Contra Cuba, un bloqueo a prueba de condenas
En 1960, Washington impuso a Cuba el bloqueo más prolongado de la historia. Desde hace 21 años la ONU ha votado en vano contra esa sanción que, según observadores, ha estimulado el orgullo nacional y contribuido al mantenimiento de un mismo Gobierno en La Habana.
“El bloqueo es contraproducente, inmoral y anacrónico”, resume el Council on Hemispheric Affaires (COHA). La entidad estadounidense de investigación advierte que para lograr una política de respeto digna de crédito en América Latina, el presidente Barack Obama debe suprimir a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo, liberar a los cinco cubanos presos por espionaje* y levantar el bloqueo contra la isla.
La suya no es una posición aislada. En sus visitas a la isla, el Papa Juan Pablo II (1998) y su sucesor, Benedicto XVI (2012), condenaron el bloqueo contra Cuba.
El propio John Kerry, actual secretario de Estado, expresaba ya su discrepancia en un editorial publicado por el San Petesburg Times en 1999, en el que aludía a la conclusión de la Guerra Fría y a la normalización (1975) de las relaciones con Vietnam, donde 58 mil estadounidenses perdieron la vida.
Sin embargo, proseguía, “cuando se trata de lidiar con una empobrecida isla a 90 millas de las costas de Florida, nos aferramos a una política que ha fracasado clamorosamente durante cerca de 50 años”.
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¿Aplicar castigos para garantizar la paz?
La postura de Washington
El periodista Tony Karon, (Time), descarta que la imposición del embargo haya generado el cambio que Estados Unidos pretendía. “La idea de que el comercio promueve los derechos humanos es un mito egoísta promovido por las corporaciones estadounidenses”, precisa.
En un editorial intitulado ‘¿Necesitamos realmente un embargo contra Cuba?’ analiza los pros y contras de la medida y sostiene empero, que la flexibilización del embargo enviaría una señal equivocada en materia de derechos humanos. Considera que la democracia debe ser la condición para el levantamiento del bloqueo.
“Nuestra política de sanciones hacia Cuba es solamente uno de los instrumentos en nuestro esfuerzo global por estimular el respeto de los derechos humanos y las libertades básicas”, arguyó el embajador estadounidense ante la Asamblea General de la ONU, Ronald Godard en noviembre pasado.
Suiza es uno de los 188 Estados que votaron entonces (y desde su ingreso a la ONU en 2002) contra el bloqueo, cuyo alcance extraterritorial obliga a las empresas que quieren comerciar con Cuba y Estados Unidos a acatar una serie de regulaciones.
Andreas Winkler, presidente de la Cámara de Comercio Suiza Cuba destaca el desconocimiento que rodea al bloqueo. “Muchas de las empresas presentes en Cuba, también cotizan en la bolsa de Nueva York o en el mercado suizo, pero es necesario estudiar los términos del embargo”.
Su incumplimiento supone multas millonarias. “Es un chantaje”, lamenta el abogado y empresario suizo Rolf Agostini, residente en la isla desde hace casi dos décadas.
“Las empresas están presionadas por diferentes vías para someterse a este embargo ilegal con la amenaza de cerrarles sucursales en Estados Unidos. No son medidas jurídicas, sino medidas que llamaría piratas”. Un ejemplo:
La industria termoeléctrica cubana requería piezas de repuesto para una maquinaria de origen suizo. Era tan antigua que la empresa debió fabricarlas de manera especial. Sin embargo, una firma estadounidense adquirió participación en la empresa helvética y el pedido se vino abajo. “Medio millón de francos en piezas se quedaron en los pasillos de la fábrica en Suiza y Cuba debió comprar equipos nuevos a Francia”, deplora el empresario.
Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González fueron encarcelados en Estados Unidos desde 1998. Los ciudadanos realizaban en Miami actividades de monitoreo sobre los planes de organizaciones extremistas anticubanas.
La misión de “los cinco” fue decidida por La Habana tras una serie de actos terroristas contra la isla, incluido el atentado en 1973 contra el vuelo 455 de Cubana de Aviación (Barbados-Jamaica-La Habana) en el que perecieron sus 73 ocupantes. Estadísticas oficiales dan cuenta de 3 mil muertos e igual número de heridos en actos de sabotaje contra Cuba desde 1959.
En el marco de una serie de actividades para solicitar el apoyo internacional en la lucha por la liberación de los ciudadanos cubanos, las esposas de dos de ellos Olga Salanueva (González) y Adriana Pérez (Hernández) ofrecieron a principios de mes una conferencia en Berna y se reunieron en Ginebra con la Alta Comisionada de la ONU para los DDHH, Navy Pilly, quien les ofreció su apoyo en las gestiones para poder viajar a Estados Unidos y visitar a sus maridos.
El origen del bloqueo
Recuerda Agostini que “al triunfo de la Revolución, en 1959, Cuba estaba prácticamente en manos extranjeras. El nuevo gobierno nacionalizó industrias y latifundios a Estados Unidos que rechazó las indemnizaciones y aplicó el bloqueo”.
La expresión más dramática de la sanción se produjo a la caída del bloque socialista, entonces socio principal de Cuba, y la isla se sumió en los años negros del denominado “período especial”, con carencias en todos los sectores.
“El bloqueo ha unido a los cubanos y fomenta aún más el orgullo nacional de los isleños”, comenta Winkler.
Aunque crítico severo del gobierno, el periodista cubano Iván García, rechaza el bloqueo y las justificaciones de Washington. “El asunto de los derechos humanos lo debemos resolver nosotros, los cubanos”.
Desde La Habana, vía telefónica, denuncia “la política de doble rasero de Estados Unidos que negocia con China, que viola más que Cuba los derechos humanos”.
“La presión de Estados Unidos ha permitido al gobierno cubano cimentar su control y prolongarse en el poder”, agrega por su parte el experto en embargos de la Universidad de Uppsala (Suecia), Peter Wallensteen.
El embargo “interno”
Para Iván García, “el verdadero embargo, que ha ido levantando Raúl Castro, es el que existía contra los ciudadanos que no podían viajar fuera del país, o tenían que pasar por procesos muy engorrosos”.
Aplaude las medidas de apertura económica decretadas en los últimos años, pero advierte que falta mucho por hacer: “La ineficiente política agraria es el peor desastre de los 54 años de la Revolución Cubana. Los cubanos no tendríamos que importar alimentos ni de Estados Unidos ni de ninguna parte”.
Lo anterior, en referencia al intercambio bilateral que existe, a pesar del bloqueo, según los términos que Estados Unidos impone. A guisa de anécdota, indica Agostini que Granma, el diario oficial cubano, se llegó a imprimir en papel estadounidense.
Sin embargo, la potencia americana impide que otros países comercien libremente con Cuba, amén de que mediante un sofisticado sistema de sanciones, obstruye los contactos externos de y con la isla:
“Hace dos años invitamos a un experto costarricense en Piscología a impartir cursos en Cuba. Le pagamos a través de los canales habituales (una institución bancaria suiza) en San José, pero el gobierno de Estados Unidos embargó el pago. ¿Por qué? Porque se hizo en dólares”, narra el doctor Martin Herrmann.
Pero MediCuba Suiza, institución que preside el galeno, junto con el oncólogo Franco Cavalli, ha tenido que sortear situaciones mucho más graves:
Las leyes impuestas unilateralmente por Estados Unidos sobre el bloqueo prohíben el uso del dólar para el comercio con Cuba y los cubanos, y las multas impuestas a los bancos extranjeros se han incrementado significativamente.
En ese marco, las más grandes instituciones bancarias helvéticas, el Credit Suisse y el UBS, debieron pagar, respectivamente, 539 millones en 2009 y 140 millones en 2004.
Solidaridad suiza
En 2009, una empresa estadounidense adquirió una firma mexicana que producía un medicamento contra el cáncer en los niños. “Casi de un día para otro los cubanos no podían tener ese producto. Tuvimos que buscar otro fabricante”, lo que puede llevar mucho tiempo y resultar fatal, comenta el doctor Martin Herrmann.
Con el objetivo de contribuir a paliar los impactos del bloqueo tras la caída del bloque socialista, nació MediCuba Suiza en 1992. El reto es grande: si los medicamentos tienen patentes de Estados Unidos, o los equipos tienen componentes de ese país, es muy difícil o imposible adquirirlos.
Explican Agostini y Herrmann que muchas adquisiciones en el extranjero requieren una compleja triangulación que resulta muy onerosa y demanda mucho tiempo. Peor aún, “muchas veces Cuba logra comprar equipos y luego no puede tener repuestos”, precisa el galeno.
“Muchas veces hay que dejar morir una máquina nueva que ha costado cientos de miles o millones de dólares, dejarla oxidar y comprar otro equipo sin componentes estadounidenses”, agrega Agostini. Como empresario ha enfrentado múltiples casos de compras acordadas y hasta pagadas que luego fueron anuladas por presiones estadounidenses.
“Uno se pasa la vida en operaciones que encarecen, retrasan y al final afectan sobre todo a 11 millones de cubanos. Y Estados Unidos no ha logrado su objetivo inicial de derrumbar al gobierno revolucionario que legítimamente llegó al poder en 1959”, resume el empresario suizo.
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