Historia fotográfica de un sueño roto
El 19 de julio se cumplieron 30 años de la Revolución Sandinista. La fotógrafa suiza Olivia Heussler acaba de publicar un libro que recorre los últimos treinta años de la historia atormentada del país centroamericano.
Las imágenes de Olivia Heussler muestran que una revolución no es un paseo y lo que vino después de ella tampoco.
Nicaragua se transformó en un país controvertido cuando en 1979 la Revolución Sandinista derrocó la dictadura de Anastasio Somoza Debayle en medio de la Guerra Fría.
Los comandantes sandinistas lanzaron cruzadas de alfabetización, una reforma agraria, campañas de vacunación y programas populares de salud destinados especialmente a la mujer.
Las noticias de las nuevas libertades motivaron a no pocos suizos a viajar a Nicaragua en calidad de brigadistas de solidaridad. Tenían el afán de cooperar en el esfuerzo de reconstruir un país destrozado por la guerra civil, el abandono y la corrupción.
La fotógrafa suiza Olivia Heussler se dejó contagiar por el amanecer revolucionario en el país de Augusto Sandino y empezó a documentar el proceso en Nicaragua. No le temblaron las manos a la hora de seguir los acontecimientos con la cámara, cuando se vislumbraba el desmoronamiento de la revolución a principios de los años noventa.
Nicaragua y su historia heroica y trágica
El libro El Sueño de Solentiname reseña, documenta y analiza tres décadas de la historia de Nicaragua; una historia que el novelista Sergio Ramírez califica como «tantas veces heroica y otras tantas veces trágica» en el prefacio del libro.
La portada muestra un barco en marcha sobre algún rió nicaragüense; un barco lleno de simpatizantes internacionalistas de la Revolución en ruta hacia algún pueblo, donde se necesitan brazos, cerebros y corazones.
La fotógrafa suiza inicia el libro con gráficas de brigadistas suizos que – machete en mano – trabajan la tierra, limpian maleza, transportan agua hacia algún lugar apartado, pobre e insalubre. Son gráficas de hombres y mujeres helvéticos que en aquel entonces creían en la viabilidad de la Revolución Sandinista.
Fotografía y contradicción
Olivia Heussler nos presenta imágenes complejas de tiempos violentos, sin recurrir a la trampa de mostrarnos sangre, brutalidad y las perversidades de la guerra. La fotógrafa pinta una historia llena de contradicciones y de poesía, donde las figuras de Augusto Sandino, Michael Jackson, la Virgen María, Elvis Presley y Che Guevara conviven una al lado de la otra.
Heussler retrata la dualidad inminente de todas las revoluciones y de la gente que las dirige: «Había una contradicción profunda entre los sueños de la izquierda y la realidad. Muchos de mis conocidos vivían tras los muros altos de las grandes villas que los sandinistas habían expropiado a los somozistas. Y por ello no tenían contacto con la realidad de la lucha diaria por la supervivencia ni con la cultura viva de las bases.»
Recuerda la experiencia fotográfica y escribe: «Caí en la cuenta de la importancia que tenía el largo proceso que va desde el revelado de las películas hasta la selección de las tomas: me ayudaba a digerir las experiencias que vivía detrás de la cámara. Algunas tomas me ayudaron incluso a digerir experiencias horrendas».
Imagen y desgaste
Las fotografías reflejan que a revolución de los ochenta desgastó al pueblo. Así retrata Olivia Heussler a sus protagonistas. La guerra de los contrarrevolucionarios y la ineptitud de los gobernantes dejaron al país en la ruina, la economía paralizada, la agricultura destruida y la inflación en niveles inimaginables.
En los años noventa, y tras el fin de la Guerra Fría, el ocaso del sueño socialista era inevitable en Nicaragua, que a mediados de la década volvía a ser uno de los países más pobres del mundo. Los brigadistas de solidaridad de Suiza y de otras partes se habían retirado casi por completo, y los pobres se veía nuevamente solos frente a su miseria.
La sutileza de la fotografía
Olivia Heussler enfoca con particular interés la suerte de las mujeres nicaragüenses. Son imágenes que transmiten gran cariño, dulzura y entendimiento y subversión. Con o sin revolución, ellas siguen lavando su ropa en los ríos, entre vacas, niños y lodo. Pero la fotógrafa nos transmite sutilmente que el sufrimiento tal vez no fue en balde y el ‘empoderamiento’ nace en la cabeza de la gente, de las mujeres.
La última sección del libro, la de la primera década del nuevo siglo, es tal vez la más sorprendente. Olivia Heussler nos confronta con imágenes de una democracia que «se ve amenazada por el regreso a las viejas formas de autoritarismo, que ha sido una de las características siempre presentes, por desgracia, en la historia de Nicaragua», como escribe Sergio Ramírez en el prefacio. Son imágenes de la chatarra industrial y cultural que descarga el mundo neoliberal sobre países como Nicaragua.
Olvia Heussler atestigua y protagoniza su libro, a través de 280 páginas de belleza, crueldad, sensualidad y admiración por el pueblo de Nicaragua.
Erwin Dettling, swissinfo.ch
Olivia Heussler se gradúa como asistente técnica médica y completa su formación en el Instituto Tropical de Basilea, antes de dedicarse a la fotografía.
Estudia en la Escuela de Artes y Oficios de Zúrich.
Es cofundadora de la agencia suiza de fotografía Lookat Photos y fue miembro de Impact Visuals en Nueva York.
Vivió en Nicaragua en la década de los 80. Sus ensayos y reportajes fotográficos muestran la guerra, la paz y las contradicciones en Nicaragua.
Ha realizado fotorreportajes en Israel, Palestina, Turquía y en Pakistán.
Sus fotografías figuran en colecciones privadas y públicas y se exhiben en muestras internacionales. Olvia Heussler vive con su hija en Zúrich.
El libro tiene un suplemento con todos los textos en español.
El archipiélago de Solentiname comprende 36 islas e islotes de diverso tamaño con una superficie total de 40,2 km². Se ubica en el extremo sureste del lago Cocibolca (Nicaragua).
Las principales actividades económicas son la agricultura, pesca artesanal, pintura primitivista y artesanía.
Gracias al impulso del poeta, ex sacerdote y antiguo ministro de Cultura Ernesto Cardenal, el archipiélago se ha convertido en residencia de numerosos artistas y sede de un movimiento pictórico de características propias.
Ernesto Cardenal donó Solentiname a la Asociación para el Desarrollo de Solentiname (APDS).
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