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¿Por qué el Pacto Mundial sobre Migración es necesario?

niña pequeña llorando mientras cachean a su madre
Una niña hondureñas llora, mientras la policía cachea a su madre en McAllen, en Tejas, cerca de la frontera entre Estados Unidos y México, el 12 de junio de 2018. Las dos estaban entre un grupo de migrantes que habían cruzado el Río Grande. John Moore/Getty Images/AFP

Más de 160 Estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron formalmente un acuerdo internacional en Marruecos que promete un enfoque mejor y más coordinado de la migración. ¿Por qué es necesario un pacto así? ¿Por qué está siendo tan controvertido? Y ¿por qué Suiza, que contribuyó a dar forma al acuerdo, no está presente?        

Este lunes, los jefes de Estado y de Gobierno de 164 países confirmaron públicamente en Marrakech su compromiso con el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y RegularEnlace externo: un acuerdoEnlace externo multilateral que se pactó a principios de este año bajo los auspicios de la ONU.

Con el documento final de 31 páginas, la conferencia intergubernamentalEnlace externo y la ceremonia de aprobación culminan casi dos años de intensas negociaciones, en las que han participado Estados, miembros de la sociedad civil y el sector privado. Unas negociaciones que facilitaron los embajadores de México y Suiza, Juan José Gómez Camacho y Jürg Lauber, respectivamente.

¿Por qué es indispensable un pacto mundial sobre la migración?

Según las Naciones Unidas, en la actualidad en el mundo hay más de 258 millones de migrantesEnlace externo. Se espera que esta cifra aumente por la globalización, la simplificación de las comunicaciones, el transporte y el comercio, así como por el aumento de la desigualdad, los desequilibrios demográficos y el cambio climático. En palabras de las Naciones Unidas, la migraciónEnlace externo ofrece para los migrantes, las comunidades de acogida y las comunidades de origen enormes oportunidades y beneficios. Pero la migración puede crear grandes dolores de cabeza si está mal organizada, por lo que tiene que ser más segura, más ordenada y regulada.          

El pacto cobró fuerza tras la crisis migratoria que Europa vivió en 2015, cuando conoció la mayor afluencia de refugiados y migrantes desde la Segunda Guerra Mundial. Es el fruto de anteriores tratados e iniciativas en materia de derechos humanos y desarrollo (como el Foro Mundial sobre Migración y DesarrolloEnlace externo, y surge de un compromiso político conocido como Declaración de Nueva York para los Refugiados y MigrantesEnlace externo, que los 193 miembros de la Asamblea General de la ONU adoptaron de manera unánime en 2016.  

El siguiente gráfico muestra el número de migrantes internacionales por zonas de origen y de origen (cifras de 2017).

Flujos migratorios en 2017
Número de migrantes internacionales en 2017 por principales zonas de origen y de destino. UN Desa

¿Qué pretende hacer? 

Migración y Suiza

Alrededor de una cuarta parte de los 8,4 millones de personas residentes en Suiza tienen pasaporte extranjero; la mayoría, europeo. El porcentaje de suizos con origen extranjero aumentó ligeramente el año pasado hasta llegar al 37,2%. Esto se refiere a cualquier persona cuyos progenitores (ambos) han nacido en el extranjero: ciudadanos extranjeros, ciudadanos que han adquirido la nacionalidad suiza y ciudadanos suizos de nacimiento.

Unas 34 000 personas inmigraron a Suiza desde la Unión Europea el año pasado. Esta cantidad está por debajo de años récord, como 2013, en que de la UE vinieron 66 000 personas más de las que se fueron. En 2018, la inmigración neta de la UE (hasta octubre) ha sido de 26 809 personas. Mientras tanto, más de 750 000 suizos viven en el extranjero.  

Los Estados no están ratificando un tratado mundial con carácter vinculante. El pacto es un instrumento de cooperación multilateral y no vinculante, que pretende establecer principios y directrices comunes para una migración ordenada, reduciendo así las oleadas irregulares. El documento se ha creado después de revisar exhaustivamente los datos de migración y tras un detallado proceso de consulta.    

Contiene diez principios rectores y 23 grandes objetivosEnlace externo. Hay una larga lista de posibles acciones voluntarias para cada uno de ellos, entre las cuales los Estados pueden elegir. Se incluyen, entre otras, medidas de prevención para hacer frente a los factores que impulsan la migración, medidas para luchar contra la trata de seres humanos, gestionar las fronteras y facilitar los retornos. También se centra en soluciones y mejores prácticas para facilitar la migración regular.

“El punto fuerte del pacto es que se trata de un documento muy completo y equilibrado que tiene en cuenta tanto las preocupaciones legítimas de quienes quieren controlar las fronteras como los derechos de los migrantes”, ha declarado a swissinfo.ch Walter Kälin, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Berna.

Para Vincent Chetail, director del Centro Mundial sobre Migración del Instituto Universitario de Estudios Internacionales y Desarrollo de Ginebra, el pacto no crea nuevas normas, sino que reformula las ya existentes. Y aunque es voluntario, considera que el pacto puede marcar la diferencia.

“Se establecerá un proceso de revisión y seguimiento para evaluar la aplicación del pacto”, indica Chetail. “Aunque no sea jurídicamente vinculante, la Asamblea General de las Naciones Unidas se reunirá cada cuatro años para evaluar su aplicación. Sobre el papel existe una fuerte creencia de que los Estados se tomarán en serio estos compromisos y los aplicarán”.

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Suiza, tierra de inmigración europea

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¿Quién está a favor y quién, en contra?

En julio, 192 países miembros de la Asamblea General de la ONUEnlace externo (entre ellos, Suiza) aprobaron el documento, aunque no Estados Unidos, que se retractó el año pasado diciendo que esta cuestión “simplemente no era compatible con la soberanía de Estados Unidos”.     

Desde entonces, otras naciones han rechazado el pacto antes de la conferencia; y otras, dudan. Entre quienes se han desvinculado del texto están Israel, Australia, Austria, Polonia, Bulgaria, la República Checa, Hungría y la República Dominicana. Al Gobierno austríaco, por ejemplo, le preocupa que con esta firma se pueda contribuir a reconocer el “derecho humano a la migración”. Italia, cuyo Gobierno ha acaparado titulares por reprimir la migración, decidirá si apoya el acuerdo después de que su Parlamento haya valorado la cuestión.

A pesar de las retiradas, la representante especial de las Naciones Unidas para la Migración Internacional, Louise ArbourEnlace externo, y otros partidarios del pacto siguen confiados. Arbour califica de “lamentables” y “equivocadas” las decisiones de rechazar el acuerdo. Dice que el pacto no afecta a los derechos de los Estados a gestionar sus fronteras, sino que busca simplemente poner orden en los movimientos transfronterizos.     

“En el sentido más amplio de la palabra no es una violación de la soberanía de los Estados, no es jurídicamente vinculante, es un marco para la cooperación”, ha manifestado Arbour al compararlo con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030.

Para el exsecretario de Estado suizo Peter Maurer, actual presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), el pacto es un buen compromiso.

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¿Cuál es la posición oficial de Suiza?

Irónicamente, el documento que los diplomáticos suizos ayudaron a elaborar se ha convertido en una patata caliente en su país.

En la Asamblea General de la ONU celebrada en septiembre, el presidente suizo, Alain Berset, dio su bendición personal al pacto. El 10 de octubre, el Consejo Federal dio luz verde al acuerdo, cuyos “principios rectores y objetivos se corresponden plenamente con la política migratoria de Suiza”.

Pero, frente a la creciente resistencia en Suiza de los políticos de los partidos de centro y de derecha, el Gobierno se ha mostrado reacio a apoyar enérgicamente el acuerdo. El Consejo Federal –siguiendo la sugerencia del ministro de Asuntos Exteriores Ignazio Cassis– decidió consultar al Parlamento sobre el documento.  

Un mes después de darle luz verde, el Gobierno suizo anunció que no asistiría a la reunión de Marrakech, ya que había decidido aplazar su decisión hasta que el Parlamento lo hubiera debatido adecuadamente.  

El 29 de noviembre los senadores suizos aprobaron que el Parlamento tuviera la última palabra sobre el pacto. El Consejo Nacional (cámara baja) debatió el tema este pasado 6 de diciembre, aunque ha pospuesto la toma de decisión hasta mañana 11 de diciembre.

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¿Qué opinan los partidos políticos suizos?

Los partidos de derecha y de centro derecha temen que el pacto pueda desdibujar la línea entre la migración legal y la ilegal y debilitar la soberanía de los países. Desde septiembre, la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora) ha encabezado el ataque diciendo que el pacto es “incompatible con una gestión independiente de la inmigración”. La UDC advirtió de que el pacto podría tener prioridad sobre la ley suiza e instó al Gobierno a rechazarlo. En noviembre, el grupo conservador Acción por una Suiza Independiente y Neutral (ASIN) presentó una petición (firmada por 15 000 personas) contra el pacto.

El Partido Liberal Radical (PLR, derecha liberal) argumenta que el pacto puede ser no vinculante, pero que como ley blanda tiene “implicaciones políticas que requieren una cautela extrema”. El PLR ha elogiado a Cassis por lograr que el Parlamento se involucre más en la política exterior y por “poner en práctica su lema: “la política exterior es política interior”.

Para Christian Levrat, presidente del Partido Socialista (PS, izquierda), el retraso de Suiza en firmar el pacto ha sido un “error político”, tanto en términos de política exterior, por alinearse con países como Hungría y EE. UU., como a nivel nacional, ya que “ha cedido ante el Partido Burgués Democrático y las presiones que este ha ejercido”.

La Comisión Federal de Migración (CFM), un grupo extraparlamentario de 30 miembros que asesora al Gobierno sobre cuestiones de migración, dice que no solo es deseable, sino que es “necesario” que Suiza ratifique el pacto.

El Consejo Federal sigue insistiendo en que el pacto redunda en el interés de Suiza, que no es un tratado y que el que debe tener la última palabra es el Ejecutivo y no el Parlamento. En este momento, según el ministro de Asuntos Exteriores, no se ha descartado que Suiza adopte una decisión que podría llegar más adelante.

Traducción del inglés: Lupe Calvo

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