“La triple crisis del coronavirus: global y sin precedentes”
¿Qué tan extraordinaria es la pandemia del coronavirus desde un punto de vista histórico? ¿Por qué la OMS parece abrumada por esta crisis de salud y qué lecciones podemos aprender del pasado? El historiador Thomas Zimmer habla sobre la historia de la política mundial de salud.
Siete millones de personas infectadas y más de 400 000 muertos, la pandemia de COVID-19 tiene al mundo de cabeza. ¿Estamos experimentando actualmente eventos sin precedentes?
Thomas ZimmerEnlace externo: Los historiadores desarrollamos un cierto escepticismo con respecto a est clase de ideas. Pero, observando la pandemia actual de coronavirus, creo que sí es el caso.
¿De qué magnitud son?
Estamos confrontados a tres crisis superpuestas que han sido desencadenadas por la crisis del coronavirus. Existe una crisis sanitaria; una crisis económica a nivel global, que ya se hace evidente en Estados Unidos en donde 40 millones de personas perdieron el empleo en solo cuatro semanas; y una de carácter político cuya manifestación aún no es evidente.
¿Jamás había sucedido esto?
De algunos aspectos de esta crisis sí hay precedentes. Por ejemplo, la magnitud de las muertes, aunque aún no alcanzamos la dimensión de la gripe española de 1918-1919. Sin embargo, pensar que 4 000 millones de personas han estado confinadas, de una forma u otra, desde marzo y teniendo en cuenta la virulencia de las crisis de salud, política y económica que se superponen, con todo lo que desencandenará a nivel global, no existen precendentes.
Pero eso no la convierte en la mayor crisis de salud de la historia, o al menos desde 1945, ¿o sí?
No. Esa sería una perspectiva muy occidental. En la década de 1950, por ejemplo, la malaria afectó a alrededor de 300 millones de personas en el mundo, causando la muerte de tres millones de personas al año.
¿En qué momento comenzaron los Estados a generar respuestas para estas pandemias?
Los inicios de la política de salud moderna se remontan al siglo XIX, cuando las conferencias entre los Estados europeos convirtieron la lucha contra la enfermedad en un tema de relaciones internacionales. Su objetivo era proteger a Europa de las enfermedades que había en el mundo, con especial énfasis en el cólera. La idea de base entonces sigue vigente hoy en día: como las enfermedades no conocen fronteras políticas, la primera reacción suele ser cerrar las fronteras nacionales.
Cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fundó la OMS, en 1948, esta última decidió mudar su sede a Ginebra. ¿Qué lo explica?
La llamada Organización de Salud de la Liga de las Naciones ya tenía su sede en Ginebra. Como organismo especializado de la ONU, la naciente OMS se esforzaba por independizarse de las Naciones Unidas. Su sede debía reflejar también esto. Así que Ginebra fue elegida de forma relativamente rápida y sin controversias.
¿En qué medida se justifican las críticas actuales a la organización?
La OMS es lo que sus Estados miembros hacen de ella. Y es justo por esta razón que es urgente realizar una reforma. Sus críticos suponen que se trata de una especie de fuerza de respuesta rápida capaz de proporcionar asistencia global dondequiera que una epidemia se produce. Pero esto es poco realista. La OMS jamás ha estado estructurada ni equipada para ello.
¿Éste es el principal problema de la OMS?
La OMS siempre ha tenido dos problemas. Primero, solamente tiene un poco más de dinero por año que los Hospitales de la Universidad de Ginebra y mucho menos que los grandes hospitales de Estados Unidos. A pesar de ello, se supone que debe proteger la salud del mundo entero. Segundo, teóricamente está facultada para tomar medidas vinculantes con sustento en el derecho internacional, pero en el terreno práctico son los Estados los que determinan qué puede hacer la OMS y qué no.
¿Por ejemplo?
Cuando la OMS intentó regular la ventas de productos farmacéuticos, esto supuso una fuerte resistencia durante la década de 1980, sobre todo en Estados Unidos. Implicó también que se congelara de forma permanente el presupuesto ordinario de la OMS aportado por los Estados miembros. Por lo tanto, ajustadas en función de la inflación, las contribuciones han disminuido desde entonces.
¿Es esta la razón por la cual las donaciones privadas, como las que realiza la Fundación Bill y Melinda Gates, se han vuelto tan importantes?
Desde que el presupuesto se congeló, las donaciones superan el presupuesto ordinario financiado por los Estados miembros y representan hasta 85% del financiamiento. Después de Estados Unidos, la Fundación Gates es el principal donante. La OMS no decide unilateralmente la utilización de estos fondos, lo hace en colaboración con los donantes.
Estados Unidos decidió abandonar la OMS, por considerar que la influencia de China es demasiado importante.
La influencia excesiva de algunos Estados siempre ha sido criticada. Sin embargo, generalmente (las críticas) hacen referencia al rol de Estados Unidos. China, en efecto, se ha vuelto cada vez más importante en el seno de la OMS en tiempos presentes, pero, al menos hasta ahora, no se ha tratado de un tema de influencia financiera.
Todo mundo habla de la OMS en este momento. Pero hasta hace algunos meses, mucha gente no sabía cuales eran sus funciones.
Esto nos remonta a un problema central: en Occidente, solamente nos interesamos en la OMS cuando nos sentimos seriamente amenazados por una epidemia. El ejemplo del SIDA es una prueba de ello: la mayoría de los casi 32 millones de personas que han sucumbido ante el SIDA desde 1981, particularmente en países del Sur, murieron después de que Occidente considerara que ya no era necesario seguirse ocupando del asunto.
¿Cómo deben gestionarse estos intereses divergentes?
Esta sucesión recurrente de momentos de pánico y desinterés ha impedido un compromiso duradero durante mucho tiempo. Sería mejor centrarse principalmente en el objetivo de aliviar el sufrimiento humano, algo que es independiente a los ciclos económicos.
«En materia de salud, formamos parte de una comunidad con un destino global y debemos encontrar respuestas cuya reflexión sea tan global como los desafíos a los que nos enfrentamos” Thomas Zimmer
¿Esto supondría regresar a la década de 1940, cuando las Naciones Unidas fundaron la OMS?
En ese momento, lo que más se temía era que las epidemias se propagaran más allá de las fronteras nacionales. Pero este miedo, que está presente desde el siglo XIX, no condujo a intentar separar las regiones «sanas» del mundo de las «enfermas». La convicción era más bien la siguiente: dado que las enfermedades no se detienen en las fronteras, nadie es inmune mientras siguen presentes en algún lugar del mundo. Por lo tanto, es fundamental combatir las enfermedades en el sitio donde se manifiesten, en el marco de un proyecto de comunidad mundial.
En este sentido, la historia ofrece, ciertamente, importantes lecciones.
Creo que esta idea de salud global es realmente muy moderna. Nos recuerda que, en materia de salud, somos parte de una comunidad cuyo destino es global y debemos encontrar respuestas que se desprendan de una reflexión tan global como los desafíos mismos a los que nos enfrentamos. Debemos pensar que es posible responder a las enfermedades transfronterizas no mediante el aislamiento, sino ofreciendo una solidaridad global.
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