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«Habríamos podido hacerlo hace diez años»

Apretón de manos entre los ministros de Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif y de Estados Unidos, John Kerry (centro), el 24.11 en Ginebra. AFP

Sin el bloqueo de los ultras, tanto en Washington como en Teherán, la crisis nuclear iraní podría haber tenido un desenlace hace diez años. El exdirector adjunto de la AIEA, el suizo Bruno Pellaud siguió las negociaciones anteriores. Hoy, se congratula del acuerdo “ganador-ganador”, firmado en Ginebra.

De 1993 a 1999, el físico fue director general adjunto de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) en Viena, a cargo en particular de Corea del Norte e Irán. Luego presidió, de 2001 a 2009, el Foro Nuclear Suizo. Para él, el acuerdo firmado el 24 de noviembre tras cuatro días de maratón diplomático en Ginebra entre Irán y el grupo P5 +1 (Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido + Alemania ) presagia una relajación en la larga crisis nuclear iraní.

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Etapas del acuerdo con Irán

Este contenido fue publicado en Nacido en Oxford (G.B.), el artista de la lente vive en Ginebra. Su reciente proyecto ‘Bank on us’ (Apueste a nosotros), sobre la crisis bancaria, le hizo acreedor a varios premios, incluido el Swiss Press Photo Awards 2012. (Fotos: Mark Henley/Panos Pictures).

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swissinfo.ch : ¿Quiénes son los ganadores en el Acuerdo de Ginebra?

Bruno Pellaud: Yo diría que ambas partes. Cada uno obtuvo lo esencial de lo que quería. Los iraníes no pierden la cara, ya que se les reconoce su derecho a continuar con el enriquecimiento de uranio. Su principio, como me lo había dicho en cierta ocasión un allegado a Ahmadineyad es “todo lo que hemos adquirido, lo mantenemos. Y si se nos impide hacer otras cosas, estamos de acuerdo en parar”. En cuanto a Occidente, ganó una oficialización de una extrema transparencia del programa de Irán que, dicho sea de paso, es hoy el país más controlado en el mundo por la AIEA.

Mi mayor frustración es que ya estábamos en ese punto hace diez años. En ese momento, el actual presidente de Irán, Hassan Rohani, era el jefe de las negociaciones sobre la cuestión nuclear y su colaborador era Mohammad Javad Zarif, actual ministro de Exteriores. Irán había detenido su programa de enriquecimiento en 2003 y unos meses más tarde, los dos hombres habían firmado un acuerdo temporal y su protocolo adicional, que permite las visitas muy intrusivas de la AIEA. Y a cambio, Occidente levantaba las sanciones.

Así que en 2004, los iraníes estaban dispuestos a aceptar lo que aceptaron ahora. Pero los europeos arrastraron las cosas, porque esperaban ver a Rafsanyani volver a la presidencia en 2005, así es que no respondieron a las ofertas iraníes, y finalmente, Ahmadineyad ganó las elecciones.

Luego se dio el acuerdo de 2006, también casi idéntico al firmado hoy. Mientras que la administración Bush había puesto el palo en la rueda durante mucho tiempo, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, había convencido finalmente al presidente, contra el consejo de los “halcones” de Washington. Por desgracia, ese acuerdo naufragó porque el Guía Supremo Ali Jamenei y el presidente Ahmadineyad dificultaron la tarea de su negociador en el último momento.

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swissinfo.ch: También hubo esfuerzos de Suiza entre 2008 y 2010…

B.P.: Micheline Calmy-Rey, entonces ministra de Exteriores, había alentado ese papel de mediación, aprovechando que Suiza representa los intereses estadounidenses en Teherán. Hubo una muy intensa actividad, encabezada por el secretario de Estado Michael Ambühl. Tuve el privilegio de ser consejero en su equipo e ir con él a Teherán. Lo que hacíamos era tratar de encontrar lo que podría ser aceptable para iraníes y occidentales. Y la gente nos escuchaba. Ali Larijani, quien preside ahora el Parlamento iraní, era entonces el jefe de la negociación, y casi todas las veces que pasó por Europa se detuvo en Berna para encontrarse con la señora Calmy-Rey y el señor Ambühl.

Y todavía antes de eso, hubo contactos de alto nivel establecidos por Tim Guldimann, embajador suizo en Teherán a principios de la década de 2000. Incluso transmitió a Washington una hoja de ruta que habría sido aceptada por el Guía Supremo y que abordaba no solamente el tema nuclear, sino también cuestiones en las que estadounidenses e iraníes podrían tener intereses comunes, como Afganistán y Siria. Y los estadounidenses lo ignoraron con arrogancia.

Finalmente, a pesar de tres rondas de negociaciones en Ginebra, nada se concretizó. En ese momento, sentí que los iraníes jugaban con Suiza, como lo intentaron después con Turquía …

swissinfo.ch : ¿Entonces por qué se logra hoy?¿Es el efecto Rohani o el efecto Obama?

B. P.: Ambos. Obama fue un prisionero de su primer mandato, pero parecía que en el segundo sería más fuerte, aunque yo creo que globalmente tiene dificultades en la política exterior. Y por la parte iraní, hubo esa ruptura. Rohani toma entre las manos la política exterior con un Guía Supremo que es débil y no puede pasar por delante de su nuevo presidente.

También está la situación económica en Irán. El país realmente necesita una flexibilización de las sanciones. Podemos decir que las sanciones plegaron al régimen. Zarif y Rohani no hacen esto por la belleza del gesto diplomático, están obligados. Si Rohani aspira a un segundo mandato, debe tener logros en el plano económico.

El acuerdo tiene la forma de un “plan de acción conjunta” de cuatro páginas, al término de las cuales:

Irán acepta cesar el enriquecimiento de uranio a más del 5% y a desmantelar el equipo necesario; se compromete a neutralizar su arsenal de uranio enriquecido a casi 20% y a no construir nuevas centrifugadoras de uranio. Teherán detendrá la construcción de un reactor en su planta de Arak que produciría plutonio y se abstendrá de construir una instalación capaz de extraer el plutonio a partir del combustible usado. Finalmente, Irán permitirá el acceso cotidiano a sus instalaciones de expertos de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA).

Los miembros del P5 +1 consienten un alivio de las sanciones limitado, temporal, específico y que puede ser anulado, equivalente a cerca de siete millones de dólares; no impondrán nuevas sanciones durante seis meses si Irán respeta sus compromisos; suspenderán algunas sanciones sobre el oro y los metales preciosos, el sector automotriz y las exportaciones petroquímicas de Irán. Además, las grandes potencias desbloquearán 4 mil 200 millones de dólares, producto de las sanciones sobre las ventas de petróleo iraní.

En contraste, la mayoría de las sanciones de EE.UU., comerciales y financieras, se mantendrán en vigor en los próximos seis meses, así como las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Fuente: AFP

swissinfo.ch : El gobierno israelí denunció inmediatamente el acuerdo, que según él deja a Irán la posibilidad de construir una bomba atómica. ¿Qué opina?

B.P.: No, en ese caso, Israel vive en otro mundo. De hecho, no es la bomba lo que le preocupa, sino su supremacía en Oriente Medio. Su propia bomba les confiere una especie de inmunidad y en realidad, para ellos, Irán es un peligro, no tanto a causa de un riesgo de bomba, sino por su influencia en los países vecinos, sobre Hezbollah, Siria, Líbano. Israel tiene una mala fe absolutamente flagrante. Cuando estuve en Viena, recibía cada tres meses la visita de su embajador que me decía “los iraníes están a tres meses de tener la bomba”. Y eso duró seis años… Y ahora Netanyahu continúa con sus exageraciones. Pero eso no tiene ningún valor.

swissinfo.ch: ¿Para usted, este acuerdo marca el principio de una distensión en la región?

B.P.: Distensión entre Irán y Occidente, sí. Se adquirió un capital de confianza. Lo que me inquieta e interesa a la vez es la posición de los países árabes. Está esa guerra de religión que ha durado más de mil años entre chiítas y sunitas y que adquiere una importancia increíble, con Al Qaeda que juega con esa animosidad y pone bombas todos los días, con las monarquías del Golfo que temen el aumento del poderío de Irán y que pueden a su vez sabotear un montón de cosas con la ayuda de Israel, de una manera u otra. Esas monarquías dependen por una parte de los estadounidenses, pero no quieren ver a Irán emerger como un socio de Occidente. Es difícil anticipar cómo va a evolucionar todo esto.

swissinfo.ch : El acuerdo de Ginebra solamente es válido durante seis meses. Algunos dicen que los desafíos para lograr un acuerdo final son enormes. ¿Hay que temer nuevos obstáculos?

B. P.: Yo no sería pesimista. En Ginebra se resolvieron los puntos esenciales. Los detalles serán el destino de la planta de Arak y el protocolo adicional, que abre la puerta a controles muy precisos, pero, insisto, Rohani y Zarif ya habían aceptado ese protocolo hace diez años. Lo que podría pasar es que el Parlamento iraní no ratificara el acuerdo antes de que se logren avances significativos en el nivel de las sanciones. Pero incluso en ese caso, los occidentales no podrán dar un portazo. Me parece realmente que lo esencial está dicho y que la continuación va a depender de las sanciones occidentales.

(Traducción del francés: Marcela Águila Rubín)

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