Consejo de Derechos Humanos: ¿fundamental o fundamentalmente imperfecto?
El Consejo de Derechos Humanos se halla reunido en Ginebra hasta el próximo 13 de julio. La sesión de este año se ha visto empañada por la rivalidad entre Estados Unidos y China y por las críticas de los países en desarrollo, que consideran que a menudo son injustamente señalados por violación de los derechos humanos. SWI swissinfo.ch analiza el funcionamiento de este órgano, sus logros y las peticiones de reforma.
El modo en que discurren las sesiones del Consejo de Derechos Humanos tiende a reflejar las tensiones geopolíticas que se dan en el mundo.
El 22 de junio, apenas un día después del inicio de la sesión actual, Estados Unidos –junto con más de 40 países–, se sumó a una declaración liderada por Canadá en la que se expresaba la «profunda preocupación» por los abusos de derechos humanos cometidos por China contra la minoría musulmana uigur y se instaba a Pekín a permitir «el acceso inmediato, significativo y sin restricciones de observadores independientes a Xinjiang”.
Estados Unidos respaldó también una declaración, según la cual «solo las formas democráticas de gobierno son capaces de proporcionar un entorno propicio para la paz y la seguridad a largo plazo», pero algunos Estados están desafiando los «pilares fundamentales de la democracia».
Con el regreso de Washington al Consejo bajo el mandato de Biden estamos asistiendo a «una vuelta a la política de las grandes potencias», afirma Marc Limon, fundador y director del grupo independiente de expertos sobre derechos humanos, Universal Rights GroupEnlace externo. Según este experto, esta situación se ha visto «resumida» en los acontecimientos de inicio de esta sesión.
China y los países prochinos respondieron a esas denuncias con declaraciones en las que señalan que es preciso respetar la soberanía nacional y que la democracia depende de las condiciones locales. «La visión china de la democracia controlada es muy popular entre algunos líderes africanos y asiáticos», afirma Limon, «porque significa que pueden permanecer en el poder para siempre». En su opinión, la lucha mundial que tiene lugar en estos momentos no es entre capitalismo y comunismo sino entre «democracia y autocracia», y esto se ve reflejado en el Consejo de Derechos Humanos.
La exministra suiza de Asuntos Exteriores, Micheline Calmy-Rey, presentó en septiembre de 2005 el concepto de Consejo de Derechos HumanosEnlace externo para sustituir a la ampliamente desacreditada y muy politizada Comisión de Derechos Humanos de la ONU, creada en 1946. La ONU aceptó oficialmente la idea en marzo de 2006.
La primera sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU tuvo lugar en junio de 2006, en su sede de Ginebra. El Consejo informa directamente a la Asamblea General de la ONU.
Está formado por 47 Estados miembros, que son elegidos por mayoría absoluta por la Asamblea General de la ONU. Los miembros son elegidos sobre la base de bloques regionales: Estados africanos (13), Estados de Asia-Pacífico (13), Estados latinoamericanos y del Caribe (8); Estados de Europa Occidental y otros Estados (7), y Estados de Europa Oriental (6). El actual presidente del CDH es Nazhat Shameem Khan, de Fiyi.
Los escaños no se eligen todos al mismo tiempo. Actualmente, algunos sectores están presionando para que estas elecciones sean más competitivas, por ejemplo, alentando a que se presenten los Estados más pequeños con un historial de derechos humanos relativamente bueno.
El Consejo de Derechos Humanos se reúne al menos tres veces al año y puede también celebrar reuniones especiales para debatir situaciones de crisis. Se encarga a su vez de contratar analistas y relatores independientes para que examinen situaciones como las de Siria, Corea del Norte, Birmania (Myanmar) o Sudán del Sur, así como cuestiones temáticas como los derechos de los discapacitados y del colectivo LGTBI. Sus resoluciones no son jurídicamente vinculantes, pero tienen autoridad moral.
Si el Consejo de Derechos Humanos pide a la ONU la adopción de una medida severa, como remitir a Siria, Birmania o Sri Lanka al Tribunal Penal Internacional, chocará, en última instancia, con el Consejo de Seguridad de la ONU, donde los miembros permanentes (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido) tienen derecho a veto.
«Occidente contra el resto»
La declaración contra China coincide con la sensación que tienen algunos países en vías de desarrollo, especialmente los africanos, de que la política de «señalar y avergonzar» que sigue el Consejo de Derechos Humanos es selectiva, está politizada y apunta a ellos injustamente. Aunque, ciertamente, muchos de ellos merecen que se les señale con el dedo por violación de los derechos humanos, Limon cree que tienen razón hasta cierto punto.
En el informe anualEnlace externo de la organización se encuentra un mapa que muestra un «predominio absoluto centrado en Israel/Palestina y en África». En cambio, nunca ha habido resoluciones contra China o Estados Unidos, por ejemplo. Y a pesar de la reciente declaración sobre Xinjiang, Limon cree que es poco probable que haya una resolución sobre China en esta sesión porque este país es «demasiado poderoso» y cuenta con demasiados aliados.
Y luego está el caso de Israel. El expresidente estadounidense Donald Trump acusó al Consejo de Derechos Humanos (CDH) de ser antiisraelí. Puede que en parte tuviera algo de razón, ya que el «punto 7 de la agenda» del CDH se centra únicamente en Israel y Palestina. Esto significa que, a diferencia de cualquier otro país, Israel sale a relucir en todas las sesiones del Consejo, y los Estados musulmanes, en particular, se reúnen para atacarlo. El resultado es que Israel ha sido objeto de más de 70 resoluciones por abusos de los derechos humanos en Palestina. Algunos sostienen, entre ellos Limon, que esta situación es injusta, mientras que otros afirman que Israel debería ser tratado en una categoría separada por su condición de potencia ocupante.
Peticiones de reforma
Al anunciar su retirada hace tres años, la anterior administración estadounidense de Donald Trump calificó al Consejo de Derechos Humanos de «antiisraelí», «hipócrita» y «pozo negro de parcialidad política». Trump se retiró a mitad de un mandato de tres años de Estados Unidos en el Consejo y suprimió la financiación a este órgano. Ahora Washington ha vuelto como observador bajo el mandato de Biden, pero sigue exigiendo reformas. El estatuto de observador le permite participar en los procedimientos, pero no votar.
La exembajadora de Trump ante la ONU, Nikki Hailey, llegó a acusar al CDH de ser un «protector de los países infractores de los derechos humanos». Esto puede parecer escandaloso, pero es cierto que entre los miembros actuales del CDHEnlace externo se encuentran, por ejemplo, China, Rusia, Cuba, Venezuela y Eritrea, no conocidos precisamente por su buen historial en derechos humanos.
La preocupación por los países en los que se cometen graves abusos de los derechos humanos en el Consejo no es algo nuevo. Su predecesora, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, se creó tras la Segunda Guerra Mundial con el mandato de defender la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Pero la preocupación por la influencia de los países infractores de los derechos humanos en esta Comisión llevó a una reforma dirigida por Suiza y a su sustitución en 2006 por el actual Consejo de Derechos Humanos. Se supone que actualmente la supervisión y selección de los miembros es más rigurosa.
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Logros
El CDH está concebido para servir como órgano de debate, pero también de actuación. Como dijo Jeremy Dear, secretario general adjunto de la Federación Internacional de Periodistas, en una entrevista a SWI swissinfo.ch, «tener al mismo tiempo y en el mismo edificio de la ONU al Estado supuestamente responsable de opresión y a otros Estados que podrían tener influencia sobre este, es una oportunidad única, no para obtener una solución inmediata sino para iniciar el proceso hacia una solución».
Por supuesto, uno de los efectos de la pandemia de la COVID-19 ha sido impedir en gran medida esta conversación cara a cara, ya que las sesiones pasaron a ser virtuales. Al igual que para otras organizaciones, tanto en la Ginebra internacional como en otros lugares, queda por ver si todo volverá a la «normalidad» y cuándo lo hará. La sesión actual es «híbrida», es decir, una mezcla entre virtual y presencial.
A pesar de su controvertido historial, el CDH ha elaborado innumerables y valiosos informes sobre abusos de los derechos humanos en todo el mundo. A falta de justicia nacional o internacional, también ha creado mecanismos de recogida de pruebas sobre genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en Siria, Birmania (Myanmar) y más recientemente, en Sri Lanka, para su posible uso futuro en los tribunales. Las ONG de derechos humanos, aunque a menudo son críticas, afirman que investiga y revela las violaciones de los derechos humanos en todo el mundo que de otro modo no se conocerían.
«Puede que sus minuciosas investigaciones no conduzcan siempre, o ni siquiera a menudo, a un cambio inmediato, pero garantizan que nadie pueda decir que no lo sabía. Las pruebas de las violaciones se conservan y, en el caso de la comisión de investigación del Consejo sobre Siria aún pueden dar lugar a procesamientos por crímenes de guerra», afirmó el director ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth, a SWI swissinfo.ch en una entrevista anterior. No cabe duda de que el CDH es tan defectuoso como fundamental. Pero a pesar de las peticiones de reformas y del politiqueo interno, todavía es capaz de generar entusiasmo.
Traducción del inglés: Carla Wolff
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