¿Los bancos están dispuestos a luchar contra la deforestación?
Los grandes bancos, incluidos el UBS y el Credit Suisse, deben limitar y controlar sus inversiones y créditos en la producción de aceite de palma, soja y carne para evitar la deforestación.
La deforestación es un aspecto que se espera quede incorporado al acuerdo de la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP21), de París. Los bosques se consideran el mecanismo de absorción natural de contaminantes.
Sin embargo, la acción efectiva para disminuir la contaminación de bióxido de carbono puede verse dificultada si las instituciones financieras no miran con más cuidado sus relaciones con clientes que se ocupan de la deforestación.
Scott Poynton, fundador de la ONG Fondo Forestal, con sede en Nyon, argumenta que los bancos no ponen realmente de su parte para evitar la deforestación desmedida, a través del impulso indirecto de la producción agrícola, aun cuando han signado convenios ecológicos.
“En el caso del aceite de palma de cultivo sostenible y otros productos se puede favorecer la deforestación aunque un banco esté certificado por sostener la producción ecológica”.
Denominador común
“Los estándares de control para las acciones en la bolsa de productos de cultivo como el aceite de palma se encuentran en el nivel más bajo de verificación. Nada cambia realmente”, afirma Poynton.
A inicios de este año, la ONG holandesa Bank Trak acusó a Credit Suisse de atribuir un crédito por 50 millones de dólares a un grupo indonesio, que es subsidiario de la empresa APRIL, descrita por Greenpeace como “la principal destructora del bosque indonesio”.
En 2012, el Fondo Bruno Nanser, una ONG suiza, denunció que el UBS negocia con fondos de un político malasio, derivados de la explotación forestal ilegal en el estado de Sabah, en la Isla de Borneo.
En respuesta al primer caso mencionado, Credit Suisse señaló a swissinfo.ch por e-mail que “establece regularmente el diálogo con accionistas y ONG para obtener indicaciones plausibles sobre clientes que no cumplen con los lineamientos establecidos”.
En cuanto al caso de Malasia, la fiscalía helvética inició un proceso contra el banco, aún abierta, por lo que no puede aún informar al respecto.
Mejor monitoreo
Ethos, la Fundación Suiza para el Desarrollo Sostenible, quiere ver mejoras en el monitoreo de créditos, y que este control incluya el condicionamiento del préstamo, si no se cumplen las reglas de sostenibilidad ecológica.
“Si Credit Suisse dice que garantiza un crédito bajo determinadas condiciones, queremos ver cuáles son y cómo controla su cumplimiento”, indica Vincent Kaufmann, directivo de Ethos.
En opinión de Kaufmann, las líneas directrices del UBS son más “precisas” que las del Credit Suisse, específicamente en lo que concierne al rechazo del banco a hacer “negocios con compañías en bosques protegidos”. El UBS, señala, solicitará a las empresas que cuenten con una certificación muy completa, a partir de 2020.
Varias agencias de la ONU encargaron un estudio para evaluar las políticas de los bancos en sus créditos e inversiones en productos como el aceite de palma, la soja y la carne.
La investigación, según Anders Nordheim, del Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA), analizó las políticas de inversión y crediticias de 30 bancos, incluidos el UBS y el Credit Suisse.
Evaluación
Las evaluaciones se concentraron en analizar las informaciones públicas sobre las políticas medioambientales y sociales de los bancos y cómo sus lineamientos se implementan, controlan y registran.
Aunque no se dieron a conocer los resultados de cada banco, se supo que los mejores puntajes los obtuvieron los bancos internacionales de desarrollo, como el Banco Africano de Desarrollo y la Cooperación Financiera Internacional. También los bancos comerciales Standard Chartered y Sumitomo Mitsui Trust Bank obtuvieron elogios por haber invertido recursos para evitar riesgos asociados al comercio de materias primas.
El informe concluye que “los bancos, los comerciantes y los gestores de inversiones tienen una considerable huella indirecta del capital que circula en préstamos o inversiones para sociedades de producción no sostenible, comercio o venta de materias primas”.
El director ejecutivo del PNUMA, Achim Steiner, dijo que las instituciones deben «comprometerse con los clientes, restringir el crédito a las prácticas más nocivas e incorporar los riesgos de degradación natural al análisis financiero».
La Iniciativa del PNUMA para el sector financiero desarrolló un portal en línea para ayudar a las instituciones que lo deseen a mejorar sus prácticas, desarrollar políticas para evitar riesgos y comparar esfuerzos.
Nordheim pide que los bancos incluyan los factores de riesgo en los análisis financieros de cada uno de sus servicios y transacciones relacionados con las materias primas.
UBS y Credit Suisse
El Informe de Responsabilidad Corporativa 2014 de Credit Suisse establece que la producción de aceite de palma representa una de las industrias “particularmente sensibles desde la perspectiva social o ambiental”. La institución ha definido “objetivos y lineamientos específicos” en la materia.
El marco de política sobre riesgo social y medioambiental del UBS incluye en su listado la producción de aceite de palma, soja y madera y respalda la producción certificada de acuerdo a parámetros de sostenibilidad.
Christian Leitz, jefe responsabilidad empresarial del UBS, explica que el banco integró un análisis de datos sobre empresas que potencialmente violen las políticas de sostenibilidad exigidas por el banco. Si hay un caso que presenta riesgo se dirige responsable de riesgos ambientales y sociales de la institución.
Deforestación
La deforestación debida a la producción agrícola masiva representa la segunda causa de las emisiones de gases de efecto invernadero, después de la explotación energética. Es decir, un 25 a 30% de las emisiones totales, de acuerdo a la Organización de las naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Entre el 2000 y el 2012, la mitad de toda la deforestación tropical la provocó la agricultura comercial, de acuerdo a la ONG Forest Trends.
En Indonesia, la tala de árboles, debido a las plantaciones de aceite de palma, afectó a 1.5 millones de hectáreas al año, desde 2009.
En Brasil, la deforestación a causa de la producción de soja y a causa del pastoreo del ganado ha provocado la pérdida de 2.3 millones de hectáreas en los últimos años, según indica el Instituto Mundial de Recursos.
Según un reciente informe del Instituto Británico sobre Desarrollo Mundial, Brasil e Indonesia gastó 40 mil millones de dólares en subsidios para la producción de aceite de palma, soja, carne, madera y biocombustibles entre 2009 y 2012.
Traducción del inglés: Patricia Islas
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