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¿Llega a su fin uno de los conflictos más antiguos del mundo?

Negotiations Caracas
12 de diciembre de 2022, Venezuela, Caracas: Representantes de las delegaciones del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y del Gobierno colombiano ofrecen una rueda de prensa tras las conversaciones de paz entre el ELN y el gobierno colombiano en el Hotel Humboldt. Jesus Vargas/Keystone

Suiza participa como «país acompañante» en las negociaciones de paz entre Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el segundo grupo rebelde colombiano después de las FARC. ¿Cuáles son las posibilidades y las dificultades de poner fin a un conflicto armado que dura décadas en este país latinoamericano? El análisis del otrora mediador suizo, Jean-Pierre Gontard.

swissinfo.ch: ¿Cuáles son hoy los principales retos en el conflicto entre el ELN y el Gobierno?

Jean-Pierre Gontard: El ELN es una guerrilla pobre y menos estructurada que las FARC, aunque algunos de sus dirigentes llevan mucho tiempo en sus puestos. Según algunas fuentes, el número de combatientes habría aumentado.

La guerrilla depende cada vez más de la coca, cuyo cultivo ha aumentado considerablemente de 2018 a 2022. Los campesinos de las zonas fronterizas y periféricas cultivan superficies cada vez mayores y se han importado de Perú nuevas variedades de alto rendimiento.

Además, la coordinación entre los distintos frentes del ELN, que disponen de recursos desiguales, es difícil. Y las relaciones internas están sometidas a un control cada vez mayor. El gobierno tendrá que tener en cuenta que las condiciones que el mando central del ELN exige en las negociaciones son difíciles de asumir y lentas de aplicar. 

¿Y los paramilitares?

Los paramilitares siguen allí. Algunas unidades del ejército los apoyaban o al menos los toleraban. Este apoyo consistía en hacer la vista gorda cuando personas, a menudo totalmente ajenas a la región, venían a matar a miembros de cualquiera de las dos guerrillas, a dirigentes de movimientos sociales o a campesinos. En algunos lugares había un puesto de control del ejército, luego, tres o cuatro kilómetros más allá, un puesto de control paramilitar, luego ningún puesto de control: es en esas zonas donde se han producido muchos asesinatos y masacres en los últimos años.

Gontard
Jean-Pierre Gontard, antiguo mediador suizo para la paz en Colombia. Luca Zanetti

¿Cuáles son las exigencias de las distintas partes?

Las exigencias del gobierno no siempre son muy claras. Un embajador dijo una vez que no debería haber un alto el fuego bilateral, pero el presidente es un firme partidario. Por otra parte, los jefes militares del ELN parecen tener menos prisa que sus negociadores. Inicialmente previstas para enero en México, se espera que las negociaciones tengan lugar más adelante en Venezuela.

La opinión pública podría darse por satisfecha con un alto el fuego bilateral temporal.

El objetivo del presidente Gustavo Petro es la «paz total». Tiene prisa porque, a diferencia de los presidentes Uribe y Santos, solo dispone de un periodo de cuatro años, según establece la Constitución de 1991.

Es difícil predecir qué ocurrirá en las próximas semanas con los otros cuatro grupos armados que han iniciado negociaciones: las dos disidencias de las FARC y los dos grupos cercanos a los paramilitares y el Clan del Golfo. ¿Qué puede ofrecer el gobierno a estos cuatro grupos a cambio no solo de un alto el fuego, sino de un verdadero desarme?

Históricamente fue Venezuela quien apoyó las negociaciones de paz con las FARC. ¿Qué ocurre hoy con los países vecinos? ¿Tienen o no interés en apoyar las negociaciones de paz? 

Fue sobre todo Cuba quien apoyó las negociaciones con las FARC. Venezuela participa más directamente en las negociaciones con el ELN. Durante mucho tiempo, parte de las fuerzas del ELN se han establecido en la zona fronteriza e incluso dentro del territorio venezolano. Por su parte, el gobierno colombiano ha reanudado las relaciones diplomáticas con Caracas. Los presidentes Petro y [Nicolás] Maduro han establecido línea directa y las próximas negociaciones formales tendrán lugar, como las anteriores, en un hotel de Caracas.

Actualmente existe una lista de países «garantes» del proceso de paz y de países «acompañantes». Entre los garantes, solamente hay un país europeo, Noruega, con el que Suiza colaboró ampliamente durante varias negociaciones con el ELN en la década de 2000. Los demás países son todos latinoamericanos: además de Cuba y Venezuela, están  Brasil, Chile y México. Aparte de Cuba, que es una isla, los demás son países grandes que actualmente tienen un gobierno de izquierdas (o más o menos de izquierdas) cercano al gobierno del presidente Gustavo Petro.

La otra lista se basa en un concepto bastante vago de país «acompañante». En ella figuran España, Suecia, Alemania, Estados Unidos y, por último, Suiza.

En este contexto, ¿qué puede aportar Suiza hoy, además de todo lo que ha hecho en el pasado?

En primer lugar, las numerosas reuniones entre el gobierno colombiano y el ELN que han tenido lugar en Suiza, así como las habidas en Colombia y Cuba con Suiza, representan un importante capital de buena voluntad. Los dos líderes actuales del ELN, Pablo Beltrán y Antonio García, han colaborado con Suiza en varias ocasiones.

Suiza también puede intervenir en caso de problemas graves. Por ejemplo, si se sospecha una ruptura de las negociaciones o si se teme que se pase por alto un punto muy importante.

Suiza ha desempeñado un papel importante en el proceso de paz de Colombia desde los años setenta.

En varias ocasiones, ha facilitado el diálogo entre el gobierno y la guerrilla.

En la actualidad, Suiza es responsable del seguimiento de la aplicación de los acuerdos de paz con las FARC, en particular en lo que respecta a la participación política y su evolución hasta la fecha, la justicia transicional y la protección de los activistas de derechos humanos.

Junto con Italia, Alemania, Países Bajos y Suecia, Suiza también participa en las negociaciones en curso entre el gobierno colombiano y el otro grupo guerrillero tradicional, el ELN.

¿La participación de Suiza en las negociaciones de paz en Colombia es un compromiso voluntario o es la situación la que ha empujado a Berna a adoptar esta postura?

El ELN sabe muy bien lo que hemos hecho y lo que podemos hacer de nuevo. El gobierno colombiano es muy consciente también de cuál ha sido nuestra actitud durante los últimos veinte años de cara a una paz negociada con el ELN. Esperemos que Suiza pueda actuar ahora como «garante» y no solo como «acompañante».

Según su experiencia, ¿qué factores deben darse para que las partes enfrentadas se distancien de la lógica de la escalada y adopten la lógica de la paz?

Se necesita una fuerte presión de la población urbana y rural, pero también el apoyo moral de figuras internacionales.

Cada vez se menciona más al Vaticano en relación con estas negociaciones. El papa Francisco puede desempeñar un papel importante. Está al tanto de todos los detalles. Su autoridad sobre la Conferencia Episcopal y sobre algunos cardenales muy implicados en los asuntos colombianos es fuerte. Y, por otra parte, la Iglesia católica sigue teniendo influencia en algunos cuadros tradicionales del ELN.

Políticos, intelectuales, artistas y periodistas colombianos han estado a menudo en contacto con cuadros del ELN y podrían contribuir a acelerar la conclusión de un alto el fuego bilateral y duradero.

En una reunión de negociación en Cuba algunos responsables del ELN sugirieron en comisión que un representante de Estados Unidos participara en algunas de las negociaciones. Pero el acta oficial de la reunión no menciona esa sugerencia.

Una declaración conjunta de aliento a los negociadores por parte de figuras como Francia Márquez y Kamala Harris podría ser una noticia excelente para el resto de las conversaciones. La vicepresidenta colombiana y su homóloga estadounidense gozan de gran prestigio en Colombia.

¿Hay otros motivos para el optimismo?

Régis Debray, muy buen conocedor de las guerrillas latinoamericanas, decía recientemente: «Al Che Guevara en Bolivia no le interesaba la topografía del lugar. Para nuestra generación, la revolución fue casi independiente de la geografía».

Afortunadamente, parece que los negociadores del gobierno y de la guerrilla ya no cometen el mismo error. Se han identificado ya varias áreas muy específicas que pueden ser objeto de decisiones que permitan una reducción rápida y considerable de la violencia.

Una de las lecciones que se desprenden de mi experiencia como «mediador de la paz» es la necesidad de acompañar cualquier acuerdo, por limitado que sea, de un mapa preciso aprobado formalmente por los negociadores, los combatientes y las autoridades locales.

No es una pérdida de tiempo. Es tan importante como las fotos rituales del éxito que tanto gustan a los negociadores.

Colombia ha padecido más de 50 años de sangrienta guerra civil entre rebeldes de izquierdas, paramilitares de derechas y fuerzas de seguridad gubernamentales. Más de 450 000 personas perdieron la vida, millones fueron desplazadas y muchos niños y niñas fueron secuestrados. Cerca de 80 000 colombianos se encuentran desaparecidos. En 2016 el gobierno alcanzó un acuerdo de paz con la guerrilla izquierdista de las FARC.

A pesar del acuerdo de paz con los rebeldes de las FARC, Colombia sigue siendo escenario habitual de violencia por motivos políticos.

Paralelamente al proceso de paz con las FARC, el gobierno colombiano ha reanudado las conversaciones de paz con el grupo guerrillero ELN.

 Adaptado del francés por José M. Wolff

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