Cuatro gráficos para entender la cumbre del clima en París
La siguiente serie de gráficos, con los datos más recientes sobre el calentamiento global, ayuda a comprender la importancia de la cumbre del clima de París y el desafío de alcanzar un acuerdo global.
La Organización Meteorológica MundialEnlace externo (OMM), donde tiene sede el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCCEnlace externo) de Naciones Unidas –la más alta autoridad internacional en materia de calentamiento global–, asegura que la temperatura de la Tierra se ha incrementado 1 °C respecto a la era preindustrial.
El aumento de las emisiones de CO2 conlleva el incremento de las temperaturas, cambios estacionales, el crecimiento del nivel del mar y la multiplicación de las catástrofes naturales.
Para limitar las consecuencias catastróficas, el IPCC recomienda, y los principales líderes mundiales lo aceptaron como un reto común en 2009, que el calentamiento no supere los 2 °C respecto a la era preindustrial. El ‘presupuesto de carbono’ del IPCC establece la cantidad de emisiones permitida.
Antes de la COP21 de ParísEnlace externo, Suiza fue el primer país que notificó a la ONU su plan para reducir las emisiones. Sin embargo, cada país utiliza su propio método para medir los contaminantes que emite, lo que dificulta aún más alcanzar un nuevo tratado internacional en materia de clima.
Los principales líderes mundiales esperan conseguir un pacto que obligue a actuar al conjunto de los 195 países miembros de la ONU, además de la Unión Europea, y no solamente a los países más ricos, como sucedió en el Protocolo de KiotoEnlace externo, que entró en vigor en 1997 y expiró en 2012.
Algunas de las complejas preguntas que se abordarán durante la COP21 son: ¿Cuánto deben reducirse las emisiones globales? ¿Qué acciones debe tomar cada país? ¿Cuánto apoyo financiero deben aportar las naciones ricas, como Suiza, a los países pobres para que puedan adaptarse al calentamiento global?
Emisiones de CO2, el juego de las culpas
Siempre que se debate sobre calentamiento global, se utilizan diferentes métodos para calcular las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero.
Las emisiones de China y Estados Unidos superan con creces las de países pequeños como Suiza. Para poder compararlas, las emisiones suelen calcularse per cápita o como proporción del Producto Interno Bruto (PIB) de un país.
Pero dado que la mayor parte de las emisiones de CO2 actuales proceden de países en desarrollo, hay desacuerdo sobre la responsabilidad histórica de los países desarrollados, que se beneficiaron en el pasado de una industrialización basada en el consumo de energías fósiles. El siguiente gráfico ilustra las emisiones de las naciones ricas respecto a las de otros países.
Las naciones desarrolladas, como los miembros de la Unión Europa o Estados Unidos, son responsables de casi la mitad de las emisiones de CO2 de fuentes fósiles desde 1850. El gráfico anterior ayuda a explicar por qué algunas naciones consideran que los países ricos les deben ayudar económicamente a afrontar el cambio climático.
En contrapartida, países desarrollados, como Suiza, ponen énfasis en el aumento de las emisiones per cápita en los países en desarrollo. La transición a una economía de servicios ha ayudado a las naciones más ricas a reducir sus emisiones. La crisis financiera de 2008-2009, que frenó la actividad económica, ayudó también a Europa y otros países a alcanzar sus objetivos de reducción.
La externalización de las emisiones de CO2
Aunque los países europeos han reducido sus emisiones de CO2 durante las últimas décadas, el Informe sobre el Presupuesto de Carbono 2014Enlace externo muestra que prácticamente todas las disminuciones hechas por los países ricos –como Europa o EEUU– desde 1990 han sido compensadas con lo que se conoce como emisiones externalizadas a economías como la china.
Otro tema espinoso en materia climática es definir quién es el responsable de las emisiones de CO2 generadas por productos de consumo como los teléfonos inteligentes, los televisores u otros electrodomésticos: ¿Quién los produce o quién los consume? Un problema complejo, pero es posible calcular las emisiones de productos y servicios que provienen de un país, pero se consumen en otro.
Cuando se consideran las emisiones por habitante derivadas del consumo y luego se comparan con las emisiones por producción, el panorama que arrojan las naciones desarrolladas es muy distinto.
Así, cuando se calcula la “transferencia” de emisiones que genera el comercio, vemos que Suiza emite más de tres veces más gases de efecto invernadero por persona que cuando se evalúan sus actividades de producción. Se posiciona pues como una de las principales naciones emisoras per cápita del mundo.
Gas de efecto invernadero
Los gases que atrapan el calor en la atmósfera como lo haría un invernadero se denominan, justamente, gases de efecto invernadero. Algunos se emiten de forma natural, como el vapor del agua, el dióxido de carbono, el metano (CH4)), el óxido nitroso (N2O) y el ozono (O3).
Pero la emisión de estos gases también es, en gran medida, el resultado de la industrialización y de la actividad humana, como los clorofluorocarbonos (CFC), los hidrofluorocarbonos (HFC), los perfluorocarbonos (PFC) o el hexafluoruro de azufre (SF6).
Aunque los clorofluorocarbonos constituyen el gas de efecto invernadero más potente por molécula, el CO2 es, largamente, el que se encuentra en mayor proporción. Y junto con el metano y el óxido nitroso, representan el 98% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo.
El CO2 se mide por toneladas, un volumen que permitiría llenar una casa pequeña de un solo piso de 116 m2 y 4 metros de altura.
Traducción: Andrea Ornelas
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