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La crisis climática obliga cambios de estrategia entre agencias humanitarias

Filas de pakistanís acuden a recibir ayuda
Las organizaciones humanitarias preparan planes para responder a crisis previsibles relacionadas con el clima. Pero a menudo es difícil decidir en qué fenómeno meteorológico centrarse, especialmente en un país como Pakistán, que sufrió inundaciones históricas en septiembre, pero también graves sequías en el pasado. Copyright 2022 The Associated Press. All Rights Reserved.

La emergencia climática está generando que las necesidades humanitarias lleguen a niveles nunca conocidos. Las organizaciones de ayuda humanitaria abogan por anticiparse a sus efectos (en vez de responder a los impactos previsibles) y ofrecer ayuda antes de que las catástrofes ocurran. Un mensaje que trasladaron a la COP27.

Una sequía sin precedentes en el Cuerno de África ha llevado al borde de la hambruna a casi 21 millones de personas, según cálculos de Naciones UnidasEnlace externo. Mientras tanto, las graves inundaciones que asolaron PakistánEnlace externo el pasado verano acabaron con la vida de 1 700 personas y destruyeron docenas de instalaciones sanitarias, dejando a cientos de miles de personas con un acceso limitado a la atención médica, al mismo tiempo que el agua contaminada de las inundaciones aumenta el riesgo de brotes de malaria y cólera.    

La crisis climática está haciendo que estos fenómenos meteorológicos extremos sean cada vez más frecuentes e intensos. Junto con los conflictos y la pandemia de COVID-19, esto está disparando las necesidades humanitarias en los países vulnerables.  

“La mayor parte del dinero del que disponen las agencias humanitarias —que se enfrentan a problemas mayores que los que nunca habían tenido que afrontar— se entrega después de que la tragedia haya sucedido, como reacción a ella”, afirma Mark Lowcock, investigador principal del Centro para el Desarrollo Global, un grupo de reflexión con sede en Washington.   

Pero el cambio climático ha hecho que las organizaciones humanitarias se replanteen su forma de actuar. La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna RojaEnlace externo (IFRC, por sus siglas en inglés) y las agencias de ayuda de la ONUEnlace externo abogan por pasar de responder a emergencias previsibles a anticipar sus efectos y prestar apoyo a las comunidades locales antes de que los desastres acontezcan.

“Tenemos que hacer que todo el sistema humanitario actúe con más frecuencia en función de lo que sabemos que está a punto de ocurrir en vez de reaccionar a lo que ya ha ocurrido”, dice Lowcock, que entre 2017 y 2021 fue coordinador de ayuda de la ONU.Enlace externo

La tecnología actual está haciendo que este nuevo enfoque —denominado acción anticipatoria o acción temprana— resulte más fácil de aplicar que en el pasado. Los modelos de inteligencia artificial pueden mejorar las predicciones meteorológicas, los teléfonos móviles permiten recibir alertas tempranas y los drones pueden ayudar a cartografiar y vigilar los puntos vulnerables. 

“Lo que ocurre con el cambio climático es que los sucesos graves pueden predecirse con antelación. Si se produce un terremoto, se puede avisar con unos segundos de antelación. En cambio, gracias a la calidad de nuestra tecnología, cuando se gestan tormentas que amenazan las islas, ahora sabemos la trayectoria de las tormentas con días de antelación”, observa Lowcock, que añade que con las inundaciones y las sequías ocurre lo mismo.

Actuación temprana  

Pero ¿cómo funciona la acción anticipatoria? Catherine Jones, que trabaja con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en la región de Asia y el Pacífico —una de las más afectadas por la emergencia climática— pone un ejemplo concreto.  

“Antes del tifón Noru, que a finales de septiembre azotó Vietnam, a las comunidades que se preveía iban a resultar afectadas, la FAO les distribuyó sin condiciones dinero en efectivo y bidones estancos para que pudieran protegerse”, explica.  

Las comunidades agrícolas y pesqueras consiguieron preservar sus alimentos y cereales, al tiempo que almacenar agua potable, mientras que el dinero en efectivo se utilizó para comprar —antes de quedarse aisladas del mercado— suministros esenciales, sobre todo.  

La FAO —junto con el Gobierno— había preparado ese plan de acción temprana antes de que en la región comenzara la temporada de tifones. Su financiación se acordó de antemano a través de una asociación entre la FAO y la Unión Europea. El plan se puso en marcha con tres días de antelación gracias a las previsiones meteorológicas, que mostraban con alta probabilidad que las provincias del centro de Vietnam se verían afectadas por vientos superiores al nivel de tifón de categoría unoEnlace externo.   

Quienes defienden este enfoque argumentan que no solo salva más vidas, sino que además es una forma más rentable y digna de ofrecer la ayuda, ya que se evitan los resultados negativos prevenibles y los agentes locales pueden tomar las riendas de la situación.

La ONU ha descubiertoEnlace externo que si se actúa de manera anticipada el coste de la ayuda por persona podría reducirse a la mitad. En 2020, las inundaciones en Bangladesh —para las que la ONU puso en marcha una actuación temprana— costaron a la organización 13 dólares por persona, mientras que en 2019 un plan de respuesta a una situación similar había costado 26 dólares por persona.

No es una tarea fácil

Prepararse ante fenómenos naturales exige entender muy bien el impacto que dichos fenómenos tienen sobre el terreno en la población. Lo cual requiere que tanto los gobiernos locales, como las organizaciones de ayuda y las personas se impliquen.    

“En Filipinas, la Cruz Roja local tiene planes de acción anticipada para los tifones. Y la actuación temprana en una isla consiste en distribuir kits de refuerzo de cobijo para que las casas no se destruyan. Pero si el tifón llega a la siguiente isla —el mismo tifón, aunque en una isla distinta— la Cruz Roja hace algo diferente. La cosecha se recolecta temprano porque la mayoría de la gente vive de la agricultura”, cuenta Raymond Zingg, que trabaja en Bangkok con la IFRC para coordinar las medidas preventivas de colaboración y el apoyo técnico en la región de Asia y el Pacífico.         

Al preparar un plan anticipado, suele ser difícil decidir en qué riesgo centrarse.  “Creo que nuestro principal reto es que hay tantas amenazas que llegan a la vez. Puedes pasarte el tiempo planificando para un riesgo, pero luego llega otro”, señala Jones, de la FAO.  

Países como Pakistán y Sudán del Sur —que en los últimos meses se han enfrentado a inundaciones históricas— ilustran esta dificultad, ya que ambos países también han sufrido sequías graves en el pasado.   

Una vez que un pronóstico del tiempo activa una acción temprana, las organizaciones humanitarias locales —para actuar lo antes posible— necesitan tener listo todo el material necesario y al voluntariado ya formado. Para poder prepararse, cada año deben disponer de fondos, incluso cuando no hay una crisis; lo cual puede disuadir a los donantes.    

Para Nazira Lacayo, de la IFRC en Ginebra, que es la responsable de revisar los planes de acción anticipatoria que las sociedades nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja presentan para solicitar financiación, “cuando alguien está en la difícil situación de tener que decidir entre ‘quiero invertir ahora en algo que puede ocurrir más adelante o quiero dar para algo que está ocurriendo ahora’, es una lucha normal”.  

Incremento

Hasta noviembre de 2022, la IFRC había aprobado 32 planes de intervención temprana de 22 sociedades nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja; con una repercusión de entre 1 000 y 20 000 personas cada uno de ellos. En octubre de 2022Enlace externo, el Fondo de Reserva para la Respuesta a Desastres (DREF, por sus siglas en inglés) de la IFRC había establecido 4,2 millones de francos (el 9 % de sus asignaciones totales) para operaciones de anticipación, el resto (43,3 millones de francos) se ha destinado a respuesta a emergencias. Para 2025, la organización espera aumentarEnlace externo las asignaciones del DREF a 100 millones de francos, y se prevé dedicar una cuarta parte de dicha cantidad a financiar la acción temprana.

“Estaría genial hacer que el pastel fuera más grande y no dividirlo de forma diferente. Desgraciadamente, en el mundo actual se necesitan tanto la respuesta de anticipación como la respuesta de emergencia. Por la magnitud de los fenómenos meteorológicos —como las inundaciones de Pakistán— se puede intentar mitigar su impacto, pero no se podrá evitar por completo”, indica Lacayo.

En última instancia, la acción temprana no es una solución única para hacer frente a las consecuencias del cambio climático. Para aumentar la resiliencia y reducir los riesgos también se necesitan otros esfuerzos a más largo plazo. Y aunque este enfoque ayuda a preservar vidas y medios de subsistencia, sigue siendo una respuesta a los efectos del cambio climático. Hay que hacer más para atajar sus causas profundas.

“Si queremos evitar la pérdida masiva de vidas en estas tragedias, no queda más remedio que dar más dinero a las agencias humanitarias. Aunque sería mejor combatir las causas subyacentes, como los conflictos, las pandemias o el cambio climático. Ese es el gran mensaje”, afirma Lowcock.

Editado por Imogen Foulkes

Adaptado del inglés por Lupe Calvo

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