La Declaración Universal de los Derechos Humanos pretendía cambiar el mundo
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 nació del deseo de garantizar que no se repitieran los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, que se cumplen 75 años de esa histórica Declaración, SWI Swissinfo.ch analiza cómo surgió y si sigue manteniendo su relevancia hoy en día.
La Segunda Guerra Mundial ha sido la más mortífera de la historia. Murieron unos 70 millones de personas, entre ellas 50 millones de civiles. La Alemania nazi exterminó a unos 6 millones de judíos -dos tercios de la población judía europea- que fueron sistemáticamente perseguidos, acorralados, saqueadas sus propiedades y deportados a la fuerza junto con otras minorías consideradas indeseables, para morir en campos de concentración. Se bombardeó a civiles. Se invadieron países y se obligó a sus ciudadanos a realizar trabajos forzados. Hubo violaciones, asesinatos y destrucción en masa.
Intentando salir de semejante inhumanidad, y con Naciones Unidas asumiendo el relevo de la desacreditada Sociedad de Naciones que no había conseguido detener la guerra, los líderes mundiales se conjuraron para que no se repitiera «nunca más». Decidieron complementar la Carta de las Naciones Unidas con un conjunto de principios que garantizaran los derechos de todas las personas en todo el mundo.
Cómo nació la Declaración
El asunto se trató en la primera sesión de la Asamblea General de la ONU en 1946 y se remitió a la Comisión de Derechos Humanos, predecesora del Consejo de Derechos Humanos, que tiene su sede en Ginebra.
La Comisión de Derechos Humanos se reunió por primera vez en enero de 1947 en Nueva York y creó un comité de redacción de la Declaración. Eleanor Roosevelt, viuda del Presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, presidió dicha reunión. Todos los miembros del comité desempeñaron papeles clave, pero Roosevelt fue reconocida como la fuerza impulsora de la aprobación de la Declaración. Ella la describió como una «Carta Magna» de los derechos humanos.
OEnlace externotras mujeresEnlace externo también desempeñaron un papel importante. Por ejemplo, Hansa Mehta, de la India, miembro de la subcomisión sobre la condición jurídica y social de la mujer, a quien se atribuye el mérito de haber conseguido que las primeras palabras de la Declaración se cambiaran de «todos los hombres nacen libres e iguales» a «todos los seres humanos nacen libres e iguales».
El proyecto final se entregó a la Comisión de Derechos Humanos, reunido en Ginebra. Ese documento, conocido como el borrador de Ginebra, se envió a los 58 Estados miembros de la ONU de la época pidiéndoles que hicieran comentarios u observaciones. El 10 de diciembre de 1948, en una reunión celebrada en París, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos HumanosEnlace externo (DUDH).
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Un «texto milagroso»
La declaración afirma que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos». Añade que deben comportarse fraternalmente los unos con los otros y que toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en la Declaración «sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición». Proclama que «todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona», y que nadie podrá ser sometido a esclavitud. La Declaración también hace de la libertad de circulación, expresión y asociación un derecho humano.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, el austriaco Volker Türk, ha calificado la DUDH de «texto muy completo y milagroso». La jurista sudafricana Navanethem Pillay, que fue Alta Comisionada de 2008 a 2014, lo califica de inspirador. «Imagínense lo que significó para mí y para todos los que estábamos bajo el apartheid y sólo conocíamos las leyes racistas», afirmó en una entrevista concedida a SWI swissinfo.ch. «Significó mucho poder mirar hacia un sistema de normas universalmente aceptadas, en el que los derechos pertenecen a todos los seres humanos y todo ser humano tiene derecho a ellos».
Phil Lynch, director de la ONG con sede en Ginebra International Service for Human Rights Enlace externo(ISHR), afirma que la Declaración Universal de los Derechos Humanos «ha tenido un impacto transformador en personas y comunidades de todo el mundo, informando e inspirando el desarrollo de leyes y políticas nacionales, apuntalando las demandas de movimientos sociales y actores de la sociedad civil, proporcionando una importante herramienta para los activistas y consagrando valores universales que unen a la humanidad y establecen las condiciones para que todas las personas vivan con dignidad».
Cómo dio origen a los tratados internacionales
La DUDH se considera la base de la legislación internacional sobre derechos humanos. Sus principios se han plasmado en una serie de tratados internacionalesEnlace externo sobre, por ejemplo, eliminación de todas las formas de discriminación (1965); derechos civiles y políticos (1966); derechos económicos, sociales y culturales (1966); eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979); contra la tortura (1984); y sobre los derechos del niño (1989).
Pillay considera la Declaración Universal como «nuestra Ley Básica», que establece los principios fundamentales de los que se derivan estos convenios. Algunos países, como Sudáfrica con Mandela, también han incorporado esos principios a su Constitución nacional.
Pero sigue existiendo el problema de conseguir que los gobiernos los cumplan. «Estamos perdiendo la esencia de lo que fue y pretendía ser la Declaración Universal de los Derechos Humanos como respuesta a los cataclismos de la Segunda Guerra Mundial», declaró Türk a swissinfo.ch en una reciente entrevista en exclusiva. «En muchas situaciones en todo el mundo existe de nuevo ese desprecio por el otro, el desprecio por el ser humano, el desprecio por la dignidad humana».
¿Quién controla?
En junio de 1993, la ONU organizó en Viena (Austria) la Conferencia Mundial de Derechos Humanos. Su principal resultado fue la Declaración Enlace externode Viena Enlace externoy el Programa de AcciónEnlace externo, destinados a reforzar la labor en materia de derechos humanos en todo el mundo. La Declaración de Viena instaba, entre otras cosas, a reforzar la capacidad de control de la ONU, lo que incluía la creación del cargo de Alto Comisionado para los Derechos Humanos, que se creó en diciembre de 1993.
En la actualidad, la ONU cuenta con numerosas formas de supervisar e intentar que los Estados cumplan sus obligaciones. Así, los «órganos de tratados» supervisan la aplicación de los convenios de derechos humanos por parte de los Estados, mientras que los Relatores Especiales y las misiones de investigación, compuestas por expertos independientes, estudian cuestiones específicas de derechos humanos o situaciones nacionales.
Por ejemplo, el Comité de los Derechos del Niño revisó recientemente la aplicación del tratado sobre los derechos del niño en siete países, expresando su grave preocupación por los castigos corporales en Azerbaiyán y la violencia sexual contra las niñas en Bolivia, entre otras cosas. Se espera que esos países informen sobre cómo han seguido las recomendaciones de la ONU. Los relatores especiales, por ejemplo, instaron recientemente al presidente de Zimbabue a rechazar un proyecto de ley que, según ellos, restringiría gravemente el espacio cívico y el derecho a la libertad de asociación.
Estos organismos y expertos informan al Consejo de Derechos Humanos, que se reúne al menos tres veces al año en Ginebra.
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Una mirada cercana al Consejo de Derechos Humanos de la ONU
¿Necesita la Declaración una actualización?
«Yo diría que es necesario actualizarla para detallar otros derechos que no se han afianzado todo lo bien que deberían: los derechos de los pueblos indígenas, los derechos de las mujeres, los derechos de los niños», afirma Pillay. «Por lo demás, tengo la máxima fe en la DUDH como norma. Son principios indiscutibles».
Lynch afirma que, más que actualizarse, la DUDH necesita implementarse, para que los Estados y los actores no estatales que violen los derechos humanos rindan cuentas. Afirma que para ello se necesitan leyes y constituciones nacionales que consagren los derechos, cortes y tribunales independientes y «una sociedad civil y unos defensores de los derechos humanos dinámicos e independientes».
El actual Alto Comisionado Türk afirma que la Declaración debe considerarse «no como una reliquia», sino como portadora de principios fundamentales que dan respuesta a problemas presentes y futuros.
Preguntado en una rueda de prensa en diciembre si cambiaría algo de la Declaración redactada hace 75 años, dijo que más bien apelaría a que se interpretara a la luz de las preocupaciones actuales. «Diría a todos los dirigentes de hoy: por favor, lean la Declaración Universal de los Derechos Humanos, utilícenla y consideren que es su obligación actuar».
Adaptado del inglés por José M. Wolff
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