El ejército ya no es un trampolín para triunfar
Por generaciones, muchos puestos directivos de empresas suizas han sido ocupados por oficiales del ejército. Esta costumbre puede terminar con la llegada de empresas extranjeras, indiferentes a esta tradición, y una disminución de la ayuda interna para el ejército.
La Defensa intenta convencer de los beneficios del sistema de milicias ante el creciente número de empresas extranjeras que se quejan de que su personal se ausenta para cumplir el servicio militar.
Entre el lodo y las explosiones del campo de ejercicios militares y su oficina en una multinacional, el teniente coronel Daniel Schudel puede ser un ejemplo de cómo la vida de los negocios y la carrera militar en Suiza aportan beneficios mutuos.
“No hay mejor formación para la gestión empresarial que el ejército. No se trata de aprender a disparar una bazuca, sino del esfuerzo que te empuja más allá de tu zona de confort”, indica Schudel a swissinfo.ch.
“Construye el carácter poner tus sentimientos personales de lado para cuidar de tu equipo y cumplir una misión. El entrenamiento de un oficial es difícil, pero también lo es la vida fuera del ejército, a menudo no hay piedad en el mundo de los negocios.
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Pros y contras de ser oficial del ejército
Arma de doble filo
Pero al ejército suizo le preocupa que Schudel, de 47 años, director regional en Alemania, Suiza y Austria de la empresa de almacenamiento de datos estadounidense CommVault, pudiera ser un ejemplar de una raza en extinción.
El servicio militar en el ejército de milicias suizo, obligatorio para todos los hombres de entre 18 y 34 años, ahora se ve como una espada de doble filo en los círculos empresariales. Por un lado, el reclutamiento inculca disciplina, trabajo en equipo y habilidades para resolver problemas entre los jóvenes reclutas. Por el otro, las empresas tienen que lidiar con empleados que ocupan tiempo fuera del trabajo para asistir regularmente a los ejercicios del entrenamiento militar, más aún, si se trata de oficiales del ejército.
Para abordar estas preocupaciones, el teniente general André Blattmann, jefe de las Fuerzas Armadas, realizó un encuentro con ejecutivos extranjeros en Zúrich, el 3 de julio pasado, en un intento de convencerlos sobre los beneficios que el servicio militar ofrece a la comunidad empresarial.
En medio de campos de entrenamiento, bajo una lluvia torrencial en Bülach, los ejecutivos caminaron por el lodo y observaron un ejercicio de entrenamiento del onceavo batallón de ingeniería de combate. Con vehículos blindados y soldados de carga, los invitados escucharon las ventajas del ejército de tener entre sus filas a médicos civiles, ingenieros y trabajadores de la construcción y, a la inversa, de que el mundo empresarial cuente con trabajadores con experiencia en liderazgo en situaciones difíciles, incómodas y estresantes.
«A menudo conocemos el precio de algo, pero no somos conscientes de su verdadero valor», defiende Blattmann ante las crecientes quejas del mundo de los negocios sobre la instrucción militar. «La calidad del personal que entrenamos es excepcional”, reitera.
Todos los hombres entre los 18 y los 34 años están obligados por ley a cumplir servicio militar. Más de 1.000 mujeres también forman del sistema militar, por decisión voluntaria.
Unos 15.000 hombres optaron por el servicio civil en 2012, en lugar de realizar el servicio militar, contribuyendo a proyectos de carácter principalmente humanitario.
El entrenamiento militar comprende un curso básico de siete semanas (que debe ser realizado antes de los 25 años de edad), seguido de cursos de actualización de 19 días que se realizan hasta los 30 años (en algunos casos, hasta los 34). Los oficiales y otros altos rangos entrenan durante un periodo más prolongado.
Conflicto de intereses
«Constantemente debo explicar a responsables de empresas extranjeras cómo funciona nuestro sistema de milicias”, indica, por su parte, Martin Naville, presidente de la Cámara de Comercio Suizo-Estadounidense. «La desventaja es que un empleado puede ausentarse durante tres semanas de la empresa, justo cuando se realiza una reunión crucial o se toma la decisión de un proyecto que le concierne directamente. No obstante, el ejército se ha vuelto más flexible en estos casos”.
No a todo el mundo le convence que el entrenamiento militar sea la mejor pasarela del éxito de una carrera profesional. Peter Richner, subdirector de los Laboratorios Federales Suizos de Ensayos de Materiales (Empa), considera que hay un “conflicto de intereses” entre invertir tiempo como oficial del ejército y seguir una carrera científica.
Richner enfatiza que el Empa no discrimina a los soldados entregados, pero advierte que otros candidatos podrían tener una ventaja si pueden concentrarse totalmente a sus investigaciones: “¿Qué resulta más relevante en una carrera científica: tres años en el ejército o estudiar en un renombrado instituto educativo?”
«Los científicos prosperan en un entorno diferente al militar, uno menos rígido y estructurado que permite el pensamiento libre, rompiendo barreras y permitiendo mayor flexibilidad entre el trabajo en solitario y el colaborativo, según se requiera”.
El ejército helvético se ha encontrado bajo presión para justificar su sistema de milicias desde el fin de la Guerra Fría y el fin de un enemigo obvio cerca de las fronteras helvéticas.
En 1961, cuando Suiza contaba con una población de 6 millones de habitantes, las Fuerzas Armadas tenían 625.000 miembros. Hoy son 155.000, con relación a una población de 8 millones.
Se planifica reducir aún más el tamaño del ejército: 100.000 miembros para 2020. La propuesta se encuentra en fase de consulta. El debate sobre esta reforma está en la agenda parlamentaria de este otoño.
Una propuesta más radical es la iniciativa ‘Suiza sin ejército’ que se evaluará en las urnas el próximo 22 de septiembre, la tercera que sugiere el fin del ejército en los últimos 25 años.
17 países han abolido o suspendido el servicio militar en el siglo XXI.
La vecina Austria votó en enero el mantenimiento de su sistema de milicias.
Los tiempos cambian
Pero los lazos tradicionales entre el servicio militar y la iniciativa privada helvética se mantienen intactos: La Asociación Suiza de Banqueros, la cementera Holcim, la aseguradora zuriquesa Swiss Life y el grupo promotor del sector mecánico y de ingeniería eléctrica Swissmem públicamente sostienen el valor de ejército entre los integrantes de su fuerza laboral.
Guy de Brabois, gerente de la agencia de empleos Robert Walters, observa que, efectivamente, las empresas locales confieren una atención especial a la carrera militar, pero advierte que han terminado los días de dar un puesto de liderazgo a un amigo de cuartel. Una decisión tal no coincide con el derecho laboral moderno y excluye automáticamente a la mayor parte de las mujeres.
“Las credenciales militares todavía merecen destacarse si usted ha conseguido algo concreto durante su servicio en el ejército, como alcanzar un grado de oficial. Esto demuestra que usted puede asumir responsabilidades y tener ambiciones, en lugar de emplear todo su tiempo de servicio sentado tomando café en la cantina militar”.
Traducción: Patricia Islas
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