Energía, de las intenciones a los hechos
Archivado el año del cambio energético, Suiza tiene ahora que encontrar alternativas a la energía nuclear. La estrategia a largo plazo se complementará con medidas inmediatas. De lo contrario, el potencial de las energías renovables quedará encerrado en un cajón.
¿Y ahora qué? La cuestión planteada tras la decisión del gobierno suizo de abandonar la energía nuclear (mayo 2011) sigue de actualidad. Si el desastre de Fukushima puso a todos de acuerdo sobre los riesgos de la energía atómica, sigue habiendo incertidumbre sobre el futuro del abastecimiento energético del país.
En 2034, año del cierre previsto de la última planta, la Confederación deberá compensar la electricidad suministrada por las cinco centrales nucleares. Un reto nada sencillo, dado que el uranio es responsable de alrededor del 40% de la electricidad producida en Suiza, 25 Teravatios/hora (TWh) al año.
Consumir menos, mejorar la eficiencia energética, promover la energía solar y eólica. Las alternativas al átomo no faltan. Especialmente en un país de los más innovadores en el mundo, que ha hecho del agua la principal fuente natural de electricidad. Sin embargo, su potencialidad no es suficiente.
“Hemos demostrado el coraje político para salir de la energía nuclear. Ahora se desea tener el coraje para imponer las energías renovables”, dice Isabelle Chevalley, diputada de los Verdes Liberales (VL) en el Consejo Nacional (cámara baja), a swissinfo.ch.
Espacio a las ideas concretas
Bajo la nueva estrategia energética para 2050, el Consejo Federal (gobierno) tiene la intención de centrarse principalmente en mejorar la eficiencia energética y la expansión de las energías renovables.
El mayor potencial de ahorro se localiza en los edificios (7 TWh en 2035) y la industria (13 TWh). Incluso la Administración Pública, las Escuelas Politécnicas Federales y las empresas paraestatales deben aportar su granito de arena y reducir el consumo energético en un 25% en 2020.
“Suiza ha ya adoptado las directivas europeas sobre ahorro energético de los electrodomésticos”, señala Chevalley, que espera todavía intervenciones más extensas. “Aunque se tenga una instalación de calefacción eléctrica, ésta se tendrá que adaptar al sistema”.
Según el gobierno, la producción de electricidad de fuentes renovables aumentará en unos 13 TWh en 2035. Un objetivo que se podrá alcanzar con la expansión de la energía hidroeléctrica y con una mayor diversificación del mix energético.
“La energía solar supondrá un 20% de la demanda”, opina Roger Nordmann, diputado socialista y presidente de la Asociación de Productores de Energía Solar, Swissolar. Los ciudadanos, sugiere Isabelle Chevallay, deberán poder instalar paneles solares sin necesidad de solicitar un permiso.
Imponer la eólica
Aunque reconoce que el sistema político suizo no permite ir demasiado rápido -“en caso contrario, cualquier cambio correría el riesgo de ser sometido a referéndum”- Chevalley estima que será inevitable adoptar medidas drásticas. Y desagradables.
Por ejemplo, en el campo de la energía eólica se debe, si fuera necesario, habrá que “exigir a las regiones la instalación de turbinas”. Austria ha construido 600, revela Chevalley. “No me parece que su paisaje se haya deteriorado. Suiza podría hacer lo mismo”.
No piensa así un grupo de ciudadanos del cantón del Jura. Su recurso está bloqueando un parque eólico que podría suministrar electricidad a 40.000 personas, según Chevalley. “Tenemos que estar preparados para hacer sacrificios”. Lo mismo -añade- que pasó en los cantones del Valais y los Grisones, que “sacrificaron sus valles para construir grandes presas de las que hoy estamos orgullosos”.
El freno al impulso de las energías renovables no solo procede de grupos ambientalistas, sino de los ciudadanos, observa Nordmann. “Se deberá simplificar y agilizar la tramitación de los recursos, sin reducir por ello los derechos de las personas”.
De las palabras a los hechos
Mientras que bajo la cúpula del edificio del Parlamento habrá mucho que discutir, algunas localidades han decidido actuar.
Igis, en los Grisones, fue en noviembre de 2011 la primera comuna suiza en contar con un alumbrado público exclusivamente a base la tecnología LED (ahorro energético del 60%). Mendrisio, en el Tesino, ha puesto en marcha un proyecto piloto de red inteligente, mientras que Ginebra ha construido en el techo del recinto ferial Palexpo la mayor planta de energía solar de Suiza.
“No me espanta el hecho de tener que encontrar el 40% de la electricidad. La solar, eólica e hidráulica propiciarán la seguridad energética de Suiza”, afirma Isabelle Chevalley. Un optimismo, el suyo, tal vez debido a la nueva configuración del Parlamento, donde se sientan alrededor de quince miembros antinucleares más respecto a la pasada legislatura.
Las cinco centrales suizas entraron en funcionamiento entre 1969 y 1984 y cuentan con autorizaciones temporales de operación.
Los utilizadores consideran que la ‘vida’ de las centrales concluirá entre 2019 y 2034, como aprobó el 25 de mayo de 2011 el gobierno suizo.
En 1969, Suiza registró un grave accidente en la central experimental de Lucens. La planta debió ser cerrada.
Hasta el año 2006, Suiza expedía sus desechos nucleares a Francia y Gran Bretaña. Las autoridades suizas examinan actualmente diferentes sitios para su almacenamiento.
La instalación de depósitos en la Suiza Central fue bloqueada por referéndum en 1995 y en 2002.
En 1990, la población aprobó, mediante votación, una moratoria de diez años sobre la construcción de nuevas centrales nucleares.
En 2003, tres años después del final del plazo, la población rechazó la extensión de la moratoria, así como el abandono progresivo de la energía nuclear.
(Traducción: Iván Turmo)
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