El pasaporte suizo, una carrera de obstáculos
En el futuro, los extranjeros tendrán que esperar “solamente” diez años para poder solicitar la naturalización. Incluso después de la aprobación por el Parlamento de la nueva ley sobre la ciudadanía suiza, el pasaporte con la cruz blanca se mantiene como el más difícil de obtener en Europa.
La nueva ley sobre la ciudadanía suiza se asemeja al movimiento de un reloj después de años de trabajo en el laboratorio de un mecánico de precisión. En el transcurso de largos debates, las cámaras federales presentaron una ley para equilibrar las posiciones divergentes de las partes. El texto pasó cinco veces de una cámara a otra y fue necesaria una conferencia de conciliación para resolver incluso los últimos puntos de fricción.
Nueva ley sobre ciudadanía
Con base en la revisión total de la normativa, aprobada el 20 de junio por el Parlamento, en el futuro será necesario un mínimo de diez años de residencia en Suiza, antes de presentar una solicitud de naturalización.
Los candidatos deben estar en posesión de un permiso de residencia permanente (C), el cual puede ser emitido después de al menos cinco o diez años de residencia, en función del país de origen, y que da derecho a una estancia ilimitada en Suiza.
Para presentar su solicitud de naturalización, los interesados deben haber residido en un mismo cantón un período que va de dos a cinco años, dependiendo de las regulaciones cantonales.
Los jóvenes seguirán beneficiándose de una naturalización simplificada: los años de vida en Suiza, entre los 8 y los 18 años de edad, cuentan doble.
Actualmente, de 30.000 a 40.000 personas se naturalizan cada año en Suiza. A finales de abril de 2014, había más de un millón 900 mil extranjeros, el 23,5% de la población total.
El objetivo de muchos diputados, sin embargo, no era mostrar la capacidad del sistema político tradicional para forjar compromisos con el apoyo de la gran mayoría, sino más bien evitar un referéndum y luego una votación al año siguiente. En un año de elecciones legislativas, una votación sobre un tema delicado, como la naturalización de los extranjeros, podría traer más agua al molino de la derecha.
Finalmente, la nueva ley refleja en parte las intenciones del Gobierno, que, con su proyecto de revisión totalEnlace externo, se propone tres cosas en particular: adecuar una normativa que se remonta a 1952, armonizar, al menos en parte, los diferentes procedimientos cantonales de naturalización y recalcar, en el centro de los criterios para el otorgamiento de la nacionalidadEnlace externo suiza, la voluntad de integración de los solicitantes.
Favorecer la integración
“En el futuro, el Gobierno no pretende naturalizar menos o más personas. El objetivo del Gobierno es naturalizar a las personas que están mejor integradas en Suiza”, dijo la ministra de Justicia y Policía, Simonetta Sommaruga, durante los debates parlamentarios. “Hay extranjeros que ya después de cinco años están bien integrados en la sociedad, mientras que otros no lo están, incluso después de décadas. En el futuro, la concesión de la nacionalidad ya no dependerá principalmente de la duración de la estancia en Suiza”.
Por esta razón, el Gobierno propuso reducir la duración mínima a ocho años, en comparación con los actuales doce, el período más prolongado de espera a escala europea. Una posición compartida por la izquierda, la cual considera que un término de ocho años motivaría a los extranjeros a integrarse rápidamente. La derecha, en cambio, ha luchado por mantener el lapso de doce años, con la afirmación, entre otras, de que se necesita evitar una “naturalización masiva”, lo que, a su parecer, llevaría a ‘helvetizar’ rápidamente a demasiados delincuentes extranjeros. Al final, las Cámaras han llegado a un compromiso por un período de diez años.
Como hasta ahora, para obtener la nacionalidad suizaEnlace externo, los extranjeros también deberán residir de forma continua durante varios años en un cantón. La duración prescrita por los propios cantones, oscila actualmente entre dos y doce años. Con el fin de armonizar las diferentes normativas cantonales, el Gobierno propuso introducir un plazo no superior a tres años para todos, habida cuenta de la creciente movilidad de las personas. La mayoría del Parlamento decidió finalmente que el período de estancia mínima prescrita por los cantones debe situarse entre dos y cinco años.
Puntillosidad legislativa
El tema de la naturalización de los jóvenes también planteó grandes diferencias: en la actualidad, los años pasados en Suiza entre los 10 y los 20 años de edad cuentan el doble. La derecha quería suprimir esta facilitación, mientras que la izquierda pidió que todos los años de residencia de menores en Suiza contaran doble. Después de largas discusiones sobre si mantener o no la regla actual o introducir la doble contabilidad entre los 5 y los 15 años, las Cámaras se pusieron finalmente de acuerdo en que el periodo determinante sea entre los 8 y los 18 años de edad.
Suiza restrictiva
Incluso con el nuevo período de espera de diez años, Suiza es uno de los países europeos más exigentes en cuanto a la duración de la residencia necesaria para la naturalización.
Según los datos del Observatorio de la Democracia de la Unión Europea (EUDO), solamente seis países – incluidos Italia, España y Austria – imponen un plazo de diez años.
Alemania, Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumanía establecen un período de espera de ocho años, Noruega y Grecia de siete y Portugal de seis.
Francia, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica, Suecia y la República Checa se conforman con cinco.
Pero el paroxismo del arte del compromiso fue alcanzado en torno a la cuestión de si debían contar o no los años pasados en Suiza por los refugiados durante el periodo en el que se beneficiaron de la admisión provisional. Frente a las amenazas de referéndum de la derecha, el Parlamento decretó que esos años contaran solamente a medias. Un resultado que, según la diputada socialista Ada Marra, parece venir de las discusiones de un souk (mercado).
Ante la minuciosidad de los debates sobre estos términos, algunos exponentes de la izquierda evocaron la película Die Schweizermacher (Hacedores de suizos), que ya en 1978 se burlaba del rigor y la puntillosidad de los funcionarios suizos respecto a los candidatos extranjeros a la naturalización. La derecha, por el contrario, estima que debe mantenerse el listón muy alto para el otorgamiento del pasaporte suizo, un documento “excepcional”, ya que representa la libertad y los derechos civiles de los más amplios del mundo. Por ello, la naturalización debe seguir centrándose en la “calidad” y no la cantidad.
Larga lista de requisitos
Incluso con la nueva ley sobre la nacionalidad, los extranjeros tendrán que armarse de mucha paciencia y tenacidad para obtener un pasaporte suizo. Después del período de espera de diez años, no se concede automáticamente el documento. Los interesados solamente tienen derecho a presentar una solicitud, que se examina en tres niveles: federal, cantonal y municipal. Los procedimientos pueden durar varios años.
Los solicitantes deben cumplir una serie de requisitos: demostrar su capacidad de integración, tener un buen conocimiento de las formas de vida en Suiza, respetar el orden jurídico y la seguridad pública y los valores de la Constitución Federal y mostrar voluntad de participar en la vida económica o de adquirir una formación.
Pero eso no es todo. El Parlamento ha decidido que, en el futuro, no será suficiente con saber hablar al menos una lengua nacional. También habrá que poder expresarse por escrito en esa lengua. Y, como antes, hay que pagar varios miles de francos para adquirir la nacionalidad suiza.
traducido del italiano por Marcela Águila Rubín
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