El Banco Nacional Suizo (BNS) defiende a capa y espada el tipo de cambio mínimo del franco. Su lucha para evitar la deflación –en la que considera el tipo de cambio un arma fundamental– se ha complicado con la caída del euro que siguió a la flexibilización de la política monetaria por parte del Banco Central Europeo. Ahora el BNS libra otra batalla: una propuesta le obligaría casi a triplicar sus reservas en oro.
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Delphine Strauss, con la colaboración de James Shotter, Financial Times
A finales de noviembre, los ciudadanos suizos votarán una iniciativa que pide solicita al banco central a asegurar que al menos el 20% de sus activos estén conformados por oro. De prosperar, Suiza tendrá que repatriar todo el metal dorado que tiene almacenado en el extranjero y frenará las futuras ventas del mismo.
La propuesta ‘Salvad el oro de Suiza’ presentada por la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora) busca aprovechar la corriente de opinión pública que se siente profundamente orgullosa de la autonomía de Suiza y e inquieta por las dificultades económicas que atraviesan los vecinos. Pero la iniciativa ha recibido críticas de todo el espectro político.
El año pasado, el Gobierno la rechazó con el argumento de que “el oro no tiene ninguna relevancia para la política monetaria” del país. También una amplia mayoría del Parlamento votó en contra de la iniciativa.
El banco central considera que, además de anacrónicas, estas medidas constituyen un riesgo inmediato para Suiza. Desde septiembre de 2011 -cuando el BNS se comprometió a comprar todas las divisas necesarias para frenar la apreciación del franco por encima de 1,20 francos por euro-, la tenencia de activos extranjeros del BNS ha crecido de forma espectacular; de los 204.000 millones de francos en 2010 ha pasado a 470.000 millones en agosto pasado. Y aun cuando ha enfrentado dificultades para manejar este rápido crecimiento, el BNS considera que el tipo de cambio mínimo (1,20 francos/euro) sigue siendo el “instrumento maestro para evitar un indeseable fortalecimiento de las condiciones monetarias”.
Por ello, de ser aprobada, la iniciativa para incrementar la posesión de oro sería un gran golpe para la política del BNS.
Jean-Pierre Danthine, vicepresidente del BNS, afirmó hace unos días que obligar al atesorar el 20% de sus activos en oro “podría limitar seriamente la autonomía en materia de política monetaria”. Añadió también que, de haber existido esta cuota cuando el BNS impuso un tipo de cambio mínimo, el banco central habría acumulado cantidades impresionantes de oro y de euros, “lo que muy seguramente habría generado dudas en los mercados cambiarios extranjeros sobre nuestra capacidad para mantener la tasa (de cambio mínima anunciada)”.
Es poco habitual que el BNS exprese su posición en un debate político. Por ello, la reciente declaración de Danthine evidencia cuán sensibles son los responsables de la política monetaria a factores que puedan poner en riesgo su credibilidad en el manejo del franco suizo.
El gobernador del banco central, Thomas Jordan, recordó en septiembre que desde 2012 el BNS no ha tenido que intervenir en el mercado para mantener el tipo de cambio mínimo. Aunque actualmente el franco se cotiza a 1,20 por euro, la moneda suiza se ve sometida cada vez más a presiones debido a su fortaleza y a los riesgos globales que se renuevan. De ahí que crezca la especulación sobre la posibilidad de que el BNS anuncie –como lo hizo el BCE– tasas de interés negativas para mantener su divisa bajo control.
Otro tema que preocupa al banco central es la el margen de maniobra que tendría para administrar las reservas. Según afirmó Danthine, prohibir las ventas de oro podría implicar que el metal precioso se convierta en el activo más importante y significativo en las arcas del BNS. Esto le obligaría a comprar oro cada vez que su hoja de balance creciera y a vender euros cada vez que ésta disminuyera.
Atesorar tanto oro puede significar no generar ningún tipo de interés o dividendos para el BNS, en detrimento de las finanzas cantonales, destacó Danthine, entre otros aspectos de la iniciativa que considera absurdos. Por ejemplo, la necesidad de repatriar las reservas de oro que actualmente se encuentran resguardadas en Reino Unido y Canadá -países desde los cuales, llegado el caso, se puede vender fácilmente este metal- o el estipular que las reservas destinadas a usarse en caso de emergencia no pueden ser vendidas en ningún momento.
Aún no está claro si esta propuesta tiene posibilidades reales de convertirse en ley. Sin embargo, el crecimiento natural de la población y el poder de la comunicación de masas facilitaron bastante la recolecta de las 100.000 firmas necesarias para someter la iniciativa al voto popular. Hasta ahora, solo 10 de las 66 iniciativas votadas de 2000 a la fecha han sido aprobadas. El primer sondeo sobre intención se da a conocer el 24 de octubre, aunque las encuestas en votaciones previas han sido poco fiables.
No obstante, el referéndum para la independencia de Escocia celebrado el mes pasado fue un recordatorio de cuán rápido un riesgo político puede afectar a los mercados monetarios. Según analistas de Nomura, los especuladores podrían poner a prueba el tipo de cambio mínimo en Suiza, si las encuestas de las próximas semanas predicen el apoyo de la población a la iniciativa.
Derek Halpenny, estratega del Bank of Tokyo Mitsubishi, considera que esta votación merece ser seguida con gran atención. Si se le concede suficiente tiempo, el BNS podría quizás conseguir el doble objetivo de aumentar sus reservas en oro hasta el nivel que exige la iniciativa y mantener su tasa de cambio mínima. Pero Halpenny advierte también que esto generaría inevitables efectos colaterales a los mercados de divisas, ya que muy probablemente tendrían que venderse euros para obtener dólares para la adquisición de oro.
Otros analistas, menos optimistas aún, consideran que de alcanzarse el criterio de un 20% de reservas de oro –lo que exigiría una venta masiva de reservas en divisas extranjeras–, el BNS ya no estaría en condiciones de mantener el tipo de cambio mínimo.
Finalmente, Halpenny destaca otro de los riesgos que no pueden obviarse: “Atesorar más reservas de oro reforzaría el estatus del franco suizo como valor refugio… Además, la imposición de una cuota (de oro) podría ser interpretada como una limitación de las capacidades de la autoridad monetaria para devaluar el franco con el fin de elevar la inflación”.
Copyright The Financial Times Limited 2014
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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¿Hay que salvar el oro de los suizos?
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Con una iniciativa popular, la derecha conservadora quiere obligar al banco central a atesorar al menos el 20% de sus activos en oro y evitar que venda más reservas del metal precioso. Para los detractores, la propuesta restringe la libertad de maniobra del banco emisor en detrimento de toda la economía.
‘Salvad el oro de Suiza': No es la trama de una película, sino el título de la iniciativa que votan los suizos el próximo 30 de noviembre. ¿Pero salvarlo de quién? ¿Del crimen organizado o de grupos terroristas? No, responden sus promotores, de los directivos del Banco Nacional Suizo (BNS) que entre 2000 y 2008 vendieron más de la mitad de las reservas nacionales de oro.
Las ventas se produjeron tras la caída del precio del oro en los años 1990. El metal amarillo no daba indicios de recuperación ni siquiera durante las crisis internacionales y parecía haber perdido su función de valor refugio. Varios países decidieron entonces separar una parte de las reservas de oro para invertir y rentabilizar los activos de los bancos centrales, o para aliviar las arcas públicas. Así ocurrió en Suiza, donde el BNS atesoraba entonces 2.590 toneladas de oro, las quintas mayores reservas en el mundo.
Entre 2000 y 2005, el banco central vendió un primera fracción de 1.300 toneladas de oro y destinó dos tercios de los ingresos obtenidos a los cantones y un tercio al Estado. Entre 2007 y 2008 colocó en el mercado otras 250 toneladas y utilizó las ganancias para apuntalar las reservas monetarias del BNS.
Patrimonio nacional
Un grave error, según el diputado de la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora), Luzi Stamm, promotor de la iniciativa junto con otros compañeros de partido. “Durante la reciente crisis económica y financiera ha quedado demostrado una vez más que el oro es mucho más resistente que las divisas internacionales, como el euro y el dólar. La historia nos enseña que las monedas pueden perder valor en poco tiempo o incluso desaparecer. El oro, en cambio, es un activo físico que conservará su valor incluso dentro de dos o tres siglos”.
Iniciativa sobre el oro
La iniciativa ‘Salvad el oro de Suiza’ (Iniciativa sobre el oro), que lanzaron tres representantes de la Unión Democrática del Centro –los diputados Luzi Stamm y Lukas Reimann y el exdiputado Ulrich Schlüer–, fue entregada a la Cancillería federal en 2013.
De aprobarse el 30 de noviembre, el Banco Nacional Suizo (BNS) no podrá vender sus reservas de oro. De aquí a cinco años, el banco central tendrá que atesorar una cantidad de oro que corresponda como mínimo al 20% de sus activos. Además, la totalidad del metal precioso deberá conservarse en suelo helvético.
Hoy, las reservas del BNS rondan los 500.000 millones de francos. En caso de aprobarse la iniciativa, el banco emisor deberá disponer de reservas por un valor mínimo de 100.000 millones de francos. Teniendo en cuenta las reservas actuales, el BNS tendría que comprar oro por 65.000 millones de francos.
“Por si fuera poco, el BNS vendió 1.300 toneladas de oro en el peor momento, cuando el precio era tres veces inferior al registrado en los últimos años. Esto demuestra que los directivos del BNS pueden cometer grandes errores”, agrega Luzi Stamm. Según el diputado, “las reservas de oro constituyen un patrimonio nacional que han acumulado durante décadas generaciones de suizos. No se pueden liquidar sin escuchar lo que opina la población”.
Con la iniciativa que depositaron en 2013, los tres representantes de la UDC quieren imponer tres nuevas reglas al BNS. En el futuro, el banco emisor suizo no podrá vender ni un solo lingote de las reservas nacionales. Es más, tendrá que adquirir grandes cantidades de oro en los próximos años: pues la iniciativa exige que las reservas correspondan al menos al 20% de los activos del BNS (actualmente 6-7%). Todo el metal amarillo deberá conservarse en Suiza – desde hace mucho tiempo el 20% se encuentra en Inglaterra y el 10% en Canadá.
Reservas suficientes
El Gobierno no respalda la iniciativa y recomienda a la población que la rechace. Según la ministra de Finanzas, Eveline Widmer-Schlumpf, con 1.040 toneladas de oro, el BNS dispone aún de reservas suficientes, unas de las mayores en el mundo. A su juicio, los defensores de la iniciativa sobrevaluan la importancia del metal precioso, un valor volátil y arriesgado que perdió casi un 30% de su valor solamente en el año 2013 y que no genera ningún interés.
La iniciativa limita, según el Ejecutivo, la independencia y la capacidad operativa del BNS, cuya misión es decretar una política monetaria en el interés general del país. El banco central dispone de varios instrumentos para garantizar, sobre todo, la estabilidad de los precios, favorecer la evolución coyuntural y preservar la confianza en el franco suizo. El oro, en cambio, no desempeña un papel prioritario en la estabilidad monetaria desde hace mucho tiempo.
Si se viera obligado a no vender el 20% de las reservas de oro, el BNS carecería de margen de maniobra para intervenir en los mercados. Tampoco podría adoptar las medidas que decretó en 2011 para frenar una excesiva apreciación del franco frente al euro, ni preservar la competitividad de las exportaciones helvéticas. El Gobierno defiende, además, la decisión del BNS de depositar el 30% de las reservas de oro en el extranjero. Gracias a esta diversificación geográfica, el banco central dispondrá, en tiempos de crisis, de una parte de las reservas en otros lugares y podrá venderlas en otros mercados.
Reservas de oro
En 1999, el Parlamento suspendió la convertibilidad del franco en oro, por lo que cesó la obligación del banco central de disponer de reservas de oro equivalentes a los billetes en circulación.
Entre 2000 y 2008, el Banco Nacional Suizo (BNS) vendió 1.300 toneladas de oro por un precio medio de 15.604 francos el kilo y 250 toneladas a 27.000 francos/kg.
En 2012, el precio del kilo de oro se disparó hasta alcanzar los 53.700 francos. A partir de 2013, la cotización del metal cayó hasta los 22.900 francos. Actualmente, el kilo oscila entre los 36.000 y 38.000 francos.
Desde 2008, el BNS atesora 1.040 toneladas de oro, es decir, la séptimas mayores reservas después de Estados Unidos, Alemania, Italia, Francia, China y Rusia. El banco central suizo no tiene previstas nuevas ventas.
Presiones del extranjero
La iniciativa también fue rechazada por una amplia mayoría legislativa. En la cámara alta no obtuvo ni un solo voto a favor. Muchos parlamentarios criticaron, sobre todo, la obligación de no poder vender el 20% de las reservas: en la práctica, el BNS podría disponer solo del 80% de sus activos.
“La iniciativa es paradójica. Por un lado, sus promotores consideran el oro como un valor refugio, una garantía de seguridad en caso de crisis. Por otro, quieren prohibir las ventas de las reservas de oro. Esto significa que el metal no se podría utilizar ni siquiera en caso de crisis y, por tanto, carecería de utilidad”, declara Dominique de Buman.
Para el diputado demócrata cristiano, “en la práctica, el BNS estaría obligado a acumular reservas de oro enormes, pero intocables, que no harían sino disminuir su rendimiento global y, por tanto, también los beneficios que el banco central paga regularmente al Estado y a los cantones”.
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