La mujer suiza avanza pero aún es discriminada
Suiza también se ha visto envuelta por el movimiento ‘metoo’ y la insatisfacción sobre el status quo es creciente. Ciertamente, mucho ha cambiado desde 1971, año en el que las mujeres helvéticas obtuvieron el derecho al voto, pero estos cambios aún son insuficientes.
La campaña iniciada el año pasado en redes sociales en Estados Unidos contra el acoso sexual y a favor de la igualdad de género, renovó en Suiza la energía del movimiento que enarbola los derechos de las mujeres, opina Silvia Binggeli, editora en jefe de la revista femenina AnnabelleEnlace externo, fundada hace 80 años.
Binggeli, quien participó en la Marcha de la Mujer celebrada en Zúrich en 2017, asegura que quedó impresionada por el número de hombres y mujeres, de todas las generaciones, que se hicieron presentes ese día. “Actualmente, está en marcha un movimiento en favor de la mujer. Y veo a colegas más jóvenes que yo que son más activas políticamente de lo que la mujer lo era hace solo 10 años”.
Pese a ello, la igualdad de género sigue siendo esquiva en países como Suiza y Estados Unidos.
En Estados Unidos, el movimiento de mujeres se resume, frecuentemente, en tres oleadas. La primera, iniciada con la Convención de los Derechos de la Mujer en Seneca Falls, Nueva York, en 1848. La segunda, constituida por el movimiento en favor de los derechos civiles que tuvo lugar durante los años 60 y 70. La tercera, registrada en los 90 y debida, al menos parcialmente, al caso de acoso sexual de Anita Hill. Algunos consideran que el movimiento actualEnlace externo podría representar una cuarta oleada en la misión de fortalecer los derechos de las mujeres.
En el caos de Suiza, el proceso se asemeja más bien a un largo y rocoso ascenso alpino.
Fabienne AmlingerEnlace externo, del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad de Berna (IZFG en alemán), explica “que la metáfora de las oleadas (estadounidenses) no aplica en el contexto suizo. Jamás hubo una movilización a gran escala entre las mujeres suizas que buscara el cumplimiento de un objetivo específico. Más bien han tenido lugar muchas pequeñas manifestaciones suizas que luchan por diferentes derechos”.
Una de las movilizaciónes históricas encabezadas por las mujeres suizas tuvo lugar en 1847, cuando 157 bernesas lograron con éxito que se pusiera fin a la práctica de la tutela de género en el cantón de Berna.
Y una mujer que entendió a la perfección la situación que vivía el género femenino en ambos lados del Atlántico es Margrit Zinggeler, suiza que decidió afincarse en Estados Unidos cuando tenía poco más de 20 años de edad.
Autora de Swiss Maid: The Untold Story of Women’s Contributions to Switzerland’s Success,Enlace externo (Sirvienta Suiza: la historia no dicha de la contribución de la mujer al éxito suizo), afirma que “nos han enseñado que la historia de Suiza es de hombre, guerras y contratos. Por ello, con el hecho de contar las historias de mujeres discretas y silenciadas que, no obstante, fueron escenciales para el éxito de Suiza, podremos entender mejor como es que la cultura, las tradiciones y las instituciones helvéticas fueron forjando nuestra interpretación de lo que significa la equidad de género y qué debemos hacer para alcanzar realmente la equidad”.
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De la calle a las esferas del poder
Un largo camino hacia la solidaridad
Zinggeler, profesora de alemán en la Universidad de Michigan Oriental, recuerda que existía un ala poderosa que impulsaba los derechos sociales y económicos de la mujer, entre los que se incluía también el acceso a la educación secundaria y universitaria, incluso antes de aspirar a los derechos políticos. «Las cosas solo comenzarona cambiar cuando las mujeres pudieron educarse y darse cuenta de que el derecho a la igualdad no sería posible sin tener una voz política”.
En el caso suizo se observaron también divisiones importantes entre las mujeres que peleaban por sus derechos. «Una de las razones por las que tomó tanto tiempo obtener el derecho al sufragio femenino en Suiza es que las mujeres estaban divididas en función de sus creencias políticas; pero también en función del cantón al que pertenecían o de si pertenecían a las zonas rurales o urbanas”, explica Amlinger.
Otro aspecto que complicó el poceso fue la visión tradicionalista que Suiza tiene de la mujer, a la que ubica siempre en el rol de ama de casa -lo que era considerado como un derecho, consignado en el Código Civil helvético hasta 1988. Zinggeler refiere que esta «era una opinión fuertemente influenciada por la religión, pero también por la relevancia que la sociedad suiza concedía a las tareas de cuidar de la familia y gestionar las finanzas de un hogar”.
Esto explica en gran parte que solo hasta los años 80 las escuelas pusieron fin a las clases obligatorias de género, que marcaban una clara diferencia entre niños y niñas. Mientras los primeros tomaban talleres prácticos (como mecánica), las niñas debían tomar clases de administración doméstica o manualidades.
Esta realidad es abordada por la película «The Divine Order» (Die Göttliche Ordnung/El orden divino) que expone cómo una parte significativa de la sociedad pensaba que las familias marchaban mucho mejor si las mujeres no participaban en la “sucia” política. Temores que fueron recogidos también en algunos de los anuncios promocionales de una campaña anti sufragios que existió en aquel periodo.
Revolución ceñida a las reglas
En una entrevista realizada en 2011, seis años antes de su muerte, Marthe Gosteli, pionera del sufragio femenino, describió la lucha por los derechos políticos de la mujer suiza como «extenuante».
Zinggeler explica que el éxito logrado en 1971 -con el derecho al sufragio femenino- «fue el resultado de 100 años de lucha y de peticiones previas». A la primera solicitud, hecha ante la Asamblea Federal (Parlamento suizo) en 1886, las mujeres tuvieron que sumar múltiples quejas constitucionales, referendos y otras muchas peticiones, para conseguir que, en 1959, tuviera lugar una votació nacional sobre la conveniencia de otogar el derecho al voto a la mujer. El 65% de los sufragios masculinos estaban contra ello.
Incluso después de 1971, el movimiento a favor de la equidad para las mujeres suizas «ha tenido que ceñirse a las reglas». Zinggeler destaca que han tenido que utilizar peticiones formales y procesos legales para avanzar en su objetivo.
Todo un contraste con EEUU, en donde el movimiento de liberación de las mujeresEnlace externo de los años 60, utilizó más bien tácticas desafiantes y disruptivas como las huelgas, las protestas masivas y las sentadas (grandes grupos de personas, obstaculizando el paso, en señal de protesta). La célebre imagen de un grupo de feministas «quemando sujetadores» está tan fuertemente asociada al movimiento de equidad de género, que muchos estadounidenses están convencidos de que es parte del mismo, aunque no es así (esta acción tuvo lugar en el marco de la elección de la Señorita Estados Unidos, en Nueva Jersey, en 1968, que buscaba la liberación femenina de forma general).
En Suiza, en 1991, hubo una huelga de mujeres a nivel nacional para protestar por la lenta aplicación del artículo consagrado a la igualdad de género que ya formaba parte de la Constitución. Y existieron otros momentos que provocaron escándalo, por ejemplo, cuando la política socialdemócrata, Christina Brunner, no fue electa como parte de los siete integrantes del Poder Ejecutivo, desencadenando protestas generalizadas. Ambas acciones, no obstante, permitieron avanzar en la ruta hacia una equidad de género cada vez más tangible en la política suiza.
Amlinger afirma que, «es bien sabido que al interior del sistema federalista político suizo, siempre toma más tiempo conseguir algo. Pero, a menudo, los logros se mantienen en el tiempo y no se revierten ni fácil, ni rápidamente”.
La equidad de género fue incluida finalmente en la Constitución Suiza en 1981, y el permiso de baja por maternidad se convitió en ley en 2005, dos logros que no se han obtenido aún en Estados Unidos. Y otros derechos garantizados en ambos países, como el del aborto, requieren una constante defensa y supervisión en EEUU.
Feminismo «a la suiza”
La lucha por la igualdad de género aún está lejos de terminar tanto en EEEUU como en Suiza. El año pasado, los electores helvéticos rechazaron una propuesta para introducir la licencia de paternidad en la legislación laboral. Y la discriminación laboral, la inequidad salarial y el acoso sexual se mantienen como desafíos en los dos países. Para Zinggeler, dos asuntos más que seguirán generando controversia en Suiza son el servicio militar obligatorio para los hombres y la prostitución, que actualmente es legal y está regulada.
El movimiento femenino actual no se conforma con las reformas legales. También quiere que dichas reformas se apliquen y sabe que esto solo se logrará si los hombres y las mujeres participan, codo a codo, en todos los ámbitos de la vida.
Binggeli explica que «Suiza quizás carezca de estrellas de Hollywood que aboguen por los derechos de las mujeres, como EEUU, pero sí posee una vibrante comunidad de empresarios, pensadores y creadores que inspiran a una nueva generación de mujeres a actuar a su manera y bajo sus propios términos».
En su ensayo We Should All Be FeministsEnlace externo (Todos deberíamos ser feministas), publicado en 2014, la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie argumentó que ser feminista es reconocer que «existe un problema de género y que es necesario resolverlo, tenemos que hacer mejor las cosas. Todos nosotros, hombres y mujeres, debemos hacer un mayor esfuerzo”.
Equidad salarial: reducir la brecha de género
Tener la misma remuneración por el mismo trabajo, sin importar el sexo de quien ejerce el puesto, es un un derecho consignado en la Constitución helvética. Sin embargo, los datos dispinibles más recientes (2014), revelan que las mujeres ganan 20% menos, en el sector privado; y 17% menos, en el público, que sus colegas masculinos.
Existen acalorados debates para decidir si el Parlamento suizo debería utilizar medidas legales para obligar a los empleadores a cumplir con lo establecido al respecto por una ley que entró en vigor en 1995.
A principios del 2018, el poder legislativo envió al Gobierno un proyecto de ley revisado que propone que las empresas que tienen más de 100 empleados realicen y publiquen cada cuatro años un análisis sobre su política de equidad salarial.
Esta iniciativa recibió críticas de todos los particos políticos. Algunos pensaban que no era suficiente. Otros, que crearía costos y trámites innecesarios sin que garantizara un beneficio concreto para las mujeres.
Pero este debate refleja los desafíos que aún existen en Suiza, en lo que se conoce como “diferencias salariales inexplicables”, ya que no se justifican por el nivel de formación académica o experiencia laboral del trabajador, sino solo por su sexo.
Los críticos de las iniciativas para medir la equidad salarial aseguran también que las estadísticas pueden ser engañosas, si no se tienen en cuenta factores como el equilibro de género que debe existir en la fuerza laboral de una empresa.
Jessica Davis Plüss
Es estadounidense y vive Berna. Es escritora y asesora independiente en materia de sostenibilidad corporativa y estudia el rol que las empresas juegan en la sociedad. Durante los últimos cinco años, ha publicado diversos informes y artículos sobre las políticas de las empresas para mejorar la equidad de género en sus cadenas de valor.
Traducido del inglés por Andrea Ornelas
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