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En Chile, los estudiantes toman la estafeta

El Dr. Salvador Allende en el Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973. Keystone

“En Chile surge una nueva generación que retoma la lucha de Salvador Allende y eso me da mucha esperanza”, asienta René Lechleiter. Afincado en el país sudamericano en tiempos del presidente socialista, el periodista suizo compartió con el pueblo chileno la esperanza de su proceso emancipador.

“Todavía se me eriza la piel cuando lo pienso. Es casi indescriptible: Millón y medio de personas, pueblo, pueblo, en la Avenida O’Higgins el 1 de mayo. Había gente de todos los barrios, madres con sus hijos, baile y cueca, banderas, gritos…”

El sentimiento generalizado era: “ahora sí, Chile se pone los pantalones largos y se mete a construir su propio país. Una cosa tremenda”, recuerda el especialista en América Latina.

En entrevista con swissinfo.ch, añade que había una gran esperanza, “la gente se decía: ahora sí, con nuestras propias fuerzas podemos resolver la cuestión de la salud, de la vivienda… todos esos programas que empezó el gobierno de Allende con la participación masiva de la gente”.

Lechleiter describe también el afán con el que el pueblo chileno se volcó a limpiar las plazas o a arreglar lo que era menester con un trabajo voluntario.

“Había una gran alegría, un enorme entusiasmo acompañado de acontecimientos culturales como la nueva canción chilena… Víctor Jara…”

Proceso de vida VS proceso de muerte

Pero el 11 de septiembre, hoy hace justo 39 años, un golpe militar, encabezado por Augusto Pinochet y orquestado desde Washington con el apoyo de las trasnacionales y la oligarquía, acabó con la fiesta de la democracia y sumió al país en una sangrienta dictadura.

“Se produjo un tremendo contraste entre un proceso de emancipación de todo un pueblo versus el proceso de aplastar esta esperanza con la muerte. Ese es el fondo del 11 de septiembre”. Empero, advierte, “el proceso popular se interrumpió pero no se puede parar”.

En su opinión, los estudiantes, que han organizado concentraciones masivas en reclamo de la enseñanza gratuita en el país, tomaron ahora la estafeta, algo que no osó la generación precedente. “Asustada por las amenazas de la dictadura, no se atrevió a rescatar lo que había antes (con Allende)”.

“Me gustan los estudiantes…”

Ahora, de manera contraria, surge una nueva generación que advierte que con la privatización, los que tienen dinero, tienen educación. Eso es injusto, sobre todo para los jóvenes que tienen la vida por delante. Por ello los estudiantes reclaman que el Estado, que no es pobre, elija un sistema educacional para toda la población y no solamente para los ricos, analiza Lechleiter.

“Es una lucha muy justa, muy merecida, sin miedo a la represión y eso me da mucha esperanza porque va ser un ejemplo para otros países que cayeron en la economía neoliberal”.

En Chile, la imposición de ese sistema estuvo detrás del golpe. Y aún ahora persisten sus estructuras, incluso en sectores básicos como la educación y la salud que “no está diseñada para tener habitantes sanos sino para sacar plusvalía. Se trata de obtener mucho dinero y no de conservar la vida. Excluye al pueblo, y eso es perverso”.

Un Putsch pre concebido

El gobierno de Allende velaba porque el pueblo tuviera acceso a esos y otros satisfactores, pero hicieron todo para desestabilizarlo. El también arquitecto suizo recuerda por ejemplo, aquella vez en que, para sortear las maniobras de desabasto de la oposición, el presidente hizo traer a Chile barcos de la Unión Soviética con pescado para la población chilena.

“Chile tiene 5mil kilómetros de costa pacífica. Sin embargo, en los años 70, no se comía pescado. Había problemas para alimentar a la gente. Allende, con la URSS, hizo llegar una flota pesquera muy desarrollada que preparaba el producto para su consumo y lo congelaba en los propios barcos.

“Lo lanzó a precios subvencionados, accesibles para todos. Empero, la prensa, la oposición de derecha, emprendió una tremenda campaña en la que decía que el pescado congelado perdía todo su valor nutritivo y que la iniciativa de Allende camuflaba una maniobra del Ejército Rojo para invadir el país”.

Un hito en la Historia

Las versiones de que “el experimento socialista” de Allende fue un fracaso y que era urgente que Pinochet “rescatara” al país, son una falacia. La andanada contra el Salvador Allende empezó desde que era candidato, acusa Lechleiter.

“Con el Gobierno de Allende parecía el fin de la Guerra Fría: Antes se decía que los comunistas pretendían tomar el poder por la fuerza, con una minoría e imponer una dictadura. En Chile, con el voto democrático había sido electo un presidente que se declaba abiertamente socialista. Una unidad popular, un frente formado con distintos partidos había logrado, con instrumentos absolutamente democráticos, llegar al gobierno: ¡Ese fue un hito en la Historia!”

Por supuesto, conviene nuestro interlocutor, en tres años, y con tantas maniobras de desestabilización, era imposible cambiar todo.

“Como ahora (Barak) Obama que ha dicho que en 4 años es imposible reparar los desarreglos que dejó (George) Bush… y Allende no tuvo ni tres años para  reparar todo un siglo de fracasos». 

En la mañana del 11 de septiembre de 1973 los acontecimientos se sucedieron de manera relámpago. Una vez que Allende recibió el primer parte sobre la sublevación de los uniformados, se dirigió a La Moneda, cuando aún el palacio era custodiado por la policía de Carabineros.

Tras conocerse el primer comunicado de la Junta Militar, esa fuerza comenzó a retirarse, hasta dejar desprotegida La Moneda, solo defendida por el Presidente, su guardia personal, miembros de su gobierno y otro personal de la casa ejecutiva.

El mandatario llegó alrededor de las 7.30 hora local al palacio, y unos 45 minutos más tarde comenzó la agresión armada por tierra.

Cerca del mediodía, Allende pronunció a través de Radio Magallanes su último mensaje al país, en el cual expresaba la decisión de combatir hasta el final en defensa de la constitucionalidad.

Poco después, aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea de Chile comenzaron a lanzar cohetes contra la mansión presidencial, cuyos defensores, en combate desigual, no pudieron resistir la embestida de las fuerzas armadas, al mando del general Pinochet.

Allende fue encontrado muerto en el interior de la Moneda, junto a su fusil, un regalo del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro.

«El golpe contra el Gobierno Popular presidido por Salvador Allende sólo fue posible por la intervención de una potencia extranjera: los Estados Unidos«, escribió poco antes de morir la emblemática dirigente comunista chilena Gladys Marín.

Según trascendió años después de la asonada golpista, cuando el asesor de Seguridad Nacional del presidente estadounidense Richard Nixon, Henry Kissinger, conoció en 1970 la victoria de Allende, expresó: «No veo por qué tenemos necesidad de estar parados y ver un país ir al comunismo por la irresponsabilidad de su propio pueblo».

 

Fuente: Prensa Latina

Agrupaciones estudiantiles, sindicales, académicas y otras organizaciones sociales rinden homenaje hoy a las víctimas del golpe de Estado que hace 39 años derrocó al presidente Salvador Allende, y estableció la dictadura de Augusto Pinochet.

 Las actividades de recordación incluyen actos ante el monumento al presidente Allende, ubicado frente al Palacio de la Moneda, que el 11 de septiembre de 1973 fuera atacado por efectivos del Ejército y bombardeado por la Fuerza Aérea para echar abajo al gobierno de la Unidad Popular.

Además, la Universidad de Santiago convocó a la comunidad universitaria a conmemorar los hechos, en recordación de los 62 muertos de esa casa de estudios durante los sucesos, entre ellos el cantautor Victor Jara.

La principal conmemoración se realizó el domingo último, en una marcha en la que participaron miles de personas, y que concluyó frente al Cementerio General, en las inmediaciones del memorial de los detenidos desaparecidos y los ejecutados políticos.

El gobierno del presidente Sebastián Piñera dijo que no estaban contempladas actividades oficiales de recordación.

De acuerdo con el segundo informe de la Comisión Valech, entregado en agosto de 2011 al presidente Piñera, las víctimas de la dictadura de Pinochet suman más de 40 mil, de ellas más de tres mil muertos.

 

Fuente: Prensa Latina

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