Leonid Nevzlin: “Los bancos suizos deben decidirse entre el dinero y la decencia”
¿Qué eficacia tienen las sanciones económicas contra Rusia? ¿Qué papel juega Suiza en la guerra contra Ucrania? Preguntamos a opositores rusos a Putin. En esta segunda entrega de nuestra serie conversamos con Leonid Nevzlin.
Suiza desempeña un papel importante con relación a los activos y las materias primas de Rusia. Y no debe esconderse detrás de su neutralidad, sino que debe ayudar —de manera activa— a que la maquinaria de guerra rusa se quede sin recursos. Ese es el parecer generalizado de los líderes de opinión de la oposición rusa a los que hemos entrevistado.
Para esta serie de entrevistas hemos contactado con las voces más relevantes contra el Kremlin. Por lo que la mayoría ha tenido que abandonar el país. El oponente a Putin, Gari Kaspárov vive ahora en Croacia; el empresario Leonid Nevzlin, en Israel; el economista Serguéi Guriev huyó a Francia; el crítico de Putin y economista Serguéi Alexashenko vive en Washington, y el político opositor Vladímir Kara-Murza se encuentra bajo custodia desde abril en Rusia.
Leonid Nevzlin fue el colaborador más conocido de Mikhail Khodorkovsky. Por una orden de detención rusa huyó en 2003 a Israel, país donde hoy vive. Khodorkovsky, el exjefe del consorcio petrolífero Yukos, pasó varios años en prisión después de encararse con Putin. En 2008, también Nevzlin fue condenado en rebeldía a cadena perpetua en Rusia. En 2014, un tribunal dictó una sentencia a favor de Nevzlin, en la que estableció que Moscú estaría llevando contra él “una campaña despiadada para destruirle”. En los años sucesivos, Nevzlin logró afianzarse como empresario influyente y filántropo. Posee el 25% del periódico israelí ‘Haaretz’. Tras la invasión rusa en Ucrania, Nevzlin renunció a su ciudadanía rusa y declaró: “Todo lo que toca Putin, se muere.”
Señor Nevzlin, ¿en qué área tiene Suiza la mayor influencia sobre las sanciones contra Rusia?
Las cuentas bancarias suizas, que pertenecen a los compinches de Putin, aún siguen activas. Mientras que el Gobierno suizo adopta las sanciones de la Unión Europea contra Rusia, lo cual es importante, los bancos no hacen lo suficiente para identificar las cuentas de las personas sancionadas. No toman ninguna medida apropiada para la situación.
Sin embargo, según informan los medios de comunicación, los bancos helvéticos tratan de evitar relaciones comerciales con Rusia, aunque solo sea por temor a daños reputacionales. ¿Usted lo pone en duda?
Entiendo que se pueda caer en la tentación de “no percatarse” de algunas transacciones sospechosas, si hay miles de millones de euros que están en juego, sin mencionar la reputación de todo un sistema bancario que es conocido por ser uno de los más fiables para clientes en todo el mundo. Pero es importante entender que no solo se trata de dinero; hay cosas que son mucho más importantes. Están en juego las vidas de las personas, los valores europeos y el futuro de todo un continente. Por eso, también los bancos, por mucho que pueda parecer contradictorio, tienen que decidirse entre el dinero y la solidaridad internacional, es decir, la decencia.
Los bancos suizos están legalmente obligados a comunicar patrimonios y transacciones sospechosos. ¿Esto no es suficiente?
Estoy persuadido de que es necesario investigar a fondo el origen del capital de los clientes rusos en bancos suizos. Primero hay que congelar el capital, luego hay que investigarlo, y solo después, cuando no se haya encontrado nada ilegal, se deberían descongelar los haberes. Después de todo, también estábamos confrontados con este tipo de situación en 2007. Suiza descongeló los fondos de Yukos, que habían sido congelados por petición de la fiscalía estatal rusa, solo después de aclarar su origen. Se trató de un precedente, pero de este modo se logró resolver el problema.
Suiza se ha sumado a las sanciones de la UE. Putin no lo esperaba. Su círculo íntimo se ha visto muy afectado por ello.
¿Qué espera de las autoridades suizas?
Como se ha hecho en otras ocasiones, me gustaría que se realizaran investigaciones más escrupulosas y que las consecuencias fueran reales para aquellos que son culpables. Debo recordar que la Fiscalía de la Confederación Suiza, en 2015, a petición de Navalny, rechazó abrir una investigación contra el hijo del fiscal general ruso Yuri Chaika. Fue una decisión inaudita. Si las autoridades en el pasado no hubiesen hecho la vista gorda ante los grandes flujos de dinero procedentes de casos de corrupción y actividades criminales en Rusia, a lo mejor Putin y su entorno no se sentirían hoy tan impunes.
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Las autoridades suizas también deberían examinar mucho mejor las transacciones inmobiliarias. En una situación en la que la agresión rusa contra Ucrania supone un peligro para todo el mundo, es mejor extremar las medidas que pecar de inmovilismo bajo el pretexto de la neutralidad.
Entonces, ¿usted cree que la neutralidad sirve de pretexto a Suiza para continuar haciendo negocios como si no pasara nada?
Respeto este principio fundamental del Estado suizo. Pero también veo que se trata de una vaca sagrada que difícilmente encajaría en la situación actual de Europa, si se produjera una gran guerra. Suiza se ha sumado a las sanciones de la UE, lo cual fue una decisión importante para este país. Debo decir que Putin no se esperaba esto. En marzo, su círculo más íntimo se sintió muy afectado. Pero que yo sepa, Suiza no suministra armas ni munición a Ucrania. Pienso que Suiza, al igual que Israel, debería mostrarse más audaz y decidida. En las guerras, el mundo se ve en blanco y negro y queda menos espacio para los tonos grisáceos.
En su opinión, ¿qué impacto han tenido las sanciones hasta ahora? ¿Y qué medidas ulteriores son necesarias?
Las sanciones contra el régimen de Putin tienen dos objetivos principales. En primer lugar, deben contribuir a sustraerle el dinero que necesita para financiar la guerra en Ucrania. La solución más eficaz sería decretar un embargo al petróleo ruso y renunciar a comprar gas ruso. Estas medidas van a ser las más dolorosas para Europa. Por este motivo, los gobiernos europeos han dilatado su implementación lo más que han podido.
Todavía no han entrado realmente en vigor, por eso Rusia, hoy por hoy, sigue salvando su cara. La economía no se ha hundido, el rublo es incluso más fuerte que antes, y el Kremlin sigue extorsionando a los países de la UE con la reducción de las exportaciones de gas. Pero si Europa deja, definitivamente, de comprar gas a Rusia, Moscú lo tendrá mucho más difícil para seguir aparentando como si las sanciones no le afectaran.
El segundo objetivo de las sanciones consiste en ralentizar tanto el desarrollo tecnológico de Rusia, que una nueva invasión militar en Ucrania, en Polonia o en los países bálticos no sería posible dentro de cinco o diez años. Por eso se ha prohibido la exportación de tecnologías. Posiblemente, el gobierno no vaya a cambiar por eso su ideología del odio, del fascismo y del irredentismo imperial, pero el régimen tendrá muchas menos posibilidades para matar a civiles y destruir ciudades.
¿Qué debe hacer Occidente para que esta guerra acabe con la derrota de Putin?
En noticias recientes hemos podido ver cómo Ucrania pudo cosechar éxitos gracias a la moral de sus soldados y a la ayuda militar extranjera. Occidente debe suministrar armas a Ucrania, en cantidades mayores y de forma más rápida. También tenemos que pensar en el próximo invierno y facilitar los recursos para ayudar a la población civil en las ciudades donde las infraestructuras están destruidas.
Editado por Balz Rigendinger. Adaptado del alemán por Antonio Suárez
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