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Abstención no rima necesariamente con desinterés

Entre que muchos emiten su voto por correo o simplemente no votan, en los colegios electorales de Suiza no suele haber largas colas. Keystone

Hace varias décadas que algo menos de la mitad de la población suiza ejerce su derecho al voto en las elecciones nacionales. Pero si consideramos el conjunto de los escrutinios, los ciudadanos que nunca expresan su opinión constituyen solo una minúscula parte, recuerda el politólogo Pascal Sciarini.

Alemania registró su peor índice de participación (70,8%) en las elecciones legislativas de 2009. En Francia, la afluencia a las urnas cayó por debajo del 60% en los comicios parlamentarios de 2012, lo que consternó a la clase política y los medios.

Suiza solo puede soñar con esos niveles de participación. Hay que remontarse 40 años atrás para hallar un índice de afluencia a las urnas superior al 50% en unas elecciones federales.

Pascal Sciarini (1963) es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Ginebra.

Fue docente en el Instituto Europeo de la Universidad de Basilea y en el Instituto de Altos Estudios en Administración Pública de Lausana. Desde 2005 es profesor en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Ginebra.  

Sus temas predilectos son la política suiza (democracia directa, federalismo, sistema de gobierno, partidos, política europea, política económica), así como la formación de opinión y el comportamiento de los electores en el contexto de elecciones y votaciones.

swissinfo.ch: ¿Cómo se explica que el índice de participación en las elecciones nacionales en Suiza sea inferior que en la mayoría de los países europeos?

Pascal Sciarini: En la mayoría de los demás países, participar en las elecciones representa el único medio para manifestar una opinión política. Se vota mucho menos que en Suiza y, por ende, se participa más.

En Suiza, la combinación de democracia representativa (elección del Parlamento) y democracia directa (votar iniciativas o referéndums) multiplica los escrutinios. Los suizos pueden expresarse no solo eligiendo a sus representantes, sino también votando otros temas. Esta combinación contribuye a reducir el índice de participación. Se vota muy a menudo y no es indispensable hacerlo en cada ocasión.

El estudio que acabamos de concluir muestra que algo menos del 10% de los ciudadanos no participan jamás en un escrutinio y que el 10% suelen hacerlo de forma sistemática. Por consiguiente, la gran mayoría de las personas con derecho a voto participa de forma selectiva. De cada diez escrutinios, votan entre una y nueve veces.

Si tenemos en cuenta un único escrutinio, la participación es, en efecto, baja en Suiza. Pero si acumulamos varios escrutinios sucesivos obtenemos una imagen diferente. Vemos que los ciudadanos que se mantienen sistemáticamente lejos de las urnas constituyen una gran minoría.

swissinfo.ch: ¿El hecho de que las elecciones federales no influyan apenas en la configuración del gobierno explica también la baja participación?

P.S.: En efecto, es la segunda explicación. En un sistema parlamentario, la mayoría va a determinar la configuración del gobierno. No es el caso en Suiza debido a la cooptación de todos los principales partidos representados en el Gobierno.

Los miembros del Ejecutivo son más o menos los mismos cada cuatro años. Ciertamente, desde hace unos años el séptimo escaño en el Consejo Federal varía y cambia a veces de manos. Esto constituye sin duda un pequeño acontecimiento político, pero hablamos solamente de un escaño y no de un cambio de color político en el Gobierno. No es un factor suficiente para impulsar la participación.

swissinfo.ch: ¿El sistema proporcional, que asegura una representación a la mayoría de los partidos, no resta también atractivo a las elecciones?

P.S.: Puede influir. Aun así, otros países que disponen de un sistema proporcional registran índices de participación mucho más elevados que Suiza, porque existe ese vínculo entre el resultado electoral y la configuración del gobierno.

Piense que un sistema mayoritario también puede favorecer la abstención. Algunos electores renuncian a participar si tienen la impresión de que la suerte está echada cuando predomina la posición de un partido.

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swissinfo.ch: Hace un centenar de años, el sistema político suizo era el mismo que hoy, pero más de tres cuartas partes de los ciudadanos participaban en las elecciones. ¿La abstención no se debe también a un cambio de mentalidad?

P.S.: Si lo analizamos desde una perspectiva histórica, vemos claramente que la curva de la participación cae constantemente hasta los años 1970, en el caso de las votaciones, e incluso en la década de 1990 en el de las elecciones, para luego estabilizarse. Podemos atribuir ese descenso espectacular al retroceso del sentido cívico durante varias generaciones. Esto tiene que ver con el creciente individualismo, que engloba aspectos positivos en materia de emancipación del individuo frente al Estado, pero también negativos en lo que se refiere a la acción colectiva y la participación política.

swissinfo.ch: Las diferentes campañas para incitar a la población a ejercer su ciudadanía no han sido precisamente un éxito…

P.S.: Tienen una utilidad, pero hay que distinguir entre los intentos de movilización a corto plazo y las medidas más fundamentales a largo plazo…

Sabemos que hay efectos a corto plazo. Por ejemplo, una campaña reñida previa a un referéndum suele incrementar la participación. La gente piensa que si se habla mucho de un tema durante una campaña, es probablemente un asunto importante y vale la pena participar. Estas acciones puntuales pueden tener un efecto marginal, pero no van a remediar la abstención estructural.

Para ello habría que trabajar más de forma proactiva, especialmente entre los jóvenes. Pero los cursos de sensibilización de la ciudadanía o de educación ciudadana – o como queramos llamarlo – sufren un poco los efectos del federalismo. La organización es diferente según los cantones y las escuelas. E incluso lo que antes se llamaba la educación cívica depende de la buena voluntad de los responsables en cada escuela.

El otro gran agente para inculcar a los jóvenes el sentido cívico es la familia. Sabemos de sobra que la socialización en la familia tiene un papel crucial. Pero es difícil que el Estado sustituya a la familia en ese rol. Por tanto reforzar sustancialmente la educación ciudadana es la única manera de actuar.

Traducción del francés: Belén Couceiro

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