Turquía y el memorial fantasma del genocidio armenio
Formidable ironía: al bloquear durante años la construcción en Ginebra de un monumento en memoria del genocidio armenio, Turquía ha dado más vida a la obra que si hubiera sido construida, aunque solamente sea por las pasiones desencadenadas.
En “las consideraciones desagradables”, el escritor vienés Robert Musil subrayaba la paradoja ligada a la construcción de monumentos. Erigidos en lugares públicos para ser vistos, los monumentos desaparecían sin embargo rápidamente de la vista para ser arrojados al mar del olvido:
“Nada en el mundo es más invisibles que los monumentos. No hay duda, sin embargo, de que se les erige para que sean vistos, aún más, para que obliguen una mayor atención; pero son al mismo tiempo, por así decirlo, “impermeables”, y la atención se les resbala como lo hace el agua sobre una prenda de vestir impregnada, sin quedarse ni un instante”, escribió.
¿Será lo mismo con las ‘Reverberaciones de la Memoria’ de Melik Ohanian? Una vez construida, ¿la obra seguirá cristalizando las pasiones, o caerá poco a poco en el olvido, pasando a formar parte del paisaje cotidiano? La saga podría terminar pronto, con una decisión reciente de la justicia que abre la vía para la construcción de ese monumento.
La saga comenzó en 2005, cuando la idea de un monumento para marcar la tragedia armenia fue aprobada por el Consejo administrativo de Ginebra. Unos años antes, el Parlamento de Ginebra en 2001 y el Parlamento suizoEnlace externo en 2003, reconocieron el genocidio de que fueron víctimas los armenios en los años 1915-1917, y que causó más de un millón de muertos, según la mayoría de los historiadores. Al acercarse el centenario, la pequeña comunidad armenia de Ginebra quiere luchar contra el negacionismo del Estado turco y milita por la construcción de un monumento: “Para que el mundo sepa. Que un monumento ponga ante la vista de todos, incluidos los turcos, la realidad del genocidio armenio”, explicó Anna Barseghian y el filósofo Stefan Kristensen, figuras clave en esa lucha.
“Para que el mundo sepa”
Bajo ese impulso, los consejeros municipales ginebrinos adoptan el 8 de diciembre de 2007 la moción parlamentaria M-759Enlace externo para marcar “la memoria común de ginebrinos y armenios”. Se establece una división de tareas: la comunidad armenia pagará la obra, la ciudad de Ginebra proporcionará el emplazamiento público y se encargará de su mantenimiento. Al término de un concurso internacional organizado por el Fondo Municipal de Arte Contemporáneo de la ciudad de GinebraEnlace externo, las ‘Reverberaciones de la Memoria’ son elegidas el 8 de noviembre de 2010 por unanimidad. El jurado está compuesto por personalidades del mundo del arte, así como representantes de la ciudad de Ginebra y de la comunidad armenia y su elección recae en esas farolas ocho metros de altura, descritas así: “el tronco se convierte en el apoyo de textos grabado que abordan las nociones de trauma y transmisión de la memoria y son elegidos por su alcance universal. Una lágrima de cromo, sobre la que el individuo puede ver su reflejo y el de su entorno, reemplaza la bombilla. Esta última es iluminada como la llama de una vela, al caer la noche, por una fuente de luz naranja fijada en el suelo”.
Comienzan entonces los intentos de bloquear la construcción de este monumento. El prestigioso lugar elegido inicialmente en el casco antiguo de la ciudad de Ginebra se enfrenta a la oposición de los habitantes – teleguiados entre bastidores por el consulado de Turquía, acusan algunos – así como al rechazo de la Comisión de monumentos y sitios. Esta última estima que una obra que evoca la tragedia armenia no tiene lugar en la Ginebra antigua y menos aún, en un espacio clasificado como patrimonio.
“Riesgo de severas represalias contra Suiza”
Se encuentra un nuevo sitio, el parque Ariana, cerca de las Naciones Unidas. El lugar es muy simbólico, porque el monumento no solamente estará a la vista de los ginebrinos, sino de la comunidad internacional. Ankara redobla la presión para bloquear la iniciativa y sus presiones fructifican: las Naciones Unidas, oficiosamente, sugieren a la ciudad renunciar a esa ubicación. Del lado helvético, el ministro de Exteriores, Didier Burkhalter, también se dobla bajo la presión de Ankara. En una carta dirigida a las autoridades ginebrinas en diciembre de 2014, anota que “la obra de las Reverberaciones de la Memoria, situada tan cerca de la ONU, “puede alterar fuertemente la necesaria serenidad e imparcialidad del espacio multilateral de Ginebra”. Subraya también “el grave riesgo de represalias por parte de los diferentes Estados que pueden perjudicar a los intereses de la Ginebra internacional y, por tanto, de Suiza”. Una velada alusión al hecho de que Turquía consideraría levantar a los países de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI) contra Suiza, si el monumento fuera levantado allí.
Frente a estos obstáculos, la municipalidad de Ginebra se refugia entonces en el Parque Tremblay, un tercer lugar para anclar las ‘Reverberaciones de la Memoria’, siempre en busca de un lugar de asilo en suelo ginebrino. Una quincena de vecinos recurren alegando las perturbaciones que esta obra crearía, apoyados por el diputado de la derecha nacionalista, (UDC) Yves Niedegger, cuyo partido milita por la abolición de la norma antirracista, el artículo 261b, que castiga el negacionismo. Pero los oponentes son rechazados por el Tribunal Administrativo de Ginebra de primera instancia el 16 de marzo pasado. Todavía pueden presentar recurso y, por lo tanto, la saga aún no está del todo concluida.
Mientras tanto, las ‘Reverberaciones de la Memoria’ hallaron un asilo temporal… en Venecia, en 2015, durante una exposición dedicada al centenario del genocidio armenio. Las farolas aparecían desmontadas, colocadas en desorden, en espera de continuar el viaje, todavía en busca de un refugio permanente para erigirse.
Finalmente, la observación de Robert Musil era correcta. Los doce largos años de obstrucción para la construcción de este monumento cristalizaron la atención de los medios, llevaron el artista Melik Ohanian a escribir un libro acerca de esta aventura que continúa, condujeron a una mini crisis diplomática turco-suiza en la que fueron implicadas las Naciones Unidas, e incitaron al artista a replantear el trabajo en Venecia como una metáfora de la imposibilidad de superar todavía hoy, el negacionismo del Estado turco. Una vez construidas, ¿el futuro de las ‘Reverberaciones será así de rico?
(Este artículo se publicó originalmente en justiceinfo.netEnlace externo)
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Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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