Embargos, la ‘mano dura’ en busca de la paz
Durante casi siete décadas, las sanciones aplicadas por el Consejo de Seguridad de la ONU han ayudado a atajar los abusos de poder, pero también han tenido un costo humanitario. Suiza promueve las sanciones ‘inteligentes’, y hay avances, pero el impacto real aún es terreno incierto.
No son una declaración de guerra, pero tampoco una nota diplomática. Las sanciones internacionales –también llamadas embargos– están a medio camino entre ambas.
Suiza las considera “la imposición restrictiva de medidas (económicas) que buscan producir un determinado efecto político”, sintetiza Marie Avet, portavoz de la Secretaría de Estado de Economía (Seco).
Aunque inscritas en la Carta de las Naciones Unidas desde 1945, su utilización creció dramáticamente solo después de la Guerra Fría, y entre sus destinatarios se cuentan países como Irak, Irán, Libia, Ruanda, Sudán o Corea del Norte.
Para Suiza, es difícil determinar qué embargos son los más trascendentes.
“El Consejo de Seguridad de la ONU y los Estados deciden qué sanciones aplicar en función de los problemas específicos, por ejemplo, terrorismo, violaciones a los derechos humanos, negligencia en el cumplimiento del Estado de derecho, o en los principios democráticos”, dice Avet y precisa que algunas son más mediáticas que otras, pero no por ello más relevantes.
Más allá de las ONU, existe además un universo de bloqueos de una nación contra otra. El aplicado a Cuba, por parte de EEUU es el más largo de la historia, al sumar más de medio siglo de vigencia.
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Claroscuros de la paz
En 10 años, Suiza ha aplicado 20 sanciones, entre ellas contra Somalia, Corea del Norte o Sudán. “Seis se han basado en decretos de la Unión Europea (UE) y las 14 restantes están vinculadas a la ONU. En tres casos –Irán, Libia y Guinea-Bissau–, las sanciones suizas han combinado decretos de la ONU y la UE”, puntualiza Marie Avet.
En Sudáfrica, un embargo fue catalizador del fin del apartheid y en otros países africanos medidas similares facilitaron la caída de las dictaduras. Pero no son inocuas para la sociedad civil.
En Irak, en 1991 –un año después de iniciarse el embargo- Sadam Husein estaba a salvo en casa, mientras ACNUR denunciaba que 80.000 iraquíes se habían refugiado en Jordania, Irán, Arabia Saudí o Siria asolados por la falta de alimentos y medicamentos. Un dato que alcanzó los 1,9 millones de personas para el 2007.
El mundo occidental debió, pues, volver sobre sus pasos a partir de 1999.
“Los gobiernos de Suiza, Suecia y Alemania, lanzaron en Interlaken, Bonn-Berlín y Estocolmo procesos para mejorar la selección del destino de las sanciones de la ONU y su implementación, incluyendo los embargos de armas”, explica Peter Wallensteen, profesor de Investigación sobre la Paz y Conflictos de la Universidad sueca de Uppsala y coautor del reporte Embargos de Armas de las Naciones Unidas.
El Consejo de Seguridad de la ONU tiene por misión garantizar la paz y la seguridad en el mundo. Cuando hay amenazas y los esfuerzos diplomáticos han fracasado, aplica medidas coercitivas conocidas como sanciones.
Las hay obligatorias, que incluyen embargos económicos y comerciales amplios. O selectivas –sanciones ‘inteligentes’–, como los embargos de armas, prohibiciones de realizar viajes o el congelamiento de fondos de líderes políticos.
Las sanciones selectivas buscan reducir el impacto humanitario de las sanciones.
Suiza respalda todas aquellas que han sido avaladas por el Consejo de Seguridad y, a nivel nacional, las sustenta legalmente en el ‘Acta de Embargos’ (2003).
Entre los países sobre los que Berna aplica sanciones en el presente se encuentran Irak, Liberia, Myanmar, Zimbabue, Costa de Marfil, Sudán, Congo, Libia y Siria.
Sanciones ‘inteligentes’
Actualmente, el mundo apuesta por las sanciones selectivas o inteligentes –como congelar las cuentas de los dictadores o el embargo de armas–, y se han convertido en un elemento clave de la diplomacia multilateral, afirma Thomas Biersteker, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales del ginebrino Graduate Institute.
En un ensayo publicado en 2012, Biersteken sostiene que las sanciones inteligentes permiten contener el terrorismo y los conflictos armados, consolidar la implementación de los procesos de paz, defender los derechos humanos, y previenen la proliferación de armas de destrucción masiva.
Pero advierte que su verdadero impacto -económico y humanitario- aún no es nítido, por lo que el Graduate Institute conduce un estudio que busca arrojar luz sobre el tema. La propia Suiza, en voz de Seco, reconoce que carece de herramientas para medir el impacto de las sanciones que respalda.
Bloqueos ‘cara a cara’
En materia de embargos unilaterales, el de Cuba -iniciado en 1960 en respuesta a la nacionalización de bienes estadounidenses tras la Revolución – destaca por su alcance extraterritorial: Washington penaliza a países que comercian y realizan negocios con La Habana.
En diciembre del 2012, EEUU expresó ante la ONU que su gobierno es un “amigo incondicional del pueblo cubano”, pero defendió el bloqueo como una herramienta que busca que los derechos humanos sean respetados en el país caribeño.
Rolf Agostini, empresario suizo residente en la isla, considera que “es una medida ilegal que EEUU utiliza para tratar de asfixiar al Gobierno de Cuba”, ya que obliga la triangulación de las compras en el exterior, genera esperas y pérdidas millonarias para la economía, y afecta la calidad de vida de la gente.
En otra región, desde 2007 -tras la victoria de Hamas-, Israel declaró un bloqueo contra la Franja de Gaza como medida de defensa contra las agresiones palestinas. Una decisión que no debilitó al gobierno, pero sí a la población.
Dueña de una de las principales plazas financieras del mundo, Suiza ha procedido a la congelación de fondos de políticos como Gadafi (Libia), Mubarak (Egipto) o Ben Ali (Túnez).
Sobre este tipo de sanciones selectivas aplicadas por Suiza, Carole Wälti, portavoz del Ministerio suizo de Asuntos Exteriores dice:
“En 2011, Suiza reaccionó con agilidad al levantamiento del mundo árabe y congeló activos de personajes políticos.
«Acciones que deben ser consideradas más como medidas administrativas que como sanciones. Buscan dar oportunidad al país de origen de presentar solicitudes a Suiza para que, vía la asistencia mutua, puedan demostrar que los bienes fueron adquiridos ilegalmente”.
Suiza está decidida a devolver lo más pronto posible los activos que tiene congelados en su plaza financiera. Por ello trabaja en estrecha colaboración con las autoridades egipcias y tunecinas.
Libia aún no ha presentado a Suiza ninguna solicitud de asistencia judicial recíproca.
El drama palestino
“La situación es dramática. Tras la ofensiva de noviembre pasado, que dejó 170 muertos y cientos de heridos, los hospitales carecen de equipo y medicamentos y hay mucha destrucción”, denuncia Maja Hess, presidenta de Médico Internacional Suiza (MIS), ONG con programas de apoyo psicosocial en la región.
Aunque ese mismo mes, Israel y Hamas habían pactado un cese al fuego que permitió –por primera vez- la entrada de materiales de construcción a Gaza, el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro de la ONU detonó nuevas sanciones: Israel suspendió la distribución de los impuestos recogidos a la Autoridad Palestina.
Los bloqueos, explica Ursula Hauser, también de MIS, fomentan un mecanismo psíquico muy primitivo que pretende: “encerramos a los malos y estamos en paz… Pero todos podemos ser buenos o malos”, agrega la psiquiatra. “Y en el caso de Israel, la paz vendrá cuando haya una Palestina libre”.
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