El caso Crypto AG: un ‘thriller’ de espionaje durante la Guerra Fría
La empresa suiza Crypto AG fabricó durante décadas máquinas de cifrado amañadas. La CIA y el Servicio de Inteligencia alemán BND pudieron espiar a medio mundo. Esta historia de espionaje se destapó en febrero de 2020 y hace unas semanas se publicó un informe oficial sobre el caso.
El 13 de mayo de 1952, el sueco Boris Hagelin fundó Crypto AG. La primera sede de la empresa estuvo en el chalet del fundador en Zug. La secretaria trabajaba en la sala de estar y los técnicos terminaban de montar los aparatos en el garaje. Sin embargo, la nueva Crypto AG no era una start-up en el sentido actual del término: Hagelin había llegado a Suiza cuatro años antes con un bagaje abultado -tenía conocimientos y relaciones y, sobre todo, una empresa de éxito en Suecia, A.B. Cryptoteknik.
Las máquinas Hagelin y EE.UU.
Hagelin había desarrollado, antes de la Segunda Guerra Mundial, una máquina de encriptación del tamaño de una tartera y, por lo tanto, particularmente adecuada para el trabajo de campo: la M-209. Estados Unidos la compró y se fabricaron con esa licencia 140 000 unidades. Se puso un gran empeño en mantener una estrecha relación de asesoramiento con el inventor y, tras la ocupación de Noruega y Dinamarca por los nazis, el sueco Hagelin decidió trasladarse a Estados Unidos en 1940.
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La empresa suiza Crypto investigada por espionaje
Allí trabajó con el criptólogo William F. Friedman, que había participado en la fundación del Signal Intelligence Service, precursor de la NSA. Ambos se hicieron buenos amigos y Friedman continuaría visitando a Hagelin en Suiza después de la guerra. En 1944 Hagelin regresó a Suecia y en 1948 emigró a Suiza.
Una de las razones de esta decisión fue la postura de Suiza durante la Guerra Fría. Suecia era, como Suiza, un país neutral, pero su neutralidad se interpretaba de manera más estricta. Después de la guerra, Suecia limitó la exportación de máquinas de cifrado porque se las consideraba armamento. Suiza trató deliberadamente de mantener impreciso el concepto de neutralidad con el objetivo de ofrecer a las potencias de ambos bandos el menor espacio posible para ser blanco de ataques.
Kryptografie ist die Wissenschaft der Verschlüsselung. Sie wurde bereits im alten Rom angewendet, auch aus der frühen Neuzeit sind Verschlüsselungs-Methoden bekannt.
Im 20. Jahrhundert begann man die Verschlüsselung maschinell zu betreiben. Ab den 70er-Jahren wurden die Maschinen elektronisch, und komplett neue Chiffrierverfahren wurden entwickelt. Moderne Verschlüsselungsverfahren sind heute Grundlage des sicheren Datenverkehrs und in jedem Handy oder Computer integriert.
Im Kalten Krieg galt Kryptografie als Geheimwissenschaft. Dabei ist sie nichts anderes als angewandte Mathematik und exakt beschreibbar. Der erste, der sich für die Veröffentlichung der mathematischen Grundlagen der Kryptografie einsetzte, war der deutsche Mathematiker Friedrich L. Bauer (1924 – 2015). Sein Standardwerk “Entzifferte Geheimnisse: Methoden und Maximen der Kryptografie” wurde unzählige Male aufgelegt und übersetzt.
La criptografía es la ciencia de la encriptación. Ya se usaba en la antigua Roma y los métodos de cifrado se conocen desde los albores de la Era Moderna.
En el siglo XX, la encriptación comenzó a realizarse por máquinas. A partir de la década de 1970, las máquinas fueron electrónicas y se desarrollaron métodos de cifrado completamente nuevos. Hoy día, los métodos de cifrado modernos son la base del tráfico de datos seguro y están integrados en todos los teléfonos móviles y ordenadores.
Durante la Guerra Fría, la criptografía fue considerada una ciencia secreta. Sin embargo, no es otra cosa que matemática aplicada y puede ser descrita con exactitud. La primera persona que abogó por la publicación de los principios matemáticos de la criptografía fue el matemático alemán Friedrich L. Bauer (1924-2015). Su obra estándar Secretos descifrados: métodos y máximas de la criptografía se ha traducido a muchos idiomas y reeditado innumerables veces.
Había que definir lo menos posible la política de neutralidad y las obligaciones resultantes de ella para no ofrecer un terreno abierto a la crítica. Por ese motivo, Hagelin consideró a Suiza más favorable para sus proyectos, aun cuando en aquel momento se aplicaran al país helvético restricciones a las exportaciones de la OTAN.
Para volver a empezar en Suiza Hagelin necesitaba dinero. William F. Friedman le ayudó en la búsqueda de financiación. Pero no fue un acto de amistad desinteresado; obligó a Hagelin a que en el futuro tuviera en cuenta los intereses de EE.UU. con respecto a sus máquinas. Por su parte, Hagelin obtuvo la garantía de que Estados Unidos no le importunaría más con las limitaciones a la exportación.
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Grandes y pequeños escándalos de espionaje suizo
La primera máquina que Hagelin fabricó en Suiza sorprendió a los estadounidenses: era francamente buena. Para poder leer los mensajes cifrados con ese aparato, Crypto AG tuvo que elaborar un manual especial en el que deliberadamente se recomendaba crear configuraciones que pudieran descifrar los códigos.
Sus socios estadounidenses se lo tomaron en serio: querían ser capaces de leerlo todo -también lo que encriptaban otros países. Así que, a partir de entonces, Hagelin fabricó máquinas con buenos algoritmos criptográficos para Suiza, Suecia y los miembros de la OTAN, y otros, que eran muy fáciles de descifrar, para los demás países, especialmente, los países árabes. Esto facilitó al servicio secreto estadounidense poder descifrar las transmisiones de radio encriptadas.
Cuando el fundador de la empresa, Boris Hagelin, se retiró en 1970, la CIA junto con el Servicio Federal de Inteligencia de Alemania (BND) compró la empresa, a través de intermediarios, por solo 8,5 millones de dólares, unos 35 millones de francos suizos al curso actual. Así, los servicios de inteligencia podrían dar instrucciones directas a los fabricantes. La llamada «Operación Minerva» fue una de las mayores operaciones de los servicios secretos desde la Segunda Guerra Mundial.
A partir de ese momento, los agentes alemanes y estadounidenses podían leer los mensajes más secretos de más de 100 países: estaban al corriente de las maquinaciones del régimen de terror en Argentina, de los planes de Irán, de Libia o de Panamá. La CIA y el BND tuvieron información de la Guerra de las Malvinas en 1982, de la participación de Libia en el atentado con bomba en la discoteca La Belle de Berlín en 1986 o del asunto de los rehenes en Irán en 1979 gracias a una pequeña empresa suiza en Zug.
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“No es creíble que la inteligencia helvética no supiera nada»
¿El caso Crypto AG perjudica la neutralidad suiza?
El asunto Crypto se ha hecho eco en los medios, especialmente en EE.UU. y AlemaniaEnlace externo. Sin embargo, hasta ahora no ha habido críticas a escala internacional y apenas se han producido reacciones oficiales de los organismos gubernamentales. Estados Unidos ha manifestado que nunca hace comentarios sobre operaciones de inteligencia. Solo el exministro de Estado de la Cancillería alemana, Bernd Schmidbauer, confirmó la acción en su totalidad. Los países afectados han permanecido en silencio. Cualquier intervención de los gobiernos equivaldría a admitir sus propios errores.
A principios de noviembre de 2020, la comisión de auditoría del Parlamento suizo presentó su informeEnlace externo. Una parte del informe es público. En él se afirma que la operación como tal era legal según los fundamentos jurídicos de entonces y de hoy, incluyendo la cooperación con otros servicios secretos. El informe se muestra crítico con el Servicio de Inteligencia suizo por no haber tenido la precaución de haber informado al Ejecutivo de esa delicada operación. El Gobierno federal tiene ahora hasta el próximo verano para pronunciarse con respecto al informe.
¿Qué sabía el Gobierno suizo?
¿Era compatible la actividad de Crypto AG con la neutralidad de Suiza? El experto zuriqués en derecho internacional Oliver Diggelmann considera que el asunto constituye una clara violación del derecho de neutralidad: «Un Estado permanentemente neutral no puede aparecer como aliado cuasi automático de otro Estado en un conflicto entre dos países, y Suiza fue en este caso cómplice del espionaje estadounidense a potenciales enemigos». El politólogo Laurent Goetschel lo entiende de otra manera: «La cuestión solo es relevante si las autoridades nacionales lo sabían».
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Neutralidad suiza: ¿qué camino tomar?
Oficialmente, según indica el informe publicado a principios de noviembre, Suiza tuvo conocimiento del asunto Crypto desde el otoño de 1993, y desde 2002 podía descifrar mensajes encriptados con aparatos amañados. Sin embargo, antes de esa fecha existían indicios de que Crypto AG estaba colaborando con otros servicios secretos.
Ya a mediados de la década de 1970, un ingeniero informático, que luego dejaría la empresa en 1977, informó a varios oficiales del ejército suizo y a un exfiscal federal que Crypto AG estaba fabricando intencionadamente aparatos cuyas encriptaciones podían descifrarse con facilidad. Sin embargo, las investigaciones de la fiscalía federal, bajo el nombre clave de «Código», acabaron en papel mojado.
Lo que es curioso es que a principios de 2020 los archivos de esa investigación se consideraran desaparecidos y que luego aparecieran el verano pasado en unas instalaciones secretas. (Por algo se reprueba en el informe de investigación de 2020 la gestión de archivos).
En 1992, Crypto AG volvió a llamar la atención: su ingeniero de ventas, el suizo Hans Bühler, fue detenido en Teherán acusado de espionaje. Bühler estuvo detenido nueve meses y, tras su regreso a Suiza, la empresa lo despidió. Luego, Bühler informó a los medios de los verdaderos motivos de su detención: los iraníes sospechaban que el servicio secreto estadounidense disponía de una “falsa puerta” para descifrar los aparatos de Crypto AG.
El periodista zuriqués Res StrehleEnlace externo ha investigado esta historia durante años y en 1994 escribió un primer libro sobre ella. En verano de 2020 publicó un segundo libro sobre el tema, y en esta ocasión pudo presentar pruebas sólidas e irrefutables: «Sabemos desde hace más de 25 años que Crypto AG colaboraba con los servicios secretos, pero nunca pudimos probarlo».
A raíz del llamado caso Bühler la policía federal también inició investigaciones en 1994 e interrogó a más de 20 personas, pero -como en la década de 1970- sin ningún resultado. Sin embargo, a partir de ese momento como muy tarde, las autoridades conocían que Crypto AG estaba en manos de los servicios secretos estadounidenses. Los expertos en inteligencia asumen que el servicio secreto suizo conocía la operación de los servicios de inteligencia estadounidenses desde mucho antes y mantuvo su mano protectora sobre la empresa. Sospechan también que durante la Guerra Fría el lema del Ejecutivo era: “Don’t ask, don’t tell”, es decir: “Ojos que no ven, corazón que no siente”.
* El autor es especialista en temas de comunicación y cultura y vive en Winterthur.
Traducción del alemán: José M. Wolff
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