La lucha global por el sufragio femenino
En muchos países del mundo, las revoluciones, la cooperación internacional y la democracia directa favorecieron la aprobación del derecho a voto para las mujeres. Suiza, en cambio, se resistió hasta hace 50 años, cuando temió que esto pudiera dañar su reputación internacional.
Los avances en el otro extremo del mundo fueron repentinos: el 18 de mayo de 1893, Meri Mangakahia, de 24 años, se presentó ante el “Kotahintaga”, el Parlamento del pueblo indígena de los Maorí en Nueva Zelanda constituido un año antes y declaró: “Hoy les propongo una ley que en el futuro otorgará a las mujeres el derecho a elegir y a ser elegidas en este Parlamento”.
El Parlamento formado exclusivamente por hombres Mahorí vaciló, por lo que en las siguientes semanas Mangakahia y sus compañeras de lucha recolectaron firmas en todo el país a favor de la introducción del sufragio femenino. A finales de julio de 1893 presentaron más de 30 000 firmasEnlace externo para concretizar nada más y nada menos que trece iniciativas populares a la cámara de diputados de la entonces colonia británica en Wellington.
A las pocas semanas, el Parlamento masculino aprobó por 18 de 20 votos la instauración del sufragio femenino y Nueva Zelanda se convirtió en el primer país en el mundo que aprobó el sufragio universal.
Nueva Zelanda: una alianza contra los borrachos
En aquel entonces Nueva Zelanda era un puesto exterior del imperio británico y tenía un gran excedente de población masculina, escribe la historiadora neozelandesa Katie Pickles en la publicación digital The SpinoffEnlace externo: “No solo por miedo, sino también para contrarrestar el gran número de solteros borrachos, muchos hombres conservadores votaron a favor del sufragio femenino y también de la introducción del voto por correspondencia”.
La lucha feminista contra la botella marcaría la democracia neozelandesa durante mucho tiempo: hasta 1964 se celebraron 24 votaciones nacionales sobre cómo regular el consumo de alcohol.
En el centenario de la introducción del sufragio femenino, Nueva Zelanda reforzó el derecho de iniciativa popularEnlace externo.
Finlandia: una alianza cierra filas contra los zares
Unos años después, el movimiento sufragista consiguió el segundo gran avance en el norte de Europa. Al igual que en resto de la Rusia zarista, en el entonces Gran Ducado de Finlandia hubo varios movimientos – liberales, sindicales y feministas – que comenzaron a oponerse al zar en Moscú.
“Los círculos burgueses y socialistas se aliaron para luchar por el derecho de autodeterminación de Finlandia y lo vincularon a la introducción del derecho a voto para hombres y mujeres”, explica a swissinfo.ch Johanna Kantola, investigadora y experta en estudios de la mujer de la Universidad de Tampere.
La siguiente animación muestra en qué año se introdujo el sufragio femenino en varios países.
A diferencia de Nueva Zelanda, donde en 1839 las mujeres solo disponían del derecho de sufragio activo, es decir, no podían ser elegidas, Finlandia introdujo en 1906 –y fue el primer país en el mundo que lo hizo– el derecho de sufragio pasivo para todas las ciudadanas y ciudadanos: en la primera Eduskunta finlandesa, el Parlamento unicameral, las mujeres representaban el 10%. Johanna Kantola: “Este temprano éxito del sufragio femenino, sin embargo, hizo que las generaciones posteriores se volvieran algo pasivas en cuestiones de igualdad de género”.
Después de que la proporción de mujeres cayera temporalmente al nivel inicial de 1907, últimamente las finlandesas han recuperado terreno en términos de poder político. Y a esto ha contribuido la nueva Constitución del año 2000, que refuerza los derechos democráticos directos de los ciudadanos. De esta manera, dice Kantola, en los últimos años el movimiento feminista ha conseguido, por ejemplo, la aprobación del matrimonio para todos. Es más: en el actual Gobierno que encabeza la primera ministra Sanna Marin hay 12 mujeres y 7 hombres.
EE UU: 15 votaciones populares para el sufragio femenino
Con las históricas reformas democráticas en Nueva Zelanda y Finlandia la resistencia conservadora de los hombres contra el sufragio femenino se quebró en muchas partes del mundo. Hasta mediados de los años 1920, en muchas democracias las mujeres podían votar en las elecciones y referendos. Hasta 1918, el sufragio femenino se aprobó en votación popularEnlace externo, entre otros, en 15 estados estadounidenses. Y en 1920 se procedió a la correspondiente enmienda de la Constitución estadounidense.
Como consecuencia de la Primera y Segunda Guerra Mundial, otros factores importantes marcaron la lucha por el sufragio femenino: entre ellos, según el politólogo suizo Werner Seitz, la idea de un nuevo comienzo y cierta gratitud de los hombres hacia las mujeres después de los años de guerra. Seitz dirigió durante mucho tiempo la sección de Política, Cultura y Medio en la Oficina Federal de Estadística y es autor de un nuevo libro* sobre la lucha por el derecho a voto de las mujeres en Suiza.
Suiza es obstinadamente conservadora
En entrevista con SWI swissinfo.ch, Seitz recalca que después de las dos guerras mundiales, en Suiza no hubo “ni un nuevo comienzo ni gratitud de los hombres hacia las mujeres”. Y la reivindicación democrática de que no se podía excluir a la mitad de la población tampoco tenía un apoyo mayoritario.
“La mezcla del ideario republicano y del mito fundacional [de Suiza, Guillermo Tell] llevó a una cultura política de pronunciados tintes masculinos que excluía a las mujeres”, dice Seitz y agrega que la cuestión del derecho a voto se convirtió en víctima de la polarización política entre la izquierda y la derecha: “Incluso en los años 1950 los políticos conservadores utilizaban consignas comunistas en su argumentario contra el sufragio femenino”.
El 7 de febrero de 1971, los suizos votaron sí al sufragio femenino. Así pues, Suiza fue uno de los últimos países en introducir el sufragio universal. Este hecho hace que sea una democracia liberal joven, a pesar de que a menudo sea citada internacionalmente como modelo de democracia directa.
swissinfo.ch dedica un especial a este poco glorioso aniversario. Se inaugura con un reportaje sobre Appenzell Rodas Interiores, que fue el último cantón de Suiza en introducir el sufragio femenino a nivel cantonal y municipal, en 1991, así como un artículo sobre la actual representación de las mujeres en la política suiza.
El 4 de marzo, SWI swissinfo.ch organizará una mesa redonda digital sobre el tema «50 años de sufragio femenino: una vieja cuestión de poder, una nueva lucha con nuevas caras».
Ante tal resistencia, los derechos democráticos directos (exclusivamente para los hombres), que en comparación internacional eran muy avanzados en Suiza, tampoco fueron de ayuda. Al contrario: entre 1919 y 1956 fracasaron nada más y nada menos que 29 propuestas en votaciones cantonales. Además, en 1929, el Gobierno federal ignoró una petición para la introducción del sufragio femenino que contaba con el respaldo de más del 10% de la población.
En la cuestión del derecho a voto para las mujeres, Suiza mantuvo su posición singular hasta que el daño a su reputación se convirtió en una amenaza demasiado grande, apunta Seitz. Fundada en 1946, la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU solía criticar regularmente a Suiza en sus informes, lo que dio pie a titulares negativos en la prensa internacional, especialmente en el período previo al establecimiento de la sede europea de la ONU en Ginebra y la adhesión de Suiza al Consejo de Europa.
Suiza: el tardío adiós a la maldición democrática
Finalmente, el pragmatismo ayudó a despejar la situación: en 1954, ante la incipiente Guerra Fría, el Gobierno propuso un servicio de defensa civil obligatorio para las mujeres. Pero la propuesta se encontró con un rechazo generalizado debido a la ausencia de derechos de participación de las mujeres en la vida política. A modo de moneda de cambio, el Gobierno propuso entonces por primera vez la introducción del sufragio femeninoEnlace externo. Ambas proposiciones fracasaron, pero la maldición de la democracia suiza se había roto.
En la década de 1960, nueve cantones aprobaron el sufragio femenino (a nivel cantonal). Pero solamente el 7 de febrero de 1971, dos tercios de los hombres suizos que votaron ese día se pronunciaron a favor de la instauración del sufragio femenino a nivel nacional. Es decir, 123 años después de las primeras mujeres consiguieran el derecho a voto en Europa.
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Sin embargo, este importante paso no se tradujo en una masiva participación de las mujeres en la política ni en el poder, recuerda Anita Fetz, diputada nacional entre 1985 y 2019 (salvo algunas interrupciones). “La participación activa requería primero un aprendizaje”. Así explica la política socialista a SWI swissinfo.ch el lento aumento del número de mujeres en el Parlamento – desde las últimas elecciones, las mujeres ocupan el 42% de los escaños en el Consejo Nacional, la cámara baja.
Además del derecho de sufragio activo y pasivo, también fueron determinantes los derechos de participación directa: porque, tal y como sostiene Fetz, la democracia directa invita a participar en la política fuera del Parlamento. Y así lo demuestra su caso. Según un estudio del Centro de Aarau para la Democracia (ZDA)**, Fetz ostenta el récord de participación en comités nacionales de lanzamiento de iniciativas: 18 en total.
Traducción del alemán: Belén Couceiro
*Werner Seitz, Auf die Wartebank geschoben. Der Kampf um die politische Gleichstellung der Frauen in der Schweiz seit 1900.Chronos-VerlagEnlace externo, Zúrich (2020)
** Nadja Braun Binder/Thomas Milic/Philippe E. Rocha, Die Volksinititive als (ausser-)parlamentarisches Instrument?, Schulthess-Verlag Enlace externo Zúrich (2020)
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