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El riesgoso periplo de los refugiados eritreos

Estos clandestinos esperan en medio del Sahara la llegada de un vehículo en un periplo que a algunos les cuesta la vida. AFP

Al huir de uno de los regímenes más represivos del mundo, muchos eritreos buscan refugio en Suiza. Se trata de la nacionalidad más común entre los nuevos solicitantes de asilo dentro de las fronteras helvéticas.

Encuentro con alguno de estos hombres y mujeres que incluso a miles de kilómetros de distancia de su país tienen dificultades para librarse del régimen que ha provocado su huida.

En 2011, 3.356 eritreos solicitaron asilo, un incremento de 86% con relación a 2010.

El aflujo de eritreos contribuyó al aumento total de solicitudes de asilo -45%- que Berna registró en 2011 (22.551 personas).  

Esta situación ha provocado críticas al sistema establecido para recibirlos, por su incapacidad para hacer frente al gran número de candidatos a obtener refugio en suelo helvético.

A través de toda Suiza, estados y comunas han debido encontrar abrigo temporal para los recién llegados, lo que ha generado cierta resistencia entre la población cercana a los centros dispuestos para alojarlos.

Y mientras que las autoridades se esfuerzan para hacer frente a las necesidades básicas de los solicitantes de asilo, las organizaciones benévolas les respaldan.

Es el caso en Aarau, al nordeste de Suiza, donde una asociación ha establecido un centro de acogida diurno.

Esclavitud militar

Muchos de los eritreos que allí se encuentran son desertores u objetores de conciencia del ejército. Otros han huido ante la presión política o religiosa en su país. Cabe recordar que la organización Human Rights Watch señala que el gobierno de Issayas Afewerki utiliza el servicio militar para mantener a una generación en la esclavitud.

Cuando Amanuel recibió el llamado al ejercito eritreo, afligido, decidió esconderse. Sabía bien lo que le esperaba si respondía al llamado. Tiene hermanos mayores que ya han sido enrolados en el ejército.

“Hay algunos que deben permanecer en sus filas hasta la edad de 50 o 60 años, con permiso de tener un mes libre cada dos años. Yo no podía concebir que esto me ocurriera también a mí, así que me fui a esconder al bosque durante ocho meses”.

Gracias a un amigo, este joven encontró los medios para cruzar la frontera con Sudán. Llegó a Suiza en 2008.

Con 24 años, Amanuel obtuvo el estatus de refugiado y vive en Aarau. Visita regularmente el centro de acogida diurno denominado Red Asilo de Argovia  (Netzwerk Asyl Aargau). Con frecuencia hace la tarea de traductor para ayudar a sus compatriotas -que solo hablan la lengua tigriña- a entender el idioma local, el alemán.

El sitio resulta acogedor. Personas de diversas nacionalidades se encuentran allí. Pueden seguir cursos de idioma, navegar por la Internet o simplemente conversar con un buen café caliente en la mano.

Allí también encontramos a Helen, madre de cinco pequeños. Con voz dulce recuerda el día en el que sus dos hijos mayores pudieron llegar a Suiza para reunirse con ella y su marido, tras una separación dolorosa de tres años.” “No lo olvidaré jamás. Fue como encontrar la luz de repente en un sitio totalmente oscuro”.

Helen y su marido abandonaron Eritrea ante la tensa situación política. Llevaron consigo a sus dos hijos menores –de dos años y medio y once meses de edad, respectivamente-, durante un extenuante periplo de un mes a través del Sahara. Después se embarcaron en Libia rumbo a Italia.

Ya en suelo helvético, con ayuda de la organización suiza Caritas, pudieron hacer venir a sus dos hijos mayores que durante esos tres años vivieron con un tío en Sudán. El más joven de sus cinco hijos ya nació en Suiza.

Muertos por sed y hambre

Los costos de viaje están normalmente a cargo de la Oficina Federal de Migración (OFM). La Organización Suiza de Refugiados (OSAR) también cuenta con un fondo para el reagrupamiento familiar de los refugiados.

De las 944 solicitudes de reagrupamiento familiar que los eritreos enviaron a la OFM, más de dos tercios fueron aprobadas, mientras que 190 casos aún están pendientes.

Amanuel también pasó un mes en el Sahara, una experiencia que no olvidará, y que compartió con otros 40 hombres y mujeres en busca de un horizonte más claro, en el viaje en una camioneta pick-up con dirección a Libia.

“El auto se descompuso en medio del desierto. No teníamos casi nada para beber y comer. Cada uno tenía un pequeño tanque de 20 litros de agua, al que agregamos unas gotas de gasolina para no beber demasiado de una sola vez ”. Dos o tres personas murieron durante el viaje de hambre y sed.

Amanuel atravesó el Mediterráneo desde Trípoli. El trayecto hasta Lampedusa fue organizado por un libio. “En un barco minúsculo donde no había espacio suficiente para los treinta clandestinos a bordo. Por suerte llegamos sanos y salvos”.

Tasa del exilio de Eritrea

Si bien estos refugiados se encuentran a miles de kilómetros de su país, el régimen aún se interesa por ellos.

En 2010, la OFM hizo mención en un informe de la tasa de 2% obligatoria que se grava del ingreso de los exiliados eritreos y somalíes por parte de sus gobiernos. Las embajadas de esos países se encargan de cobrar la cuota a sus conciudadanos en el exterior. “La tasa se solicita en nombre del desarrollo nacional y representa una fuente enorme de ingresos para el gobierno”, subraya el informe.

Aquellos que se oponen a pagarla pierden el derecho de comprar tierras y de hacer negocios en Eritrea. Tampoco tienen acceso a servicios consulares. La mayoría de los residentes eritreos en Suiza pagan la tasa para evitarse complicaciones, pero desde el año pasado “una proporción considerable de los recién llegados la rechaza”, indica la OFM.

Es el caso de Amanuel: “No soy tonto. ¿Por qué la debería pagar? No sé porque los otros se someten. Piensan seguramente en el futuro, en su posible regreso a Eritrea. Pero si la situación no cambia, nadie volverá allí”.

Entre tanto, y tras la publicación de varios artículos en la prensa suiza, la Policía Federal ha comenzado a investigar sobre casos de extorsiones e intimidaciones entre la comunidad eritrea en Suiza, que se presume son realizadas por personas que apoyan el régimen de ese país, infiltrados como refugiados.

Justificado o no, el miedo que ha estado profundamente enraizado en la vida cotidiana de los  bajo el régimen de Issayas Afewerki, ha seguido a muchos refugiados en Suiza.

Régimen. La independencia de Eritrea fue proclamada en 1993, aunque los combates con Etiopia continúan a lo largo de la frontera reconocida por la comunidad internacional.

Antiguo combatiente por la paz, el presidente Issayas Afewerki ha militarizado drásticamente su país, concentrando el poder en sus manos y en el partido único, el Frente Popular para la Democracia y la Justicia.

Libertades burladas. La libertad de prensa y de expresión no existe en Eritrea, según el informe de la ONG Human Rights Watch.

Los ciudadanos sufren de torturas, condiciones inhumanas de arresto, restricciones a la libertad de expresión, creencia y movimiento, conscripción indefinida,  trabajo forzado en el servicio nacional y detenciones arbitrarias, cuya duración es con frecuencia indefinida.

Esclavitud. El servicio militar no tiene plazo de término definido. Hay personas que lo realizan hasta los 50 o 60 años de edad. El salario solo resulta para sobrevivir con dificultad. Los reclutas son utilizados como mano de obra barata para empleos de la tarea pública, proyectos de desarrollo y empresas comerciales y agrícolas en manos del partido único en el poder.

Huida. La mayor parte de los refugiados eritreos se dirigen a Sudán desde donde huyen hacia el este cruzando el golfo de Adén. Algunos eligen el periplo hasta Europa, cruzando Sudán y Libia antes de embarcar con destino a Italia.

La diáspora eritrea cuenta un millón de individuos, mientras que la población total del país es de 4 millones.

Asilo. Tres cuartas partes delas solicitudes de asilo depositadas en Suiza el año 2011 por eritreos fueron aceptadas. El Tribunal Federal confirmó en un fallo que los desertores del ejército tenían derecho a asilo.

 

Sin reenvío. La Oficina Federal de Migración (OFM) recuerda que todas las solicitudes de asilo son examinadas caso por caso. Entre las personas que reciben el rechazo de su solicitud, hay algunos casos con derecho a la admisión provisional en Suiza. Otros deben partir del país.

Traducción: Patricia Islas

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