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Artesana de la democracia

Di Zaira Esposito.
Zaira Esposito es percibida en Basilea como tesinesa. © Thomas Kern/swisisnfo.ch
Serie Inclusión, Episodio 6:

Con ocasión del Día Internacional de la Democracia presentamos a dos personas que aspiran a potenciar los derechos de participación política en Suiza: Zaira Esposito y Përparim Avdili.

Zaira Esposito, de Basilera, era muy joven cuando se convirtió en política. Hoy quiere facilitar la coparticipación de la población extranjera a través las sesiones de los migrantes.

El asfalto, el ruido de los tranvías y el vocerío de la gente caracterizan el barrio de Zaira Esposito, que vive en la ciudad de Basilea desde hace 15 años, donde lucha por la inclusión y la participación política de los inmigrantes.

Más que una política, la copresidenta de la Asociación MitstimmeEnlace externo (literalmente: ‘Tomar parte en la votación’), de 34 años, es una facilitadora de políticas. La asociación es la que ha propulsado las sesiones de los migrantes en Basilea, que se volverán a celebrar este otoño. Pero Esposito empezó siendo política. Su primer contacto con la democracia lo tuvo lejos del contexto urbano de Basilea, en el parlamento de la localidad de Sessa en las montañas tesinesas. Fue elegida al parlamento local por primera vez a los 18 años, y en la etapa final de su mandato incluso presidió la cámara durante un año.  

Dice que aquí en Basilea siempre la tratan como tesinesa. Fue distinto en el Tesino, donde la hija de un padre italiano y una madre de la Suiza de expresión alemana había crecido en el seno de una familia binacional. La participación política no era algo que le importara mucho en los inicios de su carrera política en el Tesino. Fue en Basilea donde empezó a interesarse por el tema.

Las democracias de todo el mundo están en crisis. Desde hace unos 15 años, existe una tendencia hacia el autoritarismo y las dictaduras.

Suiza, en cambio, es un remanso de estabilidad. Casi todos los partidos se sientan juntos en el gobierno, nunca hay elecciones anticipadas y, sin embargo, los ciudadanos con derecho a voto pueden votar sobre distintas cuestiones en iniciativas y referendos con más frecuencia que en cualquier otro país del mundo.

Pero la historia de la democracia suiza es también una historia sobre a quién se permite opinar y a quién no. Cuando se fundó el Estado federal en 1848, solo el 23% de la población tenía derecho a voto, y durante más tiempo en su historia, la democracia suiza excluyó a la mitad de la población: las mujeres solo han tenido derechos políticos durante unos 50 años. Sin embargo, hoy en día, muchos suizos siguen sin poder expresar su opinión.

Quién puede opinar y quién no es políticamente controvertido. Hasta ahora, la clara mayoría de la población suiza siempre ha rechazado una ampliación de los derechos políticos, por ejemplo, a los extranjeros asentados. Como la política y abogada del Partido UDC (Unión Democrática de Centro) Demi Hablützel, que escribe en su artículo de opinión: «Los derechos políticos no son una herramienta para la inclusión».

Pero las democracias tienen que enfrentarse una y otra vez a la delicada cuestión de quién puede opinar y hasta qué punto. Especialmente cuando la democracia liberal ya no es la norma mundial indiscutible, los Estados democráticos deben estar a la altura de sus propias expectativas.

Por eso SWI swissinfo.ch dedica esta serie a la inclusión política. Examinamos los debates y discusiones sobre quién tiene voz en Suiza y en qué medida. Hablamos con expertos. Presentamos a personas y movimientos que trabajan por la plena inclusión política de diversas minorías y personas marginadas en Suiza.

Por cierto, los suizos residentes en el extranjero también estuvieron excluidos durante mucho tiempo: solo se les permitió votar a partir de 1992.

El camino también es una meta

Antes de contar su historia saca papeles con las resoluciones del Consejo de Estado, algunos volantes y también una revista sobre el tema de la migración y la participación, que contiene un artículo corredactado por ella. La revista es interesante sobre todo por las demás contribuciones que contiene, señala. En su artículo aparecen frases como: “El camino también es una meta”. A Esposito no le gusta estar en el foco, prefiere anteponer la materia de debate, que es demasiado importante para ella.

Zaira Esposito sentada en una banca.
Los engranajes de la inclusión giran lentamente. © Thomas Kern/swisisnfo.ch

Y el asunto que tanto le importa es la cuestión de si las personas que no tienen el pasaporte suizo pueden coparticipar políticamente en Basilea-Ciudad. En la actualidad se trata de un grupo que abarca el 37% de los habitantes del semi-cantón, un porcentaje que está creciendo rápidamente. Ya en 2029, las personas con derecho de voto podrían constituir una minoría en el cantón, según los pronósticos de la Oficina de Estadística de Basilea anteriores a la pandemia. Los expertos en ciencias políticas consideran deficitaria una democracia en la que una minoría decide y donde una mayoría queda excluida de la participación política.

Entusiasmada, Esposito cuenta de sus clases de formación vespertinas que imparte sobre el funcionamiento del régimen político suizo. Hay mucho interés por parte de los inmigrantes. Pero a pesar de que comprendan cada vez mejor el sistema político, también crece la desilusión entre las comunidades migratorias, constata. Sin el pasaporte suizo no existe la posibilidad de coparticipar en el proceso político, ni siquiera en el ámbito comunal.

Sesión de los migrantes

Si bien es cierto que las comunidades migratorias quedan excluidas por lo general del proceso político, existe un espacio creado por la asociación Mitstimme en el que sí tienen voz. Las sesiones de los migrantes ofrecen a las personas sin derecho de sufragio un marco para la coparticipación política. En estas sesiones, las personas sin pasaporte suizo debaten en grupos de trabajo sobre los asuntos que les importan. 

La sesión de los migrantes propiamente dicha es la que al final toma las decisiones en una reunión sabatina que se celebra en el hemiciclo del parlamento basilense. Durante un sábado del año pueden votar únicamente las personas sin pasaporte suizo. Esposito organiza y moviliza a la gente para esta ocasión. Durante el debate se mantiene en un segundo plano, limitándose al papel de una defensora de los derechos políticos. “Lo hago de forma consciente, porque ese día deben estar en el centro las personas que normalmente no tienen voz ni voto en la política.”

De la propuesta a la petición

Desde el palco también asisten políticos y políticas de los distintos grupos parlamentarios, incluida la derechista Unión Democrática de Centro (UDC). A pesar de su papel destacado en el proceso legislativo, los políticos se limitan a escuchar el debate. Pongamos un ejemplo: en representación de los migrantes, una política entregó al Consejo de Estado en verano de 2019 una moción sobre el campo temático “salud y migración”. El otoño siguiente se presentaron los resultados y a continuación se sometió a debate en el pleno una propuesta que exigía una estrategia a las autoridades. En la sesión se debatió de forma controvertida si la reducción de las trabas en la asistencia médica era una competencia cantonal.

En la votación de la sesión de los migrantes, muchos de los que normalmente no tienen voz ni voto alzaron sus papeletas verdes, pidiendo que se desarrollara esa estrategia. La misma política que ya había trasladado la propuesta inicial al gobierno cantonal, volvió al parlamento para presentar la petición que exigía la elaboración de una “estadística” y una mayor “coordinación en materia de salud y migración”. La petición se remitió luego al Ejecutivo, donde en la actualidad se sigue “tramitando”. Ciertamente, el proceso es lento, pero el camino también es una meta.

Una fiesta de la democracia

Fue en la última sesión de los migrantes cuando Esposito decidió militar en el Partido Socialista y dedicarse a la política partidista. Esposito sonríe, porque finalmente vuelve a la política. Rara vez tematizan su carrera como joven política en el Tesino. Las sesiones que dirigió a los 24 años de edad como presidenta del parlamento local en su pueblo forman parte de un pasado remoto. Sessa solo tenía 700 habitantes; y ahora forma parte de Tresa, municipio con el que la localidad se fusionó el año pasado.

Zaira Esposito con los brazos abiertos.
Zaira Esposito en el barrio de Gundeldingen, en Basilea, donde vive. © Thomas Kern/swissinfo.ch

Fue una fiesta de la democracia que un concejo tan pequeño lograra repartir la responsabilidad de los asuntos municipales a un número tan elevado de personas. Pero en Sessa, más del 20% de los residentes eran extranjeros y no podían participar en los asuntos locales. La legislación vigente no prevé una representación para este grupo en una conservadora aldea de montaña y tampoco en una ciudad como Basilea.

El último intento de conceder el derecho de voto a los extranjeros residentes en Basilea fracasó estrepitosamente en las urnas en una votación popular celebrada hace doce años. Y eso a pesar de que una propuesta de compromiso contara con el apoyo del Ejecutivo. En estos momentos se está preparando un nuevo intento en Basilea. Esposito no se atreve a pronosticar un resultado, aunque admite que “se está debatiendo de manera más madura sobre el tema”. El camino también es una meta.

Inclusión en lugar de integración

Hay indicios para un cambio, por ejemplo en el lenguaje: ahora, la iniciativa se llama “derecho de voto para los residentes”. El nuevo apelativo enfatiza el hecho de que se trata de conceder el sufragio a personas que viven en Basilea-Ciudad, a diferencia de la designación “derecho de voto para los extranjeros”, que acentúa la alteridad. La nueva fórmula refleja la demanda que exige inclusión en lugar de integración. 

La mayoría de las propuestas propugnadas por Esposito tienen por objetivo la inclusión política, un tema que no le preocupaba en la primera fase de su carrera como joven política en el Tesino. Como alumna de instituto de bachillerato se interesaba por acontecimientos internacionales como la guerra en Irak o asuntos de política cantonal como el programa de ahorro en educación, que entonces se debatía en el Tesino.

¿Por qué se comprometió entonces a dedicarse durante cuatro años a la política local? “Pero si somos todos artesanos de la democracia”, contesta Esposito. La expresión no solo refleja muy bien su trabajo como política, sino también la actividad que desde entonces ha desarrollado fuera de un parlamento electivo.

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Adaptado del alemán por Antonio Suárez Varela

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