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El resbalón de Suiza hacia un Estado policial

Ficha del servicio de protección estatal de Suiza sobre un enemigo del Estado
En Suiza también se han destruido vidas: ficha de un enemigo público real o supuesto, elaborada por el servicio de protección estatal de Suiza. El tipo de datos recopilados era completamente inservible para ser utilizado por un servicio secreto. Edi Engeler / Keystone

El asunto de las fichas de 1989 fue el mayor escándalo político de Suiza desde los años de la posguerra. Hace ahora 30 años, el descubrimiento de un gigantesco sistema de vigilancia conmocionó a todo el país.

¿Cómo empezó el asunto?

En marzo de 1988 la Comisión de Gestión del Parlamento suizo tuvo conocimiento de un programa de vigilancia policial a gran escala. El archivo del servicio de protección del Estado suizo, en funcionamiento desde el año 1900, contenía 900 000 expedientes, conocidos popularmente como fichas.

Detrás de esas fichas se encontraban personas y grupos que fueron espiadas incluso en el interior de sus propios hogares.

¿A quién se vigilaba?

Hasta y durante la Segunda Guerra Mundial las víctimas fueron principalmente anarquistas, socialistas, comunistas y nazis, con independencia de que fueran ciudadanos suizos o extranjeros.

Durante la Guerra Fría las autoridades persiguieron a todas las personas y grupos considerados “subversivos”. La atención se centraba en izquierdistas, así como en inmigrantes, es decir, trabajadores cualificados que entonces llegaban a Suiza en gran número. Muchos de ellos figuraban bajo la sospecha general de querer derrocar en Suiza el orden establecido y en su lugar implantar un gobierno comunista. Se fichaba incluso a personas del centro político. Para ello bastaba que tuvieran contactos personales con otros ciudadanos del otro lado del Telón de Acero.

¿Cómo continuó?

Miles de personas en Suiza exigieron ante la policía federal acceso a sus expedientes. Lo que pudieron ver y leer en esas fichas fue muchas tachaduras negras –bajo las cuales se escondían los nombres de los informantes– y muchas referencias íntimas. También muchas cosas ridículas y, lo que es peor, muchos datos inexactos o falsos.

¿Cómo estaban los ánimos?

Viele Bürgerinnen und Bürger in der Schweiz waren entsetzt. Die Vertrauenskrise ging quer durch die politischen Lager und Generationen.

¿Cómo reaccionó la política?

El Parlamento, como la más alta institución suiza, reaccionó de manera veloz y resolutiva allanando el camino para la conclusión de la investigación.

¿Cuál fue el desencadenante?

El asunto Kopp. El 12 de diciembre de 1988 la consejera federal Elisabeth Kopp, primera mujer que ocupaba un puesto en el Gobierno suizo, anunciaba su dimisión. Previamente, los medios habían revelado que la ministra de Justicia y Policía había hecho una llamada telefónica que resultó fatal. En concreto a su esposo. Este era miembro del consejo de administración de una empresa sospechosa de lavado de dinero. Cuando Elisabeth Kopp se enteró de la investigación, advirtió a su marido.

Para llegar al fondo de la cuestión, el Parlamento suizo nombró inmediatamente una comisión de investigación (PUK, por sus siglas en alemán). A la comisión se le otorgaron competencias del mayor alcance.

Todas las autoridades, incluida la policía federal, tenían que abrir sus despachos y archivos a los miembros de la comisión investigadora (formada por miembros de las dos cámaras del Parlamento, el Consejo Nacional y el Consejo de los Estados).

El informe de la comisión

El equipo investigador del Parlamento dio con las dependencias donde se encontraba el gas venenoso del país y abrió las ventanas de par en par. El 22 de noviembre de 1989 la comisión publicaba su informe.

En ese informe se podía leer, negro sobre blanco, que las personas encargadas del sistema de protección del Estado habían perseguido a “izquierdistas”, “alternativos”, “verdes” e “inconformistas”, a miembros de los movimientos feminista, pacifista o antinuclear, a activistas del Tercer Mundo, y mediadores en los ámbitos de la inmigración y la integración. En el punto de mira se encontraban incluso agrupaciones religiosas. Muchos de ellos perdieron su trabajo, su hogar y algunos incluso la vida.

Dos tercios de los expedientes correspondían a ciudadanos extranjeros residentes en Suiza. Las fichas revelaron que los excesivamente celosos empleados del sistema de protección estatal habían actuado sin idea ni plan previos y como aficionados ridículos. Quedó claro que los datos recogidos carecían de cualquier validez para ser explotados por un auténtico servicio de inteligencia.

¿Cuál fue el resultado?

Gracias al trabajo minucioso, transparente y reconocido por todo el mundo de la comisión parlamentaria pudo controlarse, en un tiempo relativamente corto, la grave crisis ocurrida en Suiza.

Traducción del alemán: José M. Wolff

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