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“Necesitamos que la comunidad internacional nos escuche”

Lideresa indígena.
Jamil Chade

Una nueva generación de dirigentes indígenas en Brasil denuncia que la lucha por sus derechos se ha intensificado bajo el gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro.

De visita en Ginebra, la lideresa Erileide Domingues advierte que los pueblos indígenas se enfrentan al “exterminio” si Jair Bolsonaro es reelegido como presidente en octubre. SWI la entrevistó en su tierra ancestral en Amambai, un municipio en el sureste del país.

Con un móvil en una mano y una tableta en la otra, Erileide Domingues se asegura de que cada familia indígena reciba su ración de alimentos. Los suministros, que van desde frijoles hasta azúcar, son enviados una vez al mes por el gobierno brasileño a su tierra cerca de la frontera con Paraguay. Lideresa de la comunidad Guyra Roka, ubicada en el estado de Mato Grosso do Sol, en el sureste del país, es la responsable de mantener los contactos con las autoridades y asegurar que nadie quede excluido.

Joven y mujer, Domingues forma parte de la nueva generación de líderes indígenas brasileños. Está lista para tomar el manto de los ancianos y asegurar la supervivencia de su gente y su forma de vida tradicional basada en una relación esencial con la tierra. Para ella, la mayor amenaza que enfrenta hoy su comunidad es el gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro. El actual mandatario cuenta con el apoyo de una tercera parte de los votantes en Brasil y aún cree que puede superar la popularidad de Luiz Inácio Lula da Silva, actualmente el favorito para ganar las elecciones presidenciales de octubre.

Domingues consideró que tenía que viajar a Suiza para dar la voz de alarma: “Si se queda [Bolsonaro], es el exterminio”. La lideresa acudió a la sede de las Naciones Unidas para denunciar la difícil situación de su comunidad, y de su país.

Han pasado cuatro años desde que Bolsonaro se convirtió en presidente de Brasil y desplegó lo que los críticos consideran una agenda contraria a los derechos humanos. Las comunidades indígenas del país latinoamericano dicen vivir en estado de “guerra”; una guerra por su tierra y su supervivencia. Precisan que están bajo el constante ataque de pistoleros, ganaderos, policías y capos de la droga.

Con las elecciones presidenciales de Brasil a la vuelta de la esquina, SWI swissinfo.ch viajó cientos de kilómetros entre diferentes tierras y reservas indígenas en Mato do Grosso, en julio. La región es una de las áreas más peligrosas de Brasil para las comunidades indígenas y un centro de exportación clave para la producción de alimentos del país, principalmente soja.

Visita a la ONU

Domingues expuso esa situación ante las Naciones Unidas en Ginebra. Forma parte de los pocos representantes indígenas elegidos para exponer los desafíos que enfrentan esas comunidades. Sus testimonios serán tomados en cuenta para la evaluación sobre el estado de los derechos fundamentales en Brasil que el Consejo de Derechos Humanos llevará a cabo en la segunda quincena de noviembre. La lideresa espera que su voz pueda resonar tanto en eventos públicos en la ONU como en reuniones privadas con funcionarios de derechos humanos en la institución internacional.

Joven mujer con penacho.
Jamil Chade

Su presencia en Suiza refleja un cambio drástico en la historia del activismo indígena en Brasil. Durante décadas, los hombres mayores representaron los intereses de las comunidades ante el gobierno y, en ocasiones, ante el mundo. Los logros políticos de las mujeres en América Latina durante los últimos diez años han sacudido las dinámicas tradicionales de poder en toda la sociedad, incluidas las comunidades indígenas.

Domingues, quien completó la escuela secundaria, dice que ejercer el liderazgo como mujer no está exento de desafíos en su comunidad o al tratar con las autoridades. Todavía existe una tendencia a subestimar a las mujeres y es posible que se sientan menos seguras que sus compañeros masculinos en ciertas situaciones. Pero, insiste, las lideresas como ella son la nueva realidad. E incluso está considerando tomar lecciones de inglés para promover mejor los derechos indígenas en el ámbito internacional.

“Ahora nos toca a nosotras”, dice la dirigente de 31 años. Durante el último lustro, asumió cada vez más sus responsabilidades, reemplazando a su abuelo, que ahora tiene 104 años. Los episodios dramáticos de los últimos años, según Domingues, han acelerado el traspaso de poder en su comunidad. “Cada vez hay menos ancianos. En muchas ocasiones tomo el brazo de mi abuelo y le digo que estoy para ayudar”.

Personas avanzan por un camino de brecha
Jamil Chade

El conflicto entre su comunidad y las autoridades se centra en la tierra. Los territorios indígenas tradicionales en Brasil como el suyo están protegidos por la Constitución. Pero, para asegurar tal estatus, el gobierno necesita reconocer y declarar cada área como tierra protegida.

Bolsonaro considera que las comunidades indígenas tienen demasiado territorio y que estas explotaciones obstaculizan el desarrollo económico. Desde que asumió el cargo, se ha asegurado de que no se otorguen más tierras con ese estatus de protección, lo que ha permitido que madereros, mineros y hacendados avancen y choquen con estas comunidades locales.

“Basta de mentiras”

Ante esa realidad, la voz de Erleide resonó en la ONU con una mezcla de indignación y desafío. “Basta de mentiras de las autoridades brasileñas”, enfatizó en un encuentro con gobiernos de todo el mundo. Mientras hablaba, el embajador de Brasil ante la ONU, Tovar Nunes, la escuchaba atentamente desde la primera fila.

El gobierno brasileño no respondió a sus ataques. Pero, antes de que la lideresa indígena tomara la palabra, Nunes aseguró a todos los participantes en la reunión que “compartía” el mismo interés por promover los derechos humanos.

En los últimos meses, la misión de Brasil en Ginebra ha repetido el mantra de que proteger a los grupos indígenas es una prioridad del gobierno actual, afirmación que es cuestionada por activistas de derechos humanos.

Durante sus diferentes reuniones en Ginebra, Domingues pidió a los países y a la propia ONU presionar a Brasil para asegurar que las tierras sean entregadas a los grupos indígenas. “Existimos. Somos una realidad”, enfatizó, luciendo su tradicional ornamentación en la cabeza. “El Estado está ciego, sordo y mudo con nosotros. A lo que nos enfrentamos es a un baño de sangre”.

También se reunió con la misión suiza en la ONU y espera que el gobierno suizo defienda los derechos de su pueblo ante el gobierno brasileño.

Aumento de la violencia

El territorio donde vive la comunidad de Domingues es tierra guaraní-kaiowá. Hace unos 150 años, las comunidades indígenas ocuparon un área de casi 40 000 kilómetros cuadrados, ignorando la frontera entre Brasil y Paraguay. Ubicados en ocho resguardos de no más de 36 kilómetros cuadrados creados entre 1915 y 1928, los indígenas fueron víctimas de un desplazamiento forzado que transformó su historia.

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La ampliación de la frontera agrícola y la participación de Mato Grosso do Sul como uno de los polos exportadores de materias primas de Brasil para el mundo sentaron las bases para el debate sobre los derechos de los pueblos indígenas en la región. Gradualmente, las reservas se hicieron aún más pequeñas y los territorios indígenas cayeron en un estado de anarquía con hacendados, madereros y mineros causando estragos en la región.

Todo ello se ha traducido en un derramamiento de sangre sin precedentes en una de las zonas agrícolas más productivas del planeta.

Según el Foro Brasileño de Seguridad Pública, 2 000 indígenas fueron asesinados entre 2009 y 2019. Se registró un aumento del 21% en 2019, el primer año del actual gobierno.

Tumbas abiertas

Lo que Domingues trae a Ginebra es el estallido de rabia de esas comunidades por el miedo constante a la muerte. Uno de los casos que más conmocionó a la población local fue el asesinato de un indígena en la región de Taquaperi, cerca de la frontera con Paraguay, en el municipio de Coronel Sapucaia, a principios de este año. Durante décadas, el territorio indígena había quedado reducido a una fracción de lo que era y, en ese contexto de desposesión de tierras, varios miembros de la comunidad comenzaron a ocupar nuevas áreas y obligaron a sus propietarios a huir. Estallaron enfrentamientos armados entre indígenas y hacendados.

Hombres con palos
Jamil Chade

El 21 de mayo de 2022, mientras buscaba leña, el guaraní-kaoiwá Alex Lopes fue asesinado de ocho tiros cerca de una de las fincas de la región. Su cuerpo fue arrojado a un arroyo cerca de la frontera con Paraguay.

Como respuesta al asesinato, los indígenas decidieron invadir la hacienda y ocuparla. Desde entonces, ha habido tensiones continuas con los ganaderos.

Este ejemplo que expuso Erleide a la ONU es representativo de la violencia que enfrentan. “Necesitamos que la comunidad internacional nos escuche”, clamó.

La lideresa se dice consciente de que una victoria de Bolsonaro, incrementaría las amenazas contra las comunidades indígenas y requeriría una acción internacional concertada para ayudarlas.

“Somos conscientes de que ningún gobierno será capaz de responder a nuestra necesidad. Pero el camino se empeorará si [Bolsonaro]vuelve a ganar y nunca nos sentiremos como en casa. Es algo que nos duele”, afirma Erileide.

“Quieren que les temamos. Pero no lo haremos. Si les tenemos miedo, no podremos decirles a nuestros hijos que esto es nuestro”

Editado por Virginie Mangin, Dominique Soguel

Adaptado del inglés por Marcela Águila Rubín

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