medios y concedió numerosas entrevistas: «Nunca busqué la atención de los medios, pero tuve que defender mi nombre». Todavía se muestra enojado con algunos periodistas que quisieron cobrar notoriedad con su caso.
Por ejemplo, un documento que se encontró en su casa durante el registro y que algunos medios de comunicación bautizaron con el nombre de «El Proyecto». Según estos medios, se trataba de un plan estratégico secreto de los Hermanos Musulmanes para infiltrarse en Occidente. Para Nada, esto no solamente era un disparate, sino también una calumnia deliberada. «He recibido miles de cartas en mi vida, encontraron esto entre un montón de papeles cuando registraron mi domicilio. ¿Y se supone que la Hermandad era responsable de eso?»
Nada busca la traducción oficial de la Policía Federal. En el informe se dice que el documento fue escrito en 1982, no estaba firmado y tampoco figuraba el nombre del autor. «Pero, claro, se estableció una conexión con los Hermanos Musulmanes. Es lo típico». Con ello se seguía el argumento de los sucesivos gobiernos militares egipcios de que la Hermandad -como la mayor fuerza de oposición- era una organización terrorista.
¿Por qué tiene tanta importancia este caso para Nada? En su biografía autorizada, el episodio que rodea al documento también ocupa mucho espacio. «Así que se cultivó la idea de que había un plan maestro para islamizar Europa», explica Nada. Resulta llamativo, dice, que algunos periodistas -a quienes menciona por su nombre- apoyaran vigorosamente el tema. «Debe saber que esas acusaciones fueron ampliamente difundidas y recogidas por numerosas agencias de inteligencia en Europa».
Hubo otra acusación aún más grave: un periodista del diario italiano Corriere della Sera escribió ya en los años 90 que Nada había financiado al movimiento palestino Hamás. Según sus propias afirmaciones, el periodista tenía contactos con el FBI y, de acuerdo con unas declaraciones juradas efectuadas ante las autoridades estadounidenses, relacionó explícitamente el nombre de Youssef Nada y su banco con la financiación del terrorismo. Nada concluye que la reproducción de esas acusaciones en la prensa -que posteriormente recogieron numerosos medios- influyó en los servicios de inteligencia estadounidenses y posteriormente sirvió de base para su supuesta conexión con Al Qaeda.
Sin embargo, la acusación nunca se pudo verificar. Hasta hoy, la información en la que se basaron los servicios de inteligencia estadounidenses para realizar sus suposiciones sigue siendo secreta. Sin embargo, es posible comprobar que el banco Al Taqwa ya estaba siendo investigado en Italia en los años 90. Un informe de alerta de los servicios antiterroristas italianos de 1995 acabó en la Fiscalía Federal suiza, y más tarde los medios de comunicación también lo citaron. En él, se describía a Al Taqwa como la «estructura financiera más importante de los Hermanos Musulmanes» y de otras «organizaciones islámicas extremistas» afines. Sin embargo, Nada nunca fue acusado de financiación del terrorismo en Italia, ni antes ni después del 11-S. Durante varios años mantuvo distintos procesos judiciales con el periódico Corriere della Sera por difamación; obtuvo justicia y compensación económica en 2011.
Se sucedieron varias campañas de desprestigio atacando a la Hermandad, asegura Nada. Él tiene muy claro que «todo el asunto fue una decisión política para quitarme de en medio y desautorizar a los Hermanos Musulmanes». Insinúa que conoce a los que están detrás. Pero no añade nada más sobre quién exactamente podría haber tenido interés en ello.
A la caza
¿Quién es amigo? ¿Quién es enemigo? Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, el presidente estadounidense George W. Bush acuñó la fórmula: «O estás de nuestro lado o estás del lado de los terroristas». Esto obligó a los gobiernos a adoptar una postura, aunque verdaderamente no fue nunca una elección real. Cuando se inició la caza de los terroristas y sus cómplices en el curso de la «War on Terror» (Guerra contra el Terrorismo), muchos medios e instituciones desplegaron todo su arsenal. En palabrasEnlace externo de un antiguo funcionario de alto rango de la CIA, «después del 11 de septiembre todo el mundo se quitó los guantes»
Pero, ¿por dónde empezar la caza? Lo que tuvieron que afrontar los investigadores en Suiza en el caso Nada puede ya deducirse de un informe provisional de la Policía Criminal Federal de enero de 2002: «Debe mencionarse aquí abiertamente que muchas conclusiones se basan en suposiciones y no pueden probarse según el estado actual de la investigación». Y a continuación, de forma más clara: «Tampoco se han encontrado hasta ahora indicios de financiación del terrorismo ni de apoyo al mismo».
Sin embargo, las autoridades se vieron obligadas a actuar. Ciertamente, Suiza intervino de buena fe, asegura Jean-Paul Rouiller, y no solamente en este caso. En la actualidad, Rouiller dirige el Grupo de Análisis Conjunto del TerrorismoEnlace externo en el Centro de Política de Seguridad de Ginebra (GCSP) y también participó en su momento en el caso Nada en la Policía Criminal Federal. «Nuestro primer impulso fue, por supuesto, ayudar a los estadounidenses lo mejor posible». Después de todo, Washington siempre ha sido considerado un socio fiable.
Para Rouiller resulta obvio que -desde la perspectiva actual- hubo una reacción exagerada por parte de Estados Unidos tras los atentados. Sin embargo, no acepta que los servicios de inteligencia no estuvieran en el origen del caso Nada. No obstante, prefiere no entrar en detalles. Señala sin embargo que los enfoques de EE.UU. y Suiza sobre la información de los servicios de inteligencia difieren enormemente: Suiza tiene un enfoque menos politizado y predominan las consideraciones del Estado de Derecho.
También está claro para Rouiller que en la época del 11-S se disponía de muchos menos datos sobre el extremismo islamista. «Hubo claras equivocaciones». Algo que es particularmente cierto en relación con la banca islámica que operaba Nada: hoy día los bancos occidentales ofrecen los instrumentos financieros basados en el código islámico, pero eran poco conocidos en el cambio de milenio, incluso para las autoridades investigadoras, a las que Nada les pareció altamente sospechoso.
«Un auténtico escándalo»
Dick Marty, antiguo miembro del Consejo de los Estados (Cámara Alta del Parlamento Federal de Suiza), tiene palabras aún más claras: «La historia fue un auténtico escándalo”. Que alguien pueda acabar en una lista de sanciones de la ONU sin que se abra un juicio, sin que nunca se le interrogue al respecto, sin conocer las acusaciones exactas y sin tener ninguna posibilidad de recurrir. «Al principio no me lo podía creer».
Marty es originario del Tesino y conoció a Youssef Nada a través de un amigo común. «Me reuní con él no como abogado, sino en calidad de político y activista de los derechos humanos». Se dio cuenta rápidamente de que no había nada de cierto en las acusaciones. Además, tampoco como antiguo fiscal del Tesino le llamó nunca la atención la entidad financiera de Nada, que en aquel momento llevaba tres décadas operando desde Lugano.
Fue Marty quien convenció a Nada para que presentara una denuncia contra el procedimiento abierto por la Fiscalía Federal. «Al principio, Nada no quiso». Pensaba que no le correspondía actuar contra Suiza, al que consideraba su país de acogida». Pero Marty le convenció: «Para nuestro Estado de Derecho esta denuncia tuvo suma importancia».
A pesar de los muchos imponderables legales, el Tribunal Penal Federal le dio la razón a Nada. La Fiscalía Federal de Suiza tuvo que cerrar el caso en 2005, aunque tendrían que pasar otros cuatro años antes de que su nombre fuera borrado de la lista de sanciones de la ONU. El recurso ante el TEDH de Estrasburgo – mencionado anteriormente- se presentó también a propuesta de Marty. Y ahí quedó también claro el principal problema de las resoluciones de la ONU: son normas de una jerarquía jurídica superior y los Estados están obligados a aplicarlas, aunque vayan en contra de sus propias leyes.
Marty consideró escandaloso que una organización como la ONU, comprometida con los valores de la democracia y el Estado de Derecho en todo el mundo, llevara a cabo semejante actuación. Pero a esas alturas ya se había habituado a esa situación, porque, desde otros ámbitos, se había hecho también una idea de algunas acciones altamente cuestionables en la «War on Terror». De 1998 a 2011 fue miembro del Consejo de Europa. A partir de 2006, sus informes sobre los campamentos secretos de prisioneros de la CIA y el transporte de prisioneros en Europa causaron una enorme conmoción en el organismo, y llevó el tema de los tristemente famosos “black sites” (centros clandestinos de detención de la CIA) a los medios de comunicación. «Todo esto paralelamente a la historia de Youssef Nada».
Todavía se puede sentir la indignación de Marty en aquel momento. Tampoco ahorra duras críticas a Suiza: «Ninguna autoridad tuvo el valor de enfrentarse a Washington. Además, fueron deliberadamente manipuladas por Estados Unidos». Los documentos hechos públicos por la televisión suiza son significativos. Tras las primeras investigaciones, el fiscal federal encargado del caso escribió a Washington señalando que se sentía «decepcionado» por la información facilitada: era «superficial» e «inutilizable».
Aquí puede encontrar la emisión de la SRF ‘Rundschau’, que cita la carta de la Fiscalía General (en alemán):
Marty incide en algo más: Nada también fue borrado de las listas de terroristas de Estados Unidos: «Y eso es una clara señal. Porque mientras haya la más mínima sospecha contra alguien, esa persona seguirá estando en la lista».
A raíz de todo esto, Suiza ha logrado imponer ciertas modificaciones en las sanciones de la ONU sobre el dinero y la prohibición de viajar: por ejemplo, se ha incorporado una cláusula de fuerza mayor para que los afectados puedan retirar dinero para sus gastos de subsistencia. Además, se ha elaborado un procedimiento de exclusión de la lista para dar la posibilidad de que las personas incluidas en ella puedan obtener una revisión de su situación, algo que no estaba previsto anteriormente. El logro más importante en el que Suiza participó junto con otros países fue la creación de una oficina de ombudsman (defensor de los derechos civiles) independiente. Aunque su influencia es moderada, supone un correctivo mínimo para el Comité de Sanciones, que toma las decisiones relevantes. Aun así, para Marty eso no es suficiente: «Suiza podría haber hecho mucho más».
Marty prefiere no entrar en la posibilidad de que se hubiera tramado un complot contra Nada, como este último ha insinuado. Pero cree también que la historia aún no ha terminado.
¿Qué queda?
En cualquier caso, las listas de la ONU no han dado lugar a ningún procedimiento en Suiza. En respuesta a una consulta, la Secretaría de Estado de Economía (Seco) ha informado por escrito que «Las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra Al Qaeda y los talibanes han afectado hasta ahora a menos de diez personas y organizaciones en Suiza. Desde hace muchos años ninguna de esas personas u organizaciones sigue bajo los efectos de las sanciones, entre otras cosas, por haber sido borradas de la lista». Sobre otras cuestiones, como por ejemplo los activos financieros bloqueados, la oficina no facilitó más detalles.
Sin embargo, incluso veinte años después del 11-S, la historia de las listas de terroristas de la ONU no ha terminado. La mencionada oficina del ombudsman sigue existiendo. Desde 2018 está dirigida por el suizo Daniel Kipfer Fasciati, pero solo hasta finales de este año. El exjuez del Tribunal Penal Federal presentó su dimisiónEnlace externo, formulando claras críticas. Por ejemplo, censura la falta de independencia institucional del cargo y la protección contractual del ombudsman. Asegura que se echan en falta elementos fundamentales: desde el estatus diplomático -sin el cual muchas cosas no son posibles a ese nivel de la política mundial- hasta el seguro médico.
Según un artículoEnlace externo de la conocida revista Foreign Policy, no se trata de una casualidad: un largo informe, en el que también opinan los predecesores de Kipfer Fasciati, demuestra que esas trabas son deliberadas. Mientras los Estados miembros del Consejo de Seguridad no decidan lo contrario, el ombudsman solo tiene una influencia limitada. Pero no hay ningún cambio a la vista: el instrumento de las listas de terroristas, que se elaboran prácticamente sin ningún mecanismo de control legal, parece seguir siendo una herramienta común en la «War on Terror».
¿Y Nada? Su compromiso con la Hermandad sigue en pie: durante la entrevista, recibe llamadas de medios de comunicación árabes, interviene a favor de los Hermanos Musulmanes encarcelados en Egipto, participa en el debate público. Aparte de eso, el egipcio quiere disfrutar de sus últimos años en Campione; ya no guarda ningún rencor. «Después de todo, he sido capaz de enfrentarme al poder mundial».
Traducción del alemán: Carla Wolff
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