Golpe contra la América Latina progresista
El resultado de las presidenciales en Argentina tendrá repercusiones inmediatas en el panorama político latinoamericano en el que en los últimos tres lustros predominaron gobiernos progresistas que apostaron a impulsar la unidad regional.
Con menos de tres puntos de diferencia la opositora alianza Cambiemos se alzó este domingo con el triunfo en la segunda vuelta electoral. El derrotado Frente para la Victoria dejará el próximo 10 de diciembre el Gobierno nacional tras una gestión ininterrumpida de 12 años.
En segunda vuelta, el candidato del empresariado argentino Mauricio Macri, venció al actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, que se presentó por el Frente para la Victoria ante la imposibilidad constitucional de Cristina Fernández de Kirchner de aspirar a un tercer mandato.
El pasado “kirchnerista”
Quedan atrás 12 años de gobiernos ‘kirchneristas’ en los cuales la redistribución social de la riqueza –con múltiples programas en beneficio de los sectores más empobrecidos-; el imperio de los Derechos Humanos (con centenas de juicios a los genocidas de la última dictadura); la Unidad Latinoamericana; y la lucha contra la especulación financiera internacional – los denominados fondos buitres- fueron los principales ejes programáticos.
Las causas de la derrota electoral son múltiples. Algunas propias relacionadas con errores de inexperiencia gubernativa, sonados casos de corrupción así como una cierta rigidez conceptual- cuando no una cierta arrogancia en el ejercicio del poder.
Otras, más ligadas al complejo comportamiento de la clase media argentina que en los últimos 50 años ha oscilado cíclicamente entre posiciones radicalizadas seguidas de periodos reaccionarios o incluso pro-golpistas. La constante ofensiva de los grandes medios de información que nunca aceptaron la nueva y democratizadora Ley de Medios. Sin subestimar también el impacto de la actual coyuntura de crisis financiera internacional que amenaza la prosperidad y el crecimiento económico de todas las naciones latinoamericanas sancionando a sus gobiernos y planes sociales y redistributivos en marcha.
Una Argentina menos latinoamericanista
La victoria de la alianza dirigida por Mauricio Macri anticipa el alineamiento en el plano internacional detrás de la visión norteamericana, de los organismos del tipo del Fondo Monetario Internacional y de amigos predilectos como el Partido Popular español con quien Macri mantiene relaciones privilegiadas. Implicará así un debilitamiento de los gobiernos progresistas latinoamericanos. En momentos en que se visualiza una frontal ofensiva de la derecha en contra del Gobierno de Venezuela –de cara a las próximas elecciones legislativas de diciembre- como en Brasil, fragilizando la gestión de la presidenta Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores. Esta ofensiva busca, además, debilitar los esfuerzos integradores regionales forjados, entre otras, a través de instituciones como la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas), que reúne a los doce principales países de la región y en la cual Argentina jugó hasta ahora un rol clave.
Amenazas contra los derechos humanos
Si la primavera democrática latinoamericanas que arrancara a inicios de la década pasada se ve seriamente amenazada, no menos preocupante es lo que puede pasar con la ejemplar política de reconstrucción de la memoria colectiva -del juicio y castigo a los responsables de la última dictadura así como la reparación de las víctimas- que impulsaran sucesivamente Néstor y Cristina Kirchner. Y que llevó a Argentina a un primer plano internacional en esta materia muy por delante, incluso, de naciones europeas como España en la que los crímenes del franquismo gozan todavía en gran medida de una casi total impunidad.
Cuatro días ante de las votaciones del domingo 22 de noviembre, en diversos sitios emblemáticos de Buenos Aires –como el ex campo de concentración de la Escuela de la Mecánica de la Armada hoy reconvertido en Centro de la Memoria y Museo- ; la Mansión Seré (otro centro clandestino de detención) o la combativa Facultad de Humanidades de Rosario, aparecieron amenazas de bombas y pintadas que decían: “A partir del 22 de noviembre se acaba el curro de los derechos humanos”.
Anticipando así una vuelta al pasado, el eventual freno a las investigaciones y juicios en marcha y la posible persecución a las organizaciones de defensa de los derechos humanos como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo o HIJOS de desaparecidos. El mismo Macri, hace un año, por entonces candidato de la oposición de derecha había anticipado que “conmigo se acaban los curros – ndr: estafas- en derechos humanos”.
Punto de vista
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El próximo 10 de diciembre se abrirá así una nueva etapa en la historia contemporánea argentina. La Alianza Cambiemos llegará al Gobierno favorecida por los aires de alternancia y con promesas de cambios, aunque sin una clarificación programática de cuáles serán esas nuevas políticas que van a implementar. Aunque presagian, en lo económico, una vuelta a ajustes neo-liberales si se tiene en cuenta el discurso de sus asesores económicos muchos de los cuales están estrechamente ligados a grandes trasnacionales.
En ese marco, la política internacional y la de derechos humanos aparecerán así como parámetros inmediatos que medirán el plan de Gobierno de Macri que con su 51.41 % de electores obtuvo una mayoría ajustada en un país dividido en dos partes; que no cuenta con mayoría propia ni en la Cámara de Diputados ni el Senado de la Nación; y que deberá lidiar con gobiernos adversos en la gran mayoría de las provincias del país.
(Este artículo se publicó originalmente en el periódico suizo Le Courrier)Enlace externo
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