Empresas de seguridad privada: Suiza mantiene atractivo
Desde este mes de enero, las firmas dedicadas a la seguridad privada están sometidas a nuevas reglas que incluyen la obligatoriedad de anunciar sus actividades y de adoptar un Código de Conducta. Pese a ello, expertos anticipan que Suiza mantendrá su atractivo para esas sociedades, muchas veces de dudosa reputación.
“El primer proyecto de la Ley Federal sobre Prestación de Servicios de Seguridad Privados en el extranjero entraba demasiado en detalles. Por ejemplo, un guardaespaldas que trabaja para un deportista debería anunciar sus misiones. Era mucha administración para nada. Pero el Parlamento corrigió la dirección y estamos satisfechos”, explica Reto Casutt, portavoz de la Asociación de Empresas Suizas de Servicios de Seguridad.
“Para las empresas suizas tradicionales esta ley no cambia nada, pero sí es diferente para las sociedades activas en un contexto de guerra que deberán anunciar sus misiones y adherir a un Código de Conducta. Pienso que dicho Código es una propuesta inteligente”, agrega.
¿Una coladera?
La nueva ley no convence, sin embargo, a todo el mundo, especialmente a la izquierda. Los Verdes, en particular, son muy críticos. “La ley sobre los mercenarios es una coladera”, evalúa el partido ecologista. “Deja demasiado margen de maniobra a las agencias privadas de seguridad”. En lugar de la declaración de actividades, la izquierda hubiera preferido un sistema de autorización más estricto.
Marco Sassòli, Director del Departamento de Derecho Internacional Público y Organización Internacional de la Universidad de Ginebra, reconoce que la nueva legislación no es perfecta. “La ley exige solamente una declaración, lo que es un poco ilusorio”, señala a swissinfo.ch. ¿Cómo podrá Suiza efectuar verificaciones en el plazo extremadamente corto de 14 días, especialmente en el extranjero?”.
Suiza, en colaboración con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) se comprometió activamente en la elaboración del Documento de Montreux sobre las obligaciones jurídicas internacionales pertinentes y las buenas prácticas de los Estados en lo que respecta a las operaciones de las empresas militares y de seguridad privadas durante los conflictos armados.
El texto recuerda a los Estados y empresas las obligaciones legales internacionales en caso de conflictos armados y contribuye a clarificar la responsabilidad de cada uno.
El Código de Conducta elaborado a partir del Documento de Montreux enumera las prácticas correctas que deberán cumplir las empresas privadas.
Al cumplirse los cinco años de la adopción del Documento por parte de los primeros 17 Estados firmantes, el Ministerio suizo de Exteriores organizó una reunión en Montreux (“Montreux +5”) a mediados de diciembre del 2013.
Ahí, el jefe de la diplomacia helvética, Didier Burkhalter, presentó un primer balance positivo. Hasta ahora, 49 Estados y 3 organizaciones internacionales (Unión Europea, OSCE y OTAN) han firmado el Documento de Montreux y cerca de 710 empresas suscribieron el Código de Conducta.
El ministro subrayó, sin embargo, que “queda mucho por hacer para ganar la adhesión de diferentes regiones del mundo”. El próximo gran objetivo es África que convoca una conferencia regional en Senegal en 2014.
Para el profesor, sin embargo, no hay que menospreciar el esfuerzo. “Esta ley cambia muchas cosas, enfatiza. Antes no había más que legislaciones cantonales que no englobaban las actividades en el exterior. En efecto, la ley no es ideal y se hubiera podido esperar más. Pero la legislación helvética va más allá de lo que otros Estados exigen a las empresas privadas de seguridad”.
Director del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Webster de Ginebra y redactor en jefe de la Revista Militar suiza, Alexandre Vautravers coincide en que la nueva ley es un progreso. “Esta legislación es bastante interesante a nivel de ejemplo, ya que promueve las `buenas prácticas’. Intentar reglamentar a la antigua ese tipo de actividad no puede funcionar.”
Para este especialista en cuestiones de defensa, el sistema de declaración es incluso preferible al de autorización. “La izquierda desearía una especie de licencia, pero si se solicita y obtiene esa licencia, significa que el Gobierno suizo autorizaría, apoyaría, incluso promovería esta actividad, lo que plantearía tantos problemas como los que intenta resolver. Es una falsa buena idea.”
Necesidad de actuar
Hasta ahora existían algunas legislaciones cantonales, pero ninguna ley federal que regulara el sector de las empresas privadas dedicadas a actividades militares en el extranjero. Tras la instalación en Basilea, en 2010, de la empresa británica AEGIS, un peso pesado del sector, el Gobierno y el Parlamento consideraron necesario actuar para establecer un marco a la actividad mercenaria, un sector de reputación cuestionada.
La nueva ley prohíbe formalmente una participación directa en hostilidades en el marco de un conflicto armado en el exterior. Esta prohibición concierne tanto el reclutamiento de mercenarios como la puesta a disposición de personal. Más allá de las operaciones militares, estipula que las empresas de seguridad no podrán realizar actividades susceptibles de favorecer violaciones graves de derechos humanos o de afectar los intereses de Suiza.
Con base en la nueva legislación, las empresas activas en Suiza están obligadas a declarar las actividades que realizan en el extranjero ante el Ministerio de Exteriores, que tendrá 14 días para verificar si contravienen la ley. Esas sociedades deben adherir obligatoriamente a un Código de Conducta que Suiza contribuyó a implantar al nivel internacional (ver cuadro).
Las infracciones a la ley son pasibles de un máximo de tres años de prisión o de multas. Por otra parte, las autoridades pueden proceder a inspecciones sorpresivas, controlar documentos o confiscar material para verificar que una empresa no ejerza actividades ilícitas.
Las actividades de las empresas privadas de seguridad están al alza.
En Montreux, Didier Burkhalter indicó que los servicios de esas empresas representaban cerca de 139 mil millones de dólares en 2007 y podrían llegar a los 244 mil millones en 2016, es decir, un aumento del 76%.
Sin embargo, es difícil obtener una estimación relativa a las empresas instaladas en Suiza que operan a escala internacional. Su número oscila, según las fuentes, entre 10 y 20. No se cuenta con estadísticas sobre el volumen de ganancias y los puestos de trabajo de las mismas.
Probablemente, no habrá éxodo
Aunque su eficacia genere polémica, es un hecho que Suiza dispone ahora de una legislación más severa que en muchos otros países. Uno puede preguntarse si las empresas de seguridad que desarrollan actividades en el mundo entero no estarían tentadas a desplazar sus sedes a países con leyes más flexibles. La empresa AEGIS, primera concernida, no respondió a las preguntas de swissinfo.ch.
Alexandre Vautravers no cree que la nueva legislación vaya a modificar la actual situación. Suiza sigue siendo muy interesante, según el periodista. “Lo que caracteriza a la AEGIS es su tamaño. Busca lograr una masa crítica para convertirse en un grupo multinacional en el sector de la seguridad. Suiza constituye un buen trampolín para ese crecimiento. Identifico un cierto número de ventajas: posibilidades de organizar encuentros, proximidad de ciertos clientes tales como grandes grupos industriales, personal calificado en materia de gestión de la cartera de clientes y compra de empresas, marco jurídico favorable para las empresas”.
El especialista va más allá en su análisis: la nueva legislación y su Código de Conducta, más que promover la fuga de las empresas de seguridad, podrían incluso facilitarles las cosas. “No me canso de repetir que, especialmente, el lobby de los agentes de seguridad privada permitió a este proceso crecer y concretarse. Les interesa clarificar los límites y responsabilidades frente a sus empleadores. Este Código les permite presentarse como un socio responsable. Las perspectivas son, probablemente, más interesantes desde ahora. Este mercado se extiende, ya que ahora es posible ofrecer los servicios a clientes que tal vez antes tenían ciertas dudas por lo poco claro de las legislaciones en vigor.”
Este análisis es compartido por Marco Sassòli. “El código de conducta es un argumento de venta. Estas sociedades de seguridad, que tienen un problema serio de imagen, pueden así darse un baño de pureza”, afirma el profesor.
Traducción del francés, Sergio Ferrari
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