Por la donación de órganos sin consentimiento previo
Una iniciativa popular busca convertir a cada adulto en un potencial donante de órganos en caso de deceso. Un camino cuestionable, estiman dos médicos de la Suiza de expresión italiana, activos desde hace tiempo en la materia. Proponen otra forma de actuar para contrarrestar la falta de donantes en Suiza.
Uniformidad nacional desde 2007
Hasta el 1° de julio del 2007, es decir, antes de la entrada en vigor de la ley federal sobre los trasplantes, este ámbito se regulaba a nivel cantonal. En lo que respecta a la donación de órganos, el modelo denominado “de oposición” (consentimiento presunto) estaba vigente en la mayoría de los cantones, mientras que en solo 5 era obligatorio solicitar la aceptación.
Algunos años después de la entrada en vigor de esta ley federal fueron presentadas propuestas en el Parlamento para generalizar el modelo del consenso presunto. Pero fueron rechazadas. Los partisanos del consentimiento presunto decidieron entonces apelar al pueblo para resolver la cuestión. La iniciativa popular fue lanzada por la sección local RivieraEnlace externo (región de Montreux y de Vevey, en la ribera del Lago Lemán) de la ONG Junior Chamber InternationalEnlace externo, sostenida por la fundación SwisstransplantEnlace externo.
-“¿Pero dónde se encuentra ahora su alma?”
-“En principio, estaríamos de acuerdo en donar los órganos del cuerpo de nuestro pariente, pero no queremos que en su próxima vida termine en el cuerpo de una jirafa. Por eso no podemos dar nuestro consentimiento”.
Estas dos respuestas ejemplifican las más disparatadas reflexiones transmitidas a Sebastiano Martinoli y Roberto Malacrida. Los dos médicos y antiguos profesores de universidad se encuentran a la vanguardia de la promoción de la cultura de la donación de órganos en el Tesino, actividad en la que actúan desde hace 30 años.
Cambio jurídico
Este controversial tema se encuentra hoy en el centro del debate público en Suiza, a partir del lanzamiento de la iniciativa popular Favorecer la donación de órganos y salvar vidas.
La iniciativa solicita la introducción del principio de consentimiento presunto, conocido también bajo el nombre de “modelo de oposición”. Cuando una persona fallece, se presume que estaba de acuerdo en que sus órganos, tejidos y células sean utilizados para un trasplante, a menos de que en vida haya expresado su clara oposición al respecto.
Actualmente, es el modelo inverso el que prevalece: una persona que desea donar sus órganos debe expresar esta voluntad firmando la autorización correspondiente o informando a los miembros de su familia. Para la extracción, los médicos siempre deben solicitar la autorización de la familia.
+ Para saber más sobre este tema
Los promotores de la iniciativa subrayan que la mayoría de los países vecinos adoptaron el principio del consentimiento presunto y que la tasa de donaciones de órganos es alrededor de dos veces superior a la de Suiza.
Formación y comunicación
No, responden sin dudar Sebastiano Martinoli y Roberto Malacrida, sobre la base de su larga experiencia. Como prueba, el Tesino, donde el principio de consentimiento informado está vigente, la tasa de donaciones llega casi a la de España, campeón europeo en la materia, y donde el principio de consentimiento presunto está vigente.
Encontramos a los dos médicos de forma separada, pero es como si hablarán con una sola voz. Ninguna duda para ellos: la relación de confianza entre las familias de los pacientes y el personal médico juega una influencia crucial para la disposición a donar órganos. Y esta relación de confianza debe ser concebida inteligentemente.
“Más del 50% del éxito en cuanto a la solicitud de la donación de órganos es el resultado del trabajo hecho en el mismo hospital”, afirma Sebastiano Martinoli. Es esencial que en “los tres pilares hospitalarios” para la donación, es decir, servicio de cuidados intensivos, de reanimación y primeros auxilios, haya equipos formados para hacer frente al diagnóstico de muerte cerebral y acompañar a los miembros de la familia, explica el cirujano. Esto implica “una buena formación en el plano técnico, psicológico y de la comunicación”.
Respetar los tiempos y el silencio
Una comunicación bien hecha exige palabras y tiempos apropiados, subrayan los dos expertos. Muchas veces, una de las grandes dificultades para los médicos es resistir a la presión de la urgencia en la compleja organización del trasplante. Para reasegurar a la familia del paciente hay que consagrar todo el tiempo necesario en un clima de tranquilidad.
Es particularmente difícil “gestionar el silencio. En la comunicación de la muerte, hay siempre un primer momento de silencio. Los miembros de la familia están golpeados y el médico debe mantenerse silencioso. Debe ser capaz de asumir el silencio, que puede parecer muy largo”, explica Roberto Malacrida que vivó centenares de episodios similares.
Los dos médicos, en revancha, se oponen categóricamente a las tentativas de forzar a los miembros de la familia que rechacen donar, sea usando presiones morales o de chantaje. “Éticamente, es inaceptable”, se indigna Roberto Malacrida. “Somos una sociedad demasiado multicultural para exigir el consentimiento de todos”, subraya Sebastiano Martinoli.
Una discusión amplia gracias a la iniciativa
A partir del lanzamiento de la iniciativa popular, la cuestión ocupará sin duda un lugar importante en los medios suizos de información durante estos próximos años. ¿Pero tendrán estas discusiones un efecto benéfico?
A pesar que no comparte la idea de la iniciativa, Roberto Malacrida considera “muy importante el debate democrático que se va a dar, sea cual sea el resultado de la búsqueda de firmas y eventualmente de la votación”. Según el médico, va a dar la oportunidad de informar a la gente y de reflexionar sobre el tema. “Por estas razones podría incluso firmar la iniciativa”, reflexiona.
Completamente opuesto a la misma, Sebastiano Martinoli teme que la iniciativa “juegue en el plano de la emoción”.
Riesgos
Los dos médicos advierten sobre los riesgos que se desprenden de la práctica del consentimiento presunto. Primero, es muy probable que una parte de la población -en particular aquella proveniente de la inmigración- no se encuentre lo suficientemente informada sobre el tema.
En segundo lugar observan una eventual discriminación social: podría ser más fácil forzar a las familias provenientes de los sectores más frágiles de la población, las personas sin familiares o los marginales. Y esto no es todo: los médicos podrían utilizar el consentimiento presunto como un medio para evitar la información, la comunicación y el trabajo de acompañamiento. Y es justamente ese trabajo el que permite un “consentimiento sereno, sin remordimientos”, afirma Roberto Malacrida.
Dado que los partisanos de la iniciativa señalan regularmente a España como ejemplo, Sebastiano Martinoli y Roberto Malacrida recuerdan que el país ibérico introdujo el consentimiento presunto en la ley, pero que, en realidad, siempre se informa y se confirma con los familiares el deseo del difunto, en ese sentido. Por otra parte, actúan paralelamente equipos de médicos, enfermeras y psicólogos bien informados. Según los médicos tesineses, han sido estos métodos los que favorecieron un verdadero aumento del nombre de donaciones de órganos. Tanto en España, como en Tesino.
¿Qué dice la ética?
El bioético Alberto Bondolfi, antiguo miembro de la Comisión Nacional de Ética para la Medicina Humana (CNE), y profesor en diversas universidades suizas y en el extranjero, trabaja desde hace varios años el tema de la donación y el trasplante de órganos. Es invitado regularmente a pronunciarse en el marco del debate público sobre la iniciativa popular.
«Moralmente, estimo que el consentimiento presunto es aceptable. De un punto de vista ético, no es una propuesta que debe ser categóricamente rechazada”, afirma el profesor honorario de la Universidad de Ginebra, recordando que jurídicamente, el cadáver no es asimilable a una persona. Por supuesto, existen derechos individuales post mortem que no autorizan hacer cualquier cosa con un cadáver. Pero, por otra parte, la persona viva no tiene el poder absoluto sobre su propio cuerpo cuando muera”.
El científico subraya que incluso entre los especialistas en ética, no todos comparten su punto de vista. Existen divergencias de opinión en el seno de la CNE. Esta misma expresó sus dudas en cuanto a la eficacia de la propuesta. Punto de vista que comparte también Alberto Bondolfi. “No pienso que sea la solución milagro”, concluye el bioético.
(Traducción: Sergio Ferrari)
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