La ONU, única opción a falta de algo mejor
Criticada frecuentemente por su ineficacia y obsolescencia, la Organización de las Naciones Unidas sigue siendo el único instrumento disponible para garantizar la seguridad colectiva, que actualmente se ve socavada por guerra en Siria. Y el tejido de esta gastada ‘red de seguridad’, frecuentemente es remendado en Ginebra.
Los horrores cometidos durante la Segunda Guerra Mundial fueron el punto de partida de la ONU. Hoy, la crisis internacional de Siria recuerda el papel protagónico que tiene este organismo. Tanto Washington como París, a favor de una acción punitiva contra Damasco, como Moscú, interesada en contrarrestarla, se han apoyado en las Naciones Unidas.
Mientras Rusia y China enarbolan el respeto al estricto marco del Consejo de Seguridad de la ONU antes de decidir cualquier acción que entrañe el uso de la fuerza. Una posición que según Marcelo Kohen, profesor de Derecho Internacional en Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo (IHEID) “es apoyada por muchos países de Europa, América Latina, Asia y África. Mientras el otro polo occidental invoca el derecho basado en la responsabilidad de proteger a las poblaciones civiles, que forma parte de una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas ».
David Sylvan -profesor de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas en el mismo instituto- añade al respecto: “La diplomacia estadounidense enarbola la responsabilidad de proteger; un concepto que en derecho internacional es mucho más vago que la resolución del Consejo de Seguridad fundamentada en el capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas (que valida el uso de las fuerzas internacionales en países en guerra)”. Y añade que durante el debate interno sobre los escenarios para frenar al régimen de Damasco “no he escuchado a ningún congresista estadounidense invocar el derecho internacional, o a las Naciones Unidas, excepto para recordar el bloqueo ruso al Consejo de Seguridad ».
Desde hace años, numerosos estados, entre los que se cuenta Suiza, demandan una reforma al Consejo de Seguridad de la ONU para ampliar el número de miembros, integrando a potencias emergentes como India, Brasil, Sudáfrica o Nigeria. Pero los cinco miembros permanentes del mismo (Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, China y Rusia) no están dispuestos aún a ceder o compartir el preciado derecho de veto.
La diplomacia suiza trabaja actualmente en tres temas que el embajador Alexandre Fasel resume por escrito para swissinfo.ch:
Reforma de los métodos de trabajo de la ONU: Suiza se encuentra firmemente comprometida con la tarea de mejorar los métodos de trabajo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En mayo del 2013 lideró la creación del grupo de trabajo suprarregional “ACT” (accountability, coherence & transparency), que cuenta con el respaldo de otros 20 estados y exige al Consejo de Seguridad una mayor responsabilidad, coherencia y transparencia en sus iniciativas y acciones.
Sanciones: En colaboración con un grupo de países de ideas afines, Suiza apoya desde hace años la aplicación de sanciones selectivas por parte del Consejo de Seguridad para que los derechos procesales de las personas sancionadas sean mejor preservados. Entre sus principales éxitos se cuenta la introducción, en 2009, de un ombudsman que permite que a las personas concernidas solicitar la anulación de ciertas listas de sanciones.
Lucha contra la impunidad: En enero del 2013, en representación de 57 estados, Suiza envió una carta al Consejo de Seguridad de la ONU en la que solicitó que la situación en Siria fuera transferida a la Corte Penal Internacional (CPI). Considerando se presume la utilización de gases tóxicos, la realización de esta acción adquiere un carácter urgente.
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¿El fin del “imperialismo americano”?
Al sorprender con la propuesta de neutralizar el arsenal de armas químicas del régimen de Bashar al Assad, Moscú se distanció de la estrategia militar de Estados Unidos y de Francia, restaurando con ello la posibilidad de que las negociaciones internacionales sobre la crisis de Siria tengan lugar en el seno de la ONU.
Un avance que tampoco implica forzosamente que la supremacía de EEUU esté perdiendo terreno, o que exista un nuevo equilibrio de fuerzas entre los cinco miembros del Consejo de Seguridad.
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Diálogo a alto nivel
Rony Brauman, profesor del Instituto de Estudios Políticos (IEP) de París y ex presidente de Médicos sin Fronteras, destaca que la guerra en Siria es ante todo una crisis nacional en la que está en juego un conflicto regional. Y precisa que adquirió una connotación internacional debido a las alianzas que existen entre las grandes potencias.
“Pero no es el único ejemplo. Tomemos el otro gran conflicto que existe al este de la República Democrática del Congo; es exactamente del mismo tipo. Es un problema clásico de la postguerra fría. Nada ha cambiado en lo fundamental”, apunta.
Brauman destaca que son la violencia extrema de los combates y de la represión que han tenido lugar en Siria, así como su ubicación de este país en Oriente Próximo, los factores que han hecho de esta una crisis de envergadura. “Pero es exagerado hablar de que se está presentando un punto de inflexión en el sistema internacional”, opina.
Marcelo Kohen suscribe la visión de Brauman, para él estamos observando un ajuste en la posición de EEUU. “Al principio de su primer mandato, Barack Obama declaró su voluntad de trabajar con las Naciones Unidas. Hoy, esto se confirma en un contexto en el que la comunidad internacional no está dispuesta a secundarle en una operación militar”.
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Las organizaciones más importantes
David Sylvan, del IHEID, recuerda que Estados Unidos siempre logró en el pasado negociar las alianzas necesarias para que sus intervenciones militares fueran apoyadas por sus aliados y por los países de la región concernida. Una política que ha aplicado sin importar si la ONU la avala, o no.
Por lo tanto, el manejo que se ha dado a la crisis internacional de Siria es más bien excepcional. “Por primera vez en mucho tiempo Washington ha fracasado en la tarea de conformar el tipo de alianza que George W. Bush llamaba ‘coalición de voluntarios’ (coalition of the willing). Quizás esto sea el inicio de dificultades aún mayores para las intervenciones militares de este tipo”.
En su opinión, la verdadera transformación la están protagonizando el Congreso estadounidense y su fiel aliado británico. “La novedad es que los parlamentarios británicos se atrevieron a desafiar al Ejecutivo y que sus homólogos estadounidenses compartían la misma visión. Como investigador, me parece fascinante, y como ciudadano estadounidense, me resulta esperanzador. Es la primera señal de rechazo a la política de continua intervención”.
Pero ningún otro país está en posibilidad de competir con el poderío y riqueza que tiene EEUU. Sylvan destaca que el presupuesto militar de EEUU equivale a la suma del que poseen todos los demás países, aun cuando éste representa solo unos cuantos puntos del PIB americano. El déficit público declina paulatinamente desde hace 18 meses, la economía vuelve a crecer y la recaudación de impuestos se fortalece, por lo que “los EEUU no renunciarán pronto a actuar como lo han hecho siempre”.
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Suiza quiere fomentar el impacto intelectual de la ciudad
¿La desgastada maquinaria de la ONU?
Mantenido siempre en el centro de la jugada, el sistema de la ONU ha enfrentado, no obstante, fracasos recurrentes de los que no siempre es el principal responsable.
“Si bien sus métodos y procedimientos de trabajo pueden y deben ser mejorados siempre (ver recuadro), es claro que los bloqueos que se presentan en el seno de la ONU son ante todo responsabilidad de los Estados miembros y de la forma en la que defienden sus intereses”, afirma Alexandre Fasel.
Desde Ginebra, el Embajador de Suiza ante la ONU añade que, a pesar de ello, « cuando se trata de encontrar el interés común y traducirlo en hechos en favor de la paz, de la seguridad y del respecto internacional, la mayoría de los estados siguen reconociendo a las Naciones Unidas como su patria estratégica ».
Marcelo Kohen suscribe esta visión. “La ONU aporta un sistema de seguridad colectiva que aún puede jugar el rol que le corresponde. Y la experiencia actual en Siria así lo demuestra”.
Si existe una mala gobernanza en el seno de los Estados, no es culpa de las instituciones intergubernamentales como la ONU. Así que cesar de señalar todo el tiempo a la ONU como autora de los problemas y reconocer cuando son los países los responsables.
Kohen añade que la crisis siria podría ser la oportunidad para fortalecer la misión de la ONU en la escena internacional en materia de paz y seguridad globales, tareas que no pueden delegarse al G8 o al G20, que no fueron concebidos para garantizar la paz en el mundo.
Ginebra, ¿real capital humanitaria?
Sede del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y de las Naciones Unidas en Europa, Ginebra conserva una plaza de primer orden como promotora de la paz en el mundo.
El Embajador Alexandre Fasel destaca la importancia que tiene esta plaza en los dominios del derecho humanitario internacional, los derechos del hombre y la paz. “Los mandatos para las operaciones de paz se deciden en Nueva York, pero una gran parte de las capacidades operacionales de la mediación y la consolidación de dicha paz se encuentran en Ginebra ».
Y Ginebra es también la sede de las algunas de principales organizaciones dedicadas a auxiliar a las víctimas de atrocidades que provocan las guerras, como la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja (FIRC), el Alto Comisionado de las Agencia de Refugiados de la ONU (ACNUR), o la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).
Sin embargo, con frecuencia estas organizaciones, que son financiadas por las grandes potencias, se tornan ornamentales cuando de medir fuerzas se trata. En el caso de Siria, adolecieron de los medios necesarios para brindar la ayuda requerida por millones de refugiados, heridos y civiles afectados por el conflicto.
“Todas las partes a favor de la ayuda internacional tendrían que ejercer presión sobre la totalidad de las partes en conflicto para acceder a ayuda internacional para la toda la población”, estima Rony Brauman.
Y el médico de origen francés introduce el dedo directo en la llaga: “Tal vez se resolverá la cuestión de las armas químicas, pero el tema de la ayuda humanitaria se ha dejado ha quedado al margen. Durante los conflictos, ayudemos al menos a la gente a sobrevivir”.
Traducido del francés: Andrea Ornelas
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