La afiliación religiosa sigue siendo un factor político
Hace tiempo que en Suiza la rivalidad entre católicos y protestantes ha perdido fuerza. Hay una cuestión, sin embargo, que nos recuerda que a veces queda fuego bajo las cenizas. Un ejemplo de ello es el proyecto para establecer una embajada suiza en el Vaticano.
Guy Parmelin visitó el Vaticano el 6 de mayo para tomar juramento a los nuevos miembros de la Guardia Suiza Pontificia. Tras una reunión con el papa Francisco, el presidente de la Confederación anunció que el Gobierno estaba estudiando la posibilidad de conceder un crédito de 5 millones de francos para construir el nuevo cuartel de la Guardia y crear una embajada suiza ante la Santa Sede.
Ruptura diplomática
Sin remontarnos a la época de las guerras de religión, hay que recordar que el Estado federal moderno se creó en 1848 tras la derrota –en la Guerra del Sonderbund– de los cantones católicos conservadores frente a los liberales, mayoritariamente protestantes. Y la segunda mitad del siglo XIX estuvo marcada por las tensas relaciones entre los católicos conservadores y el nuevo Estado federal.
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¿Cómo llegó Suiza a ser Suiza?
Esta crisis alcanzó su punto álgido en 1873 y condujo a la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Suiza y la Santa Sede. Aunque, posteriormente, el desarrollo del socialismo provocó un acercamiento entre ambos adversarios; un acercamiento que se concretó en la elección en 1891, por primera vez, de un católico conservador como miembro del Consejo Federal (Gobierno suizo).
Tras la Primera Guerra Mundial, las relaciones diplomáticas entre ambos Estados comenzaron a normalizarse. En 1920, la Santa Sede estableció una nunciatura apostólica en Berna. El Consejo Federal, por su parte, restableció las relaciones diplomáticas con el Vaticano en 1991.
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Medio milenio de la Reforma en Suiza
Riesgo de “desequilibrio confesional”
No obstante, Suiza no tiene embajada en la Santa Sede y los intereses suizos los representa el embajador en Eslovenia. La apertura de una embajada en el Vaticano sería, por tanto, un paso más en el fortalecimiento de las “excelentes e intensas” relaciones bilaterales, según los términosEnlace externo del Ministerio suizo de Asuntos Exteriores.
La apertura de una embajada en el Vaticano, sin embargo, está generando reacciones. Rita Famos, la pastora y presidenta de la Iglesia Evangélica Reformada de Suiza (EERS, por sus siglas en francés), se ha posicionado públicamente y considera que dicho proyecto constituye un riesgo de “desequilibrio confesional”.
La existencia de una embajada da a la Iglesia Católica Romana acceso directo a las autoridades suizas; una ventaja que los protestantes no tienen. Por ello, Rita Famos, en las columnas del diario Neue Zürcher Zeitung, propuso la idea de nombrar una persona de contacto para las relaciones entre la EERS y la Suiza oficial.
“Es evidente que, en virtud del derecho internacional, tenemos un estatus diferente al de la Santa Sede. Pero somos la segunda comunidad religiosa del país con un ADN claramente suizo”, justificó la presidenta de la EERS.
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A cada quien su religión
Denegación de la exención
Las cuestiones del establecimiento de una embajada y la contribución a la construcción de un nuevo cuartel todavía tienen que pasar por las comisiones competentes y por el Parlamento, más adelante. Pero un debate durante la última sesión legislativa muestra que las sensibilidades religiosas siguen siendo un parámetro político que puede influir en las decisiones.
En una iniciativa parlamentaria, el diputado de la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora) Jean-Luc Addor pidió que durante su servicio en el Vaticano los guardias pontificios estuvieran exentos de pagar el impuesto militar suizo, como agradecimiento a la imagen positiva que dan de Suiza. El diputado (que es protestante) dijo que esta petición “trasciende las fronteras religiosas”.
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Quienes se oponen no han querido hacer una distinción para un pequeño grupo de hombres católicos. “Con esta exención fiscal se trata de promover una determinada confesión religiosa y no solo la práctica de esta religión, sino también el servicio a su clero en otro país… Simplemente les pido que recuerden que no toda la población es católica y que nuestros jóvenes pueden tener otros sueños que llevar una lanza”, abogó la diputada ecologista Léonore Porchet.
Priska Seiler Graf, en nombre del grupo socialista, reconoció que la afiliación religiosa juega un importante papel en el debate. “No somos unánimes. Los católicos están a favor, los protestantes en contra. Pero les aseguro que en nuestras filas no hay otra guerra del Sonderbund”.
El proyecto ha sido rechazado por 89 votos a favor, 86 en contra y 5 abstenciones.
Traducción del francés: Lupe Calvo
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