Suiza, baluarte mundial de tabacaleras
El Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco celebra su octava reuniónEnlace externo esta semana en Ginebra. Suiza participa solamente como observador, ya que no lo ha ratificado. Un objetivo encallado en el Parlamento Federal desde hace más de diez años. Las tres principales multinacionales del tabaco tienen su sede mundial o regional en Suiza.
En su primer discurso internacional ante el Consejo de Derechos Humanos en febrero pasado, el ministro suizo de Exteriores, Ignazio Cassis, destacó la trascendencia de los derechos civiles y políticos al resaltar la importancia de la libertad económica y la garantía de la propiedad privada como condición para la estabilidad y la paz. Un enfoque que ha hecho el éxito a veces insolente de Suiza a lo largo de su historia moderna, dejando de lado otros derechos contenidos en la Declaración Universal de los Derechos HumanosEnlace externo adoptada hace 70 años, como aquellos relativos a la salud.
La legislación suiza sobre el tabaco es perfectamente representativa de este enfoque reafirmado por Ignazio Cassis. Suiza es una de las grandes potencias económicas (19, según la clasificación de 2018 del Banco Mundial) que no han ratificado el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS). OMSEnlace externo.
¿Un Parlamento lleno de humo?
¿Por qué? Respuesta de Daniel Dauwalder, portavoz de la Oficina Federal de Salud PúblicaEnlace externo (OFSP): “De acuerdo con la práctica establecida, Suiza solamente ratifica los convenios internacionales después de haber adaptado su legislación nacional. La ratificación supone así que la ley suiza respeta ciertas exigencias mínimas definidas por el Convenio, incluida la prohibición de venta a menores, así como las restricciones de publicidad. Y ese no es el caso”.
Se ha redactado un nuevo proyecto de ley en este sentido, aunque no cumple con los requisitos básicos del Convenio de la OMS. Ese proyecto será sometido
al Parlamento a finales de año. Después de la adopción de la ley, el Gobierno revisará si se cumplen las condiciones para la ratificación del Convenio, agrega el vocero de la OFSP
Este escenario se ha repetido durante años, y cada intento parlamentario de alinear la legislación suiza con el Convenio de la OMS se estrella contra un frente unido de diputados y senadores que han sido conquistados por las compañías tabacaleras.
Baluarte de los cigarrillos
De hecho, Suiza es un lugar muy importante para las compañías tabacaleras. Philip Morris, el mayor productor del mundo, tiene su sede europea en Lausana, cantón de Vaud. Número dos en todo el mundo, la ‘British American Tobacco’ (BAT) también está muy presente en Lausana y Boncourt (Jura), mientras que ‘Japan Tobacco International’ (JTRI) tiene su sede mundial en Ginebra.
When engaging with men and women who smoke about better alternatives to cigarettes, we follow a set of principles to ensure our communications are responsible: https://t.co/34A8uqlfc7Enlace externo
— Philip Morris Intl (@InsidePMI) 30 septembre 2018Enlace externo
Según un informe de KPMGEnlace externo de octubre de 2017, las compañías tabacaleras aportan una contribución total de 6 300 millones de francos a la economía suiza y representan unos 11 500 empleos.
Una presencia que se explica por una legislación atractiva para las empresas y que permite escapar a los marcos más restrictivos de la Unión Europea y Estados Unidos. Pero también por la presencia en Suiza de la Organización Mundial de la Salud, que estas empresas buscan influir, incluso contrarrestar sus políticas de prevención del tabaquismo.
Una política de influencias que también desarrollan en el Parlamento suizo. A principios de septiembre, el programa ‘Temps Présent’ (TSR) difundió el reportaje “Cuidado, este Parlamento puede dañar su saludEnlace externo”, cuya cuidadosa investigación muestra que diversos parlamentarios son cabilderos de las empresas de cigarrillos e impulsan estrategias sofisticadas contra las medidas de prevención defendidas por el sector salud. Medidas que ahorrarían miles de millones de francos y reducirían los cada vez más altos costos sanitarios.
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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