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Esos cuerpos sin nombre de migrantes muertos en el mar

El naufragio del 3 de octubre de 2013, en el que perecieron 336 personas, desde la óptica de un niño de la escuela primaria de Lampedusa. AFP

Tres años después del trágico naufragio de Lampedusa, en el que murieron al menos 366 personas, las familias de las víctimas todavía intentan identificar los cuerpos y darles una sepultura digna. Un proceso difícil, pero necesario, efectuado con la ayuda de la Cruz Roja Suiza.

“Les dijimos muchas veces que no se fueran, que era demasiado peligroso, pero no hubo manera de persuadirlos. Así que un día se embarcaron rumbo a Europa y desde entonces no sabemos nada de ellos”. Un velo de tristeza cubre los ojos de Bila Bila Barre, de origen somalí, cuando narra el trágico destino de sus dos nietos, Hussene (20 años) y Maxamud (19), quienes salieron de Libia para buscar refugio en Europa.

Bila Bila Barre está convencido de que los dos muchachos murieron el 3 de octubre de 2013, en el famoso naufragio cerca de Lampedusa en el que perecieron al menos 366 personas y que estremeció a todo el mundo. El único en el que se recuperaron casi todos los cuerpos.

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“Las fechas coinciden, aunque ninguno de los supervivientes (155, ndr) ha confirmado haberlos visto en la embarcación. Pero hasta que veamos los cuerpos, tendremos la duda. ¿Estarán encarcelados en alguna parte o fueron asesinados por bandas criminales especializadas en la venta de órganos? Se escuchan tantas historias…”, señala Bila Bila Barre, quien llegó a Suiza como refugiado en los años noventa y ahora es ciudadano suizo.

A petición de su hermana, acudió a la Cruz Roja SuizaEnlace externo (CRS) para tratar de encontrar a los dos jóvenes, o al menos sus cuerpos. La CRS recoge las cotidianas peticiones de las familias separadas por la guerra o el exilio y colabora con otras sociedades nacionales de la Cruz Roja en el registro de migrantes desaparecidos en el mar. Un primer paso hacia la identificación de las víctimas del Mediterráneo, que según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) serían más de 10 000 desde 2014, 15,8 personas por día desde principios de este año.

El segundo paso lo dio Italia, justo después del naufragio de Lampedusa y sin apoyo de la Unión Europea. En el laboratorio LabanofEnlace externo, de Medicina Forense de la Universidad de Milán, analizan los llamados datos ‘post mortem’ de las víctimas de naufragios – como el ADN -, y los datos ‘ante mortem’, es decir, efectos personales, fotografías o marcas distintivas tales como tatuajes o cicatrices. Elementos que entrecruzados pueden permitir rastrear la identidad de una persona, explica Vittorio Piscitelli, quien desde diciembre de 2013 ocupa el cargo de Comisario Extraordinario del Gobierno de Italia para las personas desaparecidas.

Búsqueda en el álbum de los muertos

Apoyado por la CRS, el otoño pasado Bila Bila Barre viajó a Milán con la esperanza de identificar a sus nietos. A su lado estaban otras personas residentes  en Suiza, familiares de tres migrantes desaparecidos también en el mar.

“En el laboratorio Labanof me mostraron un álbum con imágenes de cadáveres recuperados del mar. Yo llevaba una foto reciente de mis dos nietos y trataba de encontrar semejanzas con aquellos cuerpos deformados por el agua. Pero era tan difícil…”

Como en el caso de Bila Bila Barre, a menudo el análisis de las fotografías es la única herramienta de identificación posible. Para que las pruebas de ADN sean fiables, se requiere un vínculo de parentesco directo entre padres e hijos o entre hermanos. Sucede, sin embargo, que las familias de las víctimas viven en países en conflicto, como Siria o Eritrea, y no pueden pedir la ayuda de su Gobierno o al menos el permiso para salir del país.

Por ello, a pesar de los esfuerzos de las diversas organizaciones de apoyo a los migrantes y de las autoridades italianas, muchos náufragos de Lampedusa son enterrados en algún lugar en Sicilia, con un simple número en su ataúd.

Más de ocho meses después de su viaje a Milán, Bila Bila Barre espera una respuesta del laboratorio.

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Restituir la dignidad a muertos y vivos

Responsable del servicio de búsqueda de la CRS, Nicole Windlin no tiene dudas sobre la importancia de la identificación de las víctimas de naufragios, no solamente para restituir la dignidad a los muertos, sino también a los vivos.

“Para poder iniciar el proceso de duelo, es esencial asegurarse de que una persona realmente ha muerto”, explica. “Encontrar un cuerpo significa la posibilidad de proporcionarle un entierro apropiado, de acuerdo con los ritos establecidos por las diferentes culturas, y poder responder a las demandas de la comunidad”.

Por último, también permite el reconocimiento administrativo: “Para las viudas, los huérfanos o los padres se plantea toda una serie de cuestiones que permanecen congeladas si no hay documentos que confirmen la muerte”. Un cónyuge, por ejemplo, no puede volver a casarse, ni heredar los bienes.

Nicole Windlin narra que a más de dos décadas del conflicto en la antigua Yugoslavia, todavía hay un centenar de familias en Suiza que esperan poder encontrar los cuerpos de sus seres queridos.

El caso de los migrantes en el mar afronta otra dificultad, según la experta. “En Bosnia había familias que aún recordaban cómo estaban vestidos sus seres queridos, ya que habían desaparecido el mismo día. Los migrantes han viajado durante meses, a veces durante años, y la única información que recibimos son aquellas fotografías publicadas en las redes sociales y que a menudo son imágenes de personas posando para la fotografía. Por ello es aún más difícil reconocerlos”. Y ello, sin hablar de que no existe todavía una base de datos europea de los migrantes desaparecidos en el mar.

Un desafío sin fin

Con la llegada de la primavera se han retomado en los últimos meses los viajes de la esperanza, de las costas de Libia a las de Italia, para recuperar restos de naufragios. Según ACNUR, desde principios de año hasta la fecha han muerto un promedio de 15,8 personas por día. Empero, la mayor parte de los cuerpos son tragados por el mar o recuperados meses y meses más tarde.

En el caso del naufragio del 18 de abril de 2015, en el que presumiblemente murieron 700 personas, es emblemático. Hasta el momento, la marina italiana ha logrado recuperar solamente 169 cuerpos del fondo del mar. Pero se estima que todavía están atrapados en la bodega de la embarcación entre 200 y 400 esqueletos, afirma Vittorio Piscitelli. Las operaciones de recuperación se inician en estos días, más de un año después del trágico suceso.

Frente a estos miles de vidas perdidas en el mar, Vittorio Piscitelli no se muerde la lengua: “La UE ha mostrado su lado más frágil. Ha demostrado su miedo a gestionar el fenómeno de la migración, y de los cuerpos recogidos de las aguas, dejando a Italia la responsabilidad de gestionar y financiar el programa de identificación. De hecho, la UE ha dado la espalda”.

Récord de desplazados en el mundo

“Nunca a lo largo de los 65 años de historia del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados  (ACNUR) habíamos presenciado tanto sufrimiento: más de 60 millones de personas forzadas a huir”, denuncia la agencia en su informeEnlace externo sobre las personas que debieron abandonar sus hogares el año pasado.

De acuerdo con ACNUR, en 2015 se registraron 65,3 millones de refugiados y desplazados por las guerras o las persecuciones.

Desde 2011, fecha del inicio del conflicto en Siria, la cifra subió un 9,7% con respecto a 2014, tras haberse mantenido estable entre 1996 y 2011.

Los refugiados «son víctimas de una parálisis general» de parte de los Gobiernos en todo el mundo, que «renuncian a sus responsabilidades»: Jan Egeland, del Consejo Noruego para los Refugiados

Según el ACNUR, «uno de cada 113 seres humanos en el mundo hoy está desarraigado, es demandante de asilo, desplazado interno o refugiado».

Contactar a la autora via Twitter: @stesummiEnlace externo

Crear corredores humanitarios, bloquear a los emigrantes en África o incluso intervenir militarmente para poner fin a las guerras y a las dictaduras son algunas de las propuestas evocadas para evitar la repetición de tales tragedias en el Mediterráneo. ¿Qué opina usted?


Traducido del italiano por Marcela Águila Rubín

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