En el aula, con alto coeficiente intelectual
Les llaman genios, niños prodigio o con alto potencial. Su coeficiente intelectual (CI) supera la media, pero raramente son los primeros de la clase. Envidiados, presionados en exceso y, a veces descuidados, se encuentran con frecuencia sin respuestas a sus requerimientos.
Margherita aprendió a leer a los 4 años. Amos tiene 6 y sabe de memoria el nombre de todos los dinosaurios y la distancia entre los planetas. Estos niños, con alto potencial, tienen un coeficiente intelectual (CI) con valores superiores a la media, de entre 125-130, una curiosidad excepcional, un lenguaje fuera de lo ordinario, una memoria de elefante y una madurez que los acerca más a los adultos, que a sus camaradas.
Se estima que cada sociedad cuenta con entre 3 y 5% de personas dotadas con un CI más alto de la media (85-115). En Suiza, son más de 240.000; es decir, en promedio, un alumno por clase. ¿Niños prodigio? No exactamente.
“Los niños de alto potencial no son más inteligentes que los otros, pero tienen otra forma de pensar”, explica Doris Perrodin-Carlen, que trabaja desde hace muchos años como maestra especializada y consejera. “Tienen dificultades para razonar de forma linear. Reflexionan por asociaciones y saltan con frecuencia de una idea a otra, desconciertan a sus interlocutores y, en particular, a sus maestros”.
Ante un problema de matemáticas, estos niños encuentran con frecuencia la solución, pero sin ser capaces de explicar las etapas de su razonamiento.
Esta forma diferente de pensar se confirma en el plano neurológico. “La plasticidad de sus cerebros es mayor, los dos hemisferios están mejor conectados y las áreas cerebrales están empleadas de forma más eficaz”, subraya la psicóloga infantil Claudia Yankech.
Uno entre muchos
Tener alto potencial no significa forzosamente ser el primero de la clase. Algunos de estos chicos pasan simplemente desapercibidos: se confunden como camaleones en el grupo, sin que los docentes puedan reconocer sus potenciales fácilmente.
“Recuerdo que una vez, en el primer año de primaria, una chica hacía como que no sabía leer para parecerse a los otros”, Doris Perrodin-Carlen. En la escuela, las niñas tienden a adaptarse a sus camaradas, se aburren, pero no quieren molestar con ello”. Justamente por ello es más fácil reconocer a los chicos con alto potencial, que a las niñas.
Los últimos de la clase
Si algunos niños corren el riesgo de confundirse en el grupo, otros desarrollan comportamientos fuera de la norma, y son juzgados irreverentes o egocéntricos. Según las estimaciones de profesores y psicólogos, un tercio de los alumnos precoces obtienen notas bajas. Cifras no corroboradas por estudios empíricos, que subrayan todavía un malestar latente. ¿Cómo se explica esta dificultad?
Parece que el aburrimiento puede ser el peligro principal. “Privados de estímulos necesarios, estos alumnos pierden progresivamente la motivación. Para estimularlos no bastan las buenas notas, se requiere de una buena dosis de paciencia y de creatividad por parte del profesor. No es tarea fácil”, comenta la pedagoga Doris Perrodin-Carlen.
Acostumbrados desde pequeños a asimilar como esponjas sin esfuerzos particulares, estos niños aprenden más tarde que los otros a confrontarse a los fracasos y a adquirir un método de aprendizaje. “El día que se encuentran frente a un problema que no logran resolver, se decepcionan. Algunos son tan perfeccionistas, que prefieren renunciar a buscar la solución, antes de equivocarse. Ellos deben aprender que el error forma parte del proceso de aprendizaje”.
Desafío educativo
Para contribuir al desarrollo de estos niños, la escuela puede adaptarse a sus necesidades particulares, pero este tipo de pedagogía parece no tener lugar en la lógica de los programas escolares, concebidos para el alumno “promedio”.
En Suiza aún se requiere que en todos los cantones exista la posibilidad de que un alumno de alto potencial pueda saltar un año escolar, o pueda ser dispensado de algunas materias.
Si los niños manifiestan no sentirse cómodos en la clase, o aburrirse, la escuela tiene la obligación de ayudarles. Pero esto ocurre raramente: el año pasado, en el cantón Tesino (sur helvético) registramos solo un caso problemático. Cuando los niños logran adaptarse a la escuela, a esta institución no le corresponde la promoción activa de sus talentos. El objetivo de la escuela no es el de seleccionar a los niños o impulsarlos a ser competitivos de acuerdo a un modelo económico”.
Valorar los talentos escondidos
Algunas iniciativas se han iniciado en los últimos años en diversos cantones para agrupar durante medio día a la semana a estos niños a fin de aprender a aceptar sus errores, hablar de sus preocupaciones y de los últimos libros que han devorado.
¿Promoción activa de talentos o simple satisfacción de una necesidad? Para Doris Perrodin-Carlen la respuesta es clara: “Insistir en que un niño aprenda a leer prematuramente es contraproducente, pero se trata más bien de responder a una sed de conocimientos. Y ciertamente, hay que permanecer atentos a que los padres no pongan a sus hijos bajo presión al asumir que se trata de genios incomprendidos”.
Los niños de alto potencial cognitivo pueden ser reconocidos solo con un estudio psicológico, que incluye un examen de inteligencia y una evaluación de la personalidad.
Actualmente el examen CI más utilizado es el de Wecshler, que permite medir el coeficiente intelectual de una persona con respecto al promedio de un grupo.
Se estima que el 70% de la población tiene un CI de entre 85 a 115.
Si es superior a 125, se habla de persona de alto potencial cognitivo. Esta categoría corresponde a entre el 2 y el 5% de la población.
En caso necesario, el niño puede ser sometido a un examen de CI por parte de las autoridades escolares, bajo supervisión de psicólogos cantonales.
Varios institutos privados se ocupan de niños de alto potencial. La escuela pública, y gratuita en Suiza, propone el salto de una o dos clases, y en casos excepcionales, cursos paralelos.
Traducción: Patricia Islas
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