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¿Cómo remediar la caída de la vacunación en Suiza?

Unidad móvil de vacunación en Yverdon les Bains
Algunos cantones han dispuesto unidades móviles de vacunación en las últimas semanas, con la esperanza de llegar a más personas acercando las vacunas a su puerta. Keystone / Cyril Zingaro

Como muchos otros países, Suiza lucha por mantener la dinámica de la vacunación contra la COVID-19. A pesar del aumento de los casos, las autoridades se resisten a introducir más medidas coercitivas para convencer a las personas indecisas de que se vacunen.

El final de junio permitió a los suizos y suizas relajarse. Con el término de la mayoría de las restricciones sanitarias, muchas personas acudieron a los bares a ver la Eurocopea de Futbol. Otros hicieron las maletas para unas vacaciones largamente pospuestas.

Virginie Masserey, jefa de la sección de control de infecciones de la Oficina Federal de Salud Pública (OFSP), estima que probablemente algunas personas no tenían en mente vacunarse en ese momento. “Muchas pueden haber pensado que podían disfrutar de la vida, que estaban a salvo porque las cifras eran bajas”, señala.

A principios de julio, el número de vacunas COVID-19 administradas había descendido de 90 000 por día a 60 000. Hasta la fecha, poco más del 40% de la población está totalmente vacunada. Los nuevos casos han empezado a aumentar de nuevo después de un importante descenso. Las cifras diarias llegaron a 500 a mediados de julio, y la variante Delta, más contagiosa, representa una proporción creciente de estas nuevas infecciones.

Virginie Masserey
Virginie Masserey, coordinadora de la campaña nacional de vacunación, se ha convertido en un rostro familiar para los suizos, ya que participa en las conferencias de prensa semanales sobre la pandemia. Keystone / Peter Schneider

A Masserey no le sorprende la manera en que evoluciona la situación. “Hemos observado también en otros países que la vacunación empieza a ralentizarse cuando se alcanza el 50% de la cobertura”, precisa.

Dinamizar las campañas de vacunación

La Organización Mundial de la Salud (OMS) predice que la variante Delta se convertirá pronto en la cepa dominante del virus, y muchos gobiernos intensifican sus campañas de vacunación. Israel, uno de los primeros países en vacunar a sus ciudadanos, registró un fuerte aumento de nuevos casos en junio. Sus esfuerzos se concentran ahora en los adolescentes. En Europa administran más vacunas tras las renovadas campañas en los Países Bajos, Noruega y España, informa Reuters.

Aunque una encuesta reciente muestra que el 25% de los suizos no piensa vacunarse contra la COVID-19, Masserey es optimista. “Podemos ver las cosas de otra manera: es posible convencer al 75% de las personas para que se vacunen”, señala, y añade que, de alcanzarse esa cifra, representaría una cobertura “muy buena”.

Por lo pronto, alrededor del 80% de las personas mayores de 65 años están totalmente vacunadas. Entre los grupos más jóvenes, hay anécdotas que evidencian que pueden ser convencidos, especialmente por sus compañeros, constata la especialista en enfermedades infecciosas.

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El objetivo de la vacunación no es la inmunidad de rebaño, sino evitar el mayor número posible de muertes y hospitalizaciones, precisa Masserey. “Vivimos en un mundo interconectado, por lo que es imposible pretender eliminar el virus”.

No hay indicios de que las autoridades suizas contemplen incentivos positivos para impulsar la vacunación, como los billetes de lotería distribuidos en Estados Unidos. Tampoco de que adoptarán medidas coercitivas como en Francia, donde el presidente Emmanuel Macron anunció recientemente la vacunación obligatoria del personal sanitario.

“¿Por qué [dirigirse] al personal sanitario? Es importante que todo el mundo se vacune, no solamente ellos”, puntualiza Virginie Masserey.

De acuerdo con ella, algunos hospitales han encontrado formas eficaces de fomentar la vacunación, especialmente invitando a expertos reconocidos a responder a las preguntas del personal.

La OFSP también apuesta al intercambio de información factual. Distribuye entre los cantones, responsables de la vacunación de la población, hojas informativas, carteles y videos que presentan los beneficios de la vacuna.

Las campañas de la OFSP también se dirigen a grupos de población específicos, especialmente a las mujeres jóvenes. Algunas de ellos expresan su preocupación por la falsa información que circula en las redes sociales que pretende que la vacuna afectaría la fertilidad de las mujeres. Una teoría sin base científica alguna. La OFSP prepara igualmente mensajes para recordar vacunarse a las personas que regresan de viaje.

En Suiza, la Comisión Nacional de Ética Biomédica también ha desaconsejado la vacunación obligatoria. Su presidente declaró a la radio pública suiza SRF que “no sería lo correcto”.

Acercarse a la gente

Suiza aún no ha descartado utilizar otro método adoptado por Francia: incrementar la obligatoriedad del certificado COVID-19 en lugares públicos. Por el momento, los suizos solamente tienen que mostrar el certificado que acredite que están totalmente vacunados, o que han dado negativo en la prueba COVID, para entrar en una discoteca o asistir a una reunión de más de 10 000 personas.

“Si nos planteáramos ampliar esta medida, sería para reducir la propagación del virus más que para mejorar la cobertura de vacunación”, asegura Masserey. “Por supuesto, el corolario sería fomentar más vacunaciones”.

En Francia se produjo un repunte de las citas para vacunarse -más de un millón en 24 horas- tras el discurso de Emmanuel Macron en el que anunció la obligatoriedad de la vacunación para los trabajadores del sector de la salud y del pase COVID para acceder a cafeterías, restaurantes, centros comerciales, aviones y trenes.

Algunos cantones suizos experimentan otras estrategias innovadoras. Argovia, Schwyz y Vaud han abierto unidades móviles de vacunación en las últimas semanas. En Ginebra, una farmacia que comenzó a ofrecer consultas sin cita previa a principios de julio atrajo a multitud de personas, algunas de las cuales hicieron colas de hasta dos horas para recibir la vacuna, informó la Radio Televisión Suiza (RTS).

Pero acercarse a la gente no es solamente llevarle la vacuna cerca de su casa. También se trata de poner a la gente en contacto directo con miembros de confianza de la comunidad científica. “Algunos médicos nos han dicho que necesitan cinco minutos para convencer a los pacientes que vienen a verlos porque dudan si deben vacunarse o no”, comenta Masserey.

Cobertura desigual de vacunación

El hecho de que cada cantón sea responsable de la vacunación ha conducido a disparidades en la cobertura de vacunación en todo el país.

“Cada cantón es diferentes, por lo que es lógico que cada uno conciba respuestas e intervenciones adaptadas a su población y contexto”, estima Virginie Masserey. El trabajo de la OFSP es estimular a los funcionarios cantonales a examinar los datos a nivel local y “ver dónde hay bolsas de personas no vacunadas a las que pueden dirigirse”.

Traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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