En tiempos del negacionismo electoral
Estimados amigas y amigos de la democracia
Nos encontramos con un joven fenómeno: el negacionismo electoral. Esto significa impugnar, por adelantado, el resultado de un proceso de decisión en las urnas e inundar a las autoridades electorales pertinentes con quejas y acusaciones infundadas.
El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha pasado a los anales nada gloriosos de la historia democrática como el mayor negador de votos. Comenzó con su elección en 2016, cuando buscó específicamente anular los 2.865.075 votos adicionales emitidos para su oponente, Hillary Clinton.
Cuatro años más tarde, cuando le faltaban más de siete millones de votos para obtener la mayoría, Trump trató de «encontrar» los votos necesarios para un vuelco llamando por teléfono a los funcionarios de las mesas electorales. Cuando no tuvo éxito en su empresa, acabó calificando las elecciones de «robadas». Todavía hoy lo hace.
A pesar de las desastrosas consecuencias de esta gran mentira, concretamente el asalto al Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021, la teoría de las elecciones amañadas se ha extendido más allá de Estados Unidos. Incluso en Suiza, antes de la votación sobre la situación especial debido a la pandemia en 2021, los escépticos y los opositores a las medidas sanitarias contra el coronavirus cuestionaron fundamentalmente la cita en las urnas.
Al otro lado del mundo, en Brasil, el depuesto presidente Jair Bolsonaro cuestionó los resultados de las más recientes elecciones antes de que se celebraran. Y lo sigue haciendo, ahora por la vía institucional con un recurso para anular parte de los votos emitidos el pasado 30 de octubre.
En Estados Unidos durante las recientes elecciones de mitad de mandato, la mayoría de los defensores de la «gran mentira» en la carrera electoral, e impulsados por el propio Donald Trump, no lograron ser elegidos.
Rick Hasen, profesor de Derecho de la Universidad de Los Ángeles, indica que este fenómeno, no obstante, comienza a menguar: «La mayoría de los negacionistas de las elecciones no consiguieron llegar al cargo, y el número de denuncias contra los resultados ha disminuido considerablemente en comparación con 2020. Eso es algo bueno – incluso si el mayor defensor de la «gran mentira» busca de nuevo ocupar la presidencia de los Estados Unidos en 2024.
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Con mis mejores deseos,
Bruno Kaufmann
Corresponsal sobre asuntos de democracia y coordinador de la rúbrica Democracia de SWI swissinfo.ch
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