«Lo máximo posible» en la crisis de Ucrania
La misión de Didier Burkhalter en la crisis de Ucrania es delicada: En su papel de ministro suizo de Asuntos Exteriores debe defender la neutralidad helvética y como presidente de la OSCE debe hablar claro a Vladimir Putin.
La Comisión de Política Exterior de la cámara baja considera que la labor de Burkhalter al frente la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) no pone en peligro la neutralidad suiza.
“La neutralidad es como nadar entre dos aguas, pero Didier Burkhalter hace bien su trabajo”, comenta Kathy Riklin, representante demócrata cristiana en la Comisión de Política Exterior en la cámara baja del Legislativo helvético. La OSCE quiere crear paz, y esto no se produce por sí solo, sino que se debe establecer a través de una posición clara, señala Riklin a swissinfo.ch.
Los elogios al ministro Burkhalter también surgen de boca del presidente de esa Comisión, el socialista Carlo Sommaruga: “La crisis en Ucrania y, sobre todo, en Crimea, se desarrolló de forma aguda y veloz. En vista de ello, Didier Burkhalter, junto con la misión de observación de la OSCE, hicieron lo máximo posible en esa situación”. Estos observadores tuvieron acceso a todos los sitios de Ucrania, con excepción de Crimea, que aprobó recientemente su anexión a Rusia.
La diputada liberal radical Christa Markwalder, también en este grupo parlamentario, reconoce la labor de su camarada de partido. “Solo he recibido buenas reacciones sobre la percepción de su doble función. Para Suiza también es una gran oportunidad subrayar su constructivo papel en la mediación de conflictos”.
Entre los amigos de Suiza
Y la tarea de Burkhalter se vuelve un tanto más delicada por el hecho de que Suiza ha intensificado sus relaciones con el Kremlin en los últimos años. Actualmente, Rusia figura entre los amigos políticos de Suiza.
Incluso los representantes de la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora) que abogan por una política de estricta neutralidad, como en tiempos de la Guerra Fría, reconocen el desempeño del ministro. “Como de Asuntos Exteriores ha desempeñado su trabajo de forma eficaz, porque es muy discreto”, indica Luzi Stamm.
Este el diputado de la UDC, que en principio se opone a que Suiza asuma funciones tales como la presidencia rotativa de la OSCE, señala pragmático sobre el caso actual: “Didier Burkhalter ocupa ese doble papel hasta el 31 de diciembre de este año. Debe hacerlo lo mejor que pueda. No es el momento de poner en cuestión esta función”.
El caso Maurer
Las declaraciones de Stamm resuenan como una crítica indirecta a las recientes declaraciones de su compañero de partido en el Ejecutivo helvético, Ueli Maurer.
El ministro de Defensa sugirió que la doble función de Didier Burkhalter, su compañero en el Gobierno, atentaba contra de la neutralidad suiza. “¿Somos un pequeño Estado neutral e independiente con el presidente federal Burkhalter a la cabeza? ¿O domina el presidente de la OSCE Burkhalter?, preguntó Maurer en una entrevista publicada la semana pasada en el semanario Die Weltwoche.
Al pronunciar esas palabras, Maurer cometió una transgresión pública grave el principio de colegialidad en el seno del Gobierno suizo. En la reunión del Consejo Federal del 26 de marzo pasado debió disculparse por ello.
Sin espacio al debate
Sean cuales fueren las intenciones de Maurer, sus declaraciones no generaron un debate sobre la neutralidad. “En la Comisión de Política Exterior no hubo discusión alguna; no hay necesidad de renegociar la neutralidad”, sostiene Carlo Sommaruga.
Para el diputado socialista al frente de la Comisión, la presidencia en la OSCE no representa peligro alguno para la neutralidad suiza, porque se trata de una organización democrática cuyas decisiones –tomadas por el principio de unanimidad- se basan en el diálogo y el consenso.
Christa Markwalder califica las declaraciones públicas de Maurer como “cálculo político partidista, una provocación deliberada y un retroceso a los tiempos de la Guerra Fría”, sin beneficio para nadie.
A su juicio, el mandato de la OSCE constituye una buena oportunidad: Suiza puede mejorar así su propia situación en materia de política exterior, afectada tras las votaciones del 9 de febrero pasado en las que la ciudadanía decidió poner freno a la inmigración. “Con el mandato de la OSCE, podemos demostrar que no somos un país egoísta, sino que estamos prestos a asumir una responsabilidad internacional”, afirma quien se declara abiertamente como partidaria de la adhesión de Suiza a la Unión Europea.
Carlo Sommaruga también ve una oportunidad en la presidencia de la OSCE. “Tras las misiones de promoción de paz en Nepal, en el Cuerno de África o en Georgia, Suiza puede probar de nuevo en Ucrania que dispone de gente muy preparada para tales misiones diplomáticas”. El socialista cita los ejemplos del enviado especial de la OSCE Tim Guidimann, del embajador ante la OSCE Thomas Greminger y el de Heidi Tagliavini, que condujo una mediación coronada de éxito entre Georgia y Rusia, a inicios de este milenio.
“La misión en esa organización es, sin duda, una buena oportunidad para marcar a escala internacional una señal”, dice convencida Kathy Riklin. “Pero tampoco debe sobreestimarse: la OSCE no tiene la importancia del G8, el G20 o la ONU”.
Berna no impone sanciones
El apoyo de la Comisión de Política Exterior no se manifiesta solo en el marco de la presidencia de la OSCE. En otras cuestiones espinosas, como la posición de Suiza ante las sanciones adoptadas por la UE y EEUU contra Rusia, los cuatro legisladores apoyan el enfoque gubernamental.
El miércoles pasado, el Consejo Federal decidió no imponer sanciones propias ni sumarse a las de la UE y EEUU. Pero el Ejecutivo quiere evitar a toda costa que Suiza sea utiliza para contornear las sanciones, como declaró Didier Burkhalter ante los medios. Por lo demás, si la situación futura en Ucrania lo exige, las autoridades helvéticas se reservan el derecho de adoptar sanciones ulteriores.
La Comisión de Política Exterior exigió al Ejecutivo que las eventuales medidas a tomar sean subordinadas a la mediación bajo la presidencia de la OSCE. “Esta solución permite al Consejo Federal marcar la misma distancia con todos los actores”, afirma Carlo Sommaruga.
Kathi Riklin habla de una suerte de “sanciones pasivas”, que considera “una solución inteligente, pragmática y diplomática”. El Consejo Federal envía así una señal clara a la UE y EEUU; “y no cierra la puerta a nuevas medidas, pues no se sabe cómo evolucionará la situación”.
Suiza debe ponderar los intereses entre las sanciones occidentales y su papel al frente de la OSCE, indica, por su parte, Christa Markwalder. “Resulta sensato que el Consejo Federal deje claro que Suiza no puede ser usada para pasar por alto las sanciones; y, al mismo tiempo, refuerce el papel de Suiza como mediadora para alcanzar una solución pacífica”.
Luzi Stamm se muestra, en cambio, crítico: “El apoyo a las sanciones de la UE es un importante detalle internacional, que no puede ser eludido, porque forma parte de la naturaleza absurda del espacio Schengen”.
Pero para Didier Burkhalter la doble presidencia, de Suiza y de la OSCE, no resulta ser el único desafío en el marco de sus acercamientos con el Kremlin. Este año le toca también responder a la invitación oficial de Rusia a participar en las celebraciones en abril próximo en Moscú con motivo de los 200 años de relaciones bilaterales.
Los medios suizos han mostrado diversas opiniones sobre cómo Suiza debe actuar ante la crisis ucraniana. Algunos titulares de días pasados:
“Atorada entre el derecho internacional y la presidencia de la OSCE”, indica el diario grisón Bündner Tagblatt.
“Neutral de un modo inteligente”, señala el bernés Der Bund, sobre la posición gubernamental.
«El gran nado entre dos aguas de Burkhalter», titula el rotativo zuriqués Tages-Anzeiger. Pese al comportamiento ilícito de Rusia de cara al derecho internacional, Suiza rechaza claramente sanciones y busca, primeramente, en su calidad de país que preside actualmente la OSCE contribuir a mediar en el conflicto, indica el diario.
En cambio, de «sutil”, califica el diario de Argovia Aargauer Zeitung el «verbalismo federal“, que demuestra hasta qué punto puede reducirse el margen de maniobra en temas internacionales.
El medio del sureste DieSüdostschweiz, con sede en Coira, la capital grisona, alaba “el sentido del inteligente realismo de Burkhalter; mientras que el diario ginebrino Le Temps recuerda que “Berna prefiere las medidas a las sanciones”.
«Berna sanciona a Moscú indirectamente“, las palabras en el Nouvelliste, del Valais.
Traducción del alemán: Patricia Islas
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