La presidenta de Suiza deja el Gobierno a fines de año
Micheline-Calmy Rey, presidenta de turno y jefa de la diplomacia helvética, ha decidido no presentarse en diciembre para un nuevo mandato de cuatro años. La socialista ginebrina, de 66 años, deja su cargo tras nueve años al frente de la cartera de Exteriores.
El anuncio, que se produjo poco antes del mediodía de este miércoles, no es una sorpresa. Un retrato.
Desde su ingreso en el Gobierno, en 2003, Micheline Calmy-Rey se comprometió firmemente en promocionar la ‘neutralidad activa’, uno de los pilares de la política exterior helvética.
Su estilo e iniciativas han suscitado con frecuencia duras críticas. No obstante, la diplomacia suiza ha gano en visibilidad en la escena internacional.
El 4 de diciembre de 2002: El Parlamento de Suiza, por 131 votos, elegía a Micheline Calmy-Rey como uno de los siete miembros del gobierno colegiado helvético. Una mujer entonces casi desconocida en el país se presentaba ante los parlamentarios para jurar su cargo.
De origen valesano, la socialista construyó su carrera política en el cantón de Ginebra: parlamentaria cantonal, presidenta del Partido Socialista ginebrino y, finalmente, miembro del gobierno cantonal al frente de la cartera de Finanzas.
Los suizos descubrían así una nueva silueta en la política federal: vestimenta elegante y austera, casi siempre negra o blanca, y a veces con algo de rojo. Cabello separado por una línea, tan larga como su sonrisa, y mechas rubias o, a veces, blancas: una imagen original en el Palacio Federal. La nueva ministra, de aspecto grácil, pero enérgica y decidida.
“Llevo conmigo un cierto carácter, que viene de familia, del Valais. Y también llevo conmigo mi experiencia ginebrina, impregnada de apertura hacia el mundo”, declaraba tras su elección. Dos características que marcarían su estancia en el Ejecutivo: la voluntad de apertura al mundo en calidad de jefa de la diplomacia suiza y el carácter valesano, tenaz y combativo, que le ayudaría a cumplir su misión.
Neutralidad activa
Un carácter no precisamente dócil. La personalidad de la primera mujer al frente del Ministerio de Exteriores colisiona desde el inicio con el cuerpo diplomático que dirige, acostumbrado desde hace años a la docilidad de su ex jefe, Joseph Deiss. Exigente, centralista y, a veces, impulsiva, la número uno de la política exterior no utiliza un tono diplomático con sus colaboradores. Algunos recuerdan su apodo, ‘Cruela’, con el que fue señalada durante su ejercicio como responsable de las Finanzas en Ginebra.
Pero su papel no es hacerse querer en el seno del Ministerio de Exteriores, sino dar visibilidad y hacer respetar a Suiza en el extranjero. Dinámica y emprendedora, Micheline Calmy-Rey multiplica las iniciativas para reactivar la política de ‘neutralidad activa’, lanzada por la Confederación al fin de la Guerra Fría. Así, el 20 de mayo de 2003, se convierte en el primer ministro extranjero que cruza a pie la línea de demarcación entre las dos Coreas y llega a Pyongyang para discutir con los dirigentes norcoreanos.
También en 2003, Calmy-Rey sostiene activamente la Iniciativa de Ginebra, un plan de paz no oficial encaminado a reanudar el diálogo entre israelíes y palestinos. En los años siguientes promoverá la tratativa para la creación del Consejo de los Derechos Humanos, concebido como un instrumento eficaz para vigilar el respeto de estos principios por parte de la ONU.
En nombre de los Convenios de Ginebra, la ministra denuncia vivamente, en 2006, los bombardeos israelíes contra Líbano, que juzga “desproporcionados”, y exige que se respete el derecho humanitario. Con ello recibe críticas por parte de Israel, pero también felicitaciones en Suiza y en el extranjero. Es un tono nuevo para una diplomacia helvética acostumbrada hasta entonces a callar para evitar escándalos.
Annus horribilis
Única mujer en el gobierno durante más de dos años, los sondeos la sitúan regularmente a la cabeza de la clasificación de los políticos más apreciados. Esa popularidad alcanza su cenit en 2007, cuando asume por primera vez la presidencia de Suiza. Organiza diez “encuentros con la población” que atraen a cientos de personas, canta ‘Les trois cloches’, considerado como un “semihimno helvético” en un programa de la televisión suiza francófona y pronuncia un discurso patriótico en la Fiesta Nacional de Suiza, el 1 de agosto.
Micheline Calmy-Rey cuida su imagen. Incluso demasiado, según sus adversarios, que la acusan de promover la “diplomacia pública”, sobre todo por su afán de colocarse por delante. El reconocimiento veloz de la independencia de Kosovo, juzgado como precipitado, una visita a Teherán en la que lleva el velo sobre su cabella, fallidas tentativas de paz en Colombia, la gestión de la crisis con Libia: 2008 se convierte en un año negro para ella, pero también para el conjunto de la política exterior helvética, confrontada a una verdadera ofensiva internacional contra el secreto bancario.
Lo que irrita especialmente a muchos políticos es el “estilo Calmy-Rey” o, en otras palabras, el carácter de la ministra. Para sus detractores, su tenacidad puede llegar a la obstinación, aun cuando la causa ya está perdida. La Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC, centro derecha) la invitan a abandonar el Ministerio de Exteriores. En su opinión, Calmy-Rey solo ha acumulado fracasos, desde la Iniciativa de Ginebra hasta la crisis con Libia, han provocado antipatías hacia Suiza en lugares como Israel y Estados Unidos, y la ministra ha descuidado las relaciones con los socios europeos.
Política exterior poco visible
Combativa, la jefa de la diplomacia resiste a los ataques y aprovecha el hecho de que otros ministros en el Ejecutivo helvético están en la mira de la clase política y los medios: Samuel Schmid y Hans-Rudolf Merz. Sin embargo, Micheline Calmy-Rey sigue provocando irritación: en diciembre de 2010 es reelegida presidenta de Suiza con solo 106 votos, el peor resultado desde 1919.
La responsable de la cartera de Exteriores causa desencanto también entre la población. En el transcurso de su segundo año presidencial, figura incluso en la penúltima posición de la clasificación que mide la popularidad de los ministros; delante del ministro de Defensa, Ueli Maurer. Una vez más, este asunto no tiene que ver con su tarea de hacerse querer entre la población o los parlamentarios, sino de defender los intereses de Suiza en el exterior.
Y en este ámbito hay muchos logros por reconocer, incluso por parte de sus adversarios: El compromiso mostrado durante sus nueve años en el gobierno a favor de los derechos humanos y los Convenios de Ginebra; su empeño por relanzar la tradición mediadora de Suiza en los conflictos, debilitada tras la Guerra Fría, y reforzar el papel de la diplomacia suiza en los organismos internacionales. En suma, su afán por dar más visibilidad a un país minúsculo como Suiza ante el mundo.
1945: Micheline Calmy-Rey nace el 8 de julio en Sion, cantón suizo del Valais. Permanece en la capital valesana hasta la edad de 19 años.
1968: Obtiene la licenciatura en Ciencias Políticas por la Universidad de Ginebra
1974: Ingresa al Partido Socialista ginebrino y trabaja hasta 1997 como administradora y directora de una empresa familiar de distribución de libros.
1981-1997: miembro del parlamento cantonal de Ginebra.
1986-1990 y 1993-2002: presidenta del Partido Socialista en Ginebra.
1997-2002: miembro del gobierno cantonal ginebrino (responsable de Finanzas).
2003-2011: miembro del Gobierno Federal, a cargo de la cartera de Asuntos Exteriores.
2007 y 2011: asume la presidencia anual y rotativa de Suiza.
Micheline Calmy-Rey ha ‘ganado’ todas las votaciones federales relativas a la política exterior durante los 9 años que permaneció al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores:
5 de junio de 2005: la ciudadanía aprueba por un 54,6% de los votos la adhesión de Suiza a los acuerdos de Schengen y de Dublín.
25 de septiembre de 2005: el 56% de los suizos acepta la extensión del Acuerdo de libre circulación de personas a los diez nuevos miembros de la Unión Europea.
26 de noviembre de 2006: La ciudadanía acepta por un 53,4% de votos la contribución suiza de mil millones de francos destinados a favorecer el desarrollo económico y democrático de los Estados de Europa del Este.
8 de febrero de 2009: el 59,6% de los ciudadanos se expresa a favor de la extensión del Acuerdo sobre libre circulación de personas a Bulgaria y a Rumania.
17 de mayo de 2009: La ciudadanía helvética apoya con el 50,1% de votos la introducción del pasaporte biométrico, conforme a los estándares previstos por el Acuerdo de Schengen.
(Traducción: Patricia Islas)
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