“Muchos problemas del franquismo, bajo la alfombra”
Ochenta años después de la victoria del bando nacional en la Guerra Civil española (1936-1939) y cuarenta años después de la transición de la dictadura a la democracia siguen sin resolverse muchas cuestiones del franquismo. El historiador suizo Peter Huber critica a la derecha por oponerse a la recuperación de la memoria: “Prefiere guardar silencio sobre la época autoritaria para no tener que remover un pasado incómodo".
swissinfo: El 1 de abril de 1939 se formalizó la derrota de la Segunda República española. ¿Cómo fue esa república?
Peter Huber: La República fue proclamada en 1931. El rey [Alfonso XIII] tuvo que abdicar y exiliarse en Italia. El antiguo sistema político se había derrumbado. Mucha gente pensaba que una España moderna y progresista se estaba abriendo camino, que iba a reducir distancias con el resto de Europa. Sin embargo, ya en sus inicios hubo fuerzas que querían volver hacia atrás y que trataban de impedir las reformas que acabarían por quebrar el poder de las viejas élites. Entonces, la Iglesia, el ejército y la aristocracia latifundista tenían mucho poder y no tenían ningún interés en que la población pudiera reclamar derechos que existían en otros países.
swissinfo: ¿Por qué fue derrotada la República?
P. H.: A partir del golpe de Estado de julio de 1936, la República vivió un largo período de agonía. Su inferioridad militar fue clara desde el principio. Ya a finales de 1936 y a pesar de la resistencia heroica de Madrid, los gobernantes se dieron cuenta de que no tenían la capacidad militar necesaria para resistir el ataque, puesto que [el general] Franco contaba con el apoyo del Eje Roma-Berlín y la pasividad de las potencias democráticas Francia y Gran Bretaña.
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Suiza y una Guerra Civil que aún divide a los españoles
swissinfo: ¿Por qué se alzaron los nacionalistas contra la República?
P. H.: Los nacionalistas lucharon por una España católica y contra las reformas impulsadas por la República, que incluían más autonomía para Cataluña y el País Vasco. La derecha, que contaba con un fuerte apoyo entre militares y aristócratas, veía en estos cambios el peligro de una deriva hacia el marxismo y el bolchevismo, así como una amenaza para la unidad nacional.
swissinfo: ¿Cuáles fueron los momentos clave de la Guerra Civil?
P. H.: Al principio, el Gobierno republicano y los voluntarios extranjeros que dieron su apoyo a la República asediada, pensaban que en pocos meses los golpistas iban a ceder. Pero con el paso del tiempo se dieron cuenta de que su inferioridad militar era demasiado grande. El golpe militar se fue convirtiendo poco a poco en una guerra civil. Las pocas ofensivas que la República llevó a cabo fracasaron. Así sucedió en la batalla de Brunete en el verano de 1937 y en la ofensiva del valle del Ebro en el verano de 1938. En este último esfuerzo, las tropas republicanas recuperaron territorio, pero ante el avance del enemigo tuvieron que replegarse. A partir de ese momento, la derrota estaba prácticamente decidida.
swissinfo: Con la derrota republicana se instituyó el Estado franquista. ¿Qué pasó después?
P. H.: La victoria del bando nacional en abril de 1939 supuso el comienzo de un largo período de represión. Algunos observadores pensaban que Franco iba a favorecer la reconciliación y la unidad nacional. Pero lo que pasó fue justo lo contrario. Para Franco, la victoria marcó el comienzo de un ajuste de cuentas. Cerca de un millón de personas fueron detenidas y trasladadas a los campos de concentración. En el monasterio de San Pedro de Cardeña, en la provincia de Burgos, se estableció, por ejemplo, un campo de trabajos forzados, donde se producían ejecuciones a diario. Además, el bando vencedor realizó detenciones y fusilamientos selectivos en todo el territorio nacional.
La guerra mundial dio a Franco la protección necesaria para continuar con su campaña de venganza
swissinfo: ¿Practicó el régimen una política revanchista?
P. H.: Sí, muy revanchista. Franco pudo permitirse esta dureza, pues la situación general en Europa jugaba a su favor. En septiembre de 1939, cinco meses después del final de la contienda, se desató la Segunda Guerra Mundial con la invasión alemana en Polonia. Varsovia fue destruida con las mismas bombas incendiarias que Hitler había ensayado en la Operación Cóndor durante el bombardeo de Guernica en abril de 1937. En este sentido, la Guerra de España solo fue el preludio de la guerra mundial. Y esta dio a Franco la protección necesaria para continuar con su campaña de venganza.
swissinfo: ¿Cómo describiría la ideología franquista?
P. H.: El régimen de Franco reunía distintas corrientes nacionalistas y ultraderechistas. No se trataba de un fascismo clásico mussoliniano ni de un nacionalsocialismo de corte hitleriano. Franco se servía de los idearios que en un momento dado le parecían más convenientes para España. Así incorporó, por ejemplo, elementos de la Falange Española, pero sin que esta se hiciera demasiado poderosa. También tomó elementos del monarquismo, pero sin por ello favorecer el restablecimiento de la monarquía. En este sentido, fue un pragmático, no un ideólogo. Tuvo mucha habilidad a la hora de adaptarse a los tiempos. De manera que, cuando en 1945 todos pensaban que su régimen iba a caer, pudo mantenerse en el poder tres décadas más.
Durante la Guerra Civil las élites económicas y políticas de la Confederación tendían a simpatizar con el bando sublevado
swissinfo: ¿Cómo fueron las relaciones de Suiza con España?
P. H.: Durante la Guerra Civil las élites económicas y políticas de la Confederación tendían a simpatizar con el bando sublevado. Las fuerzas políticas dominantes veían en la República un nido de inseguridad e inestabilidad. La Segunda República había creado un ambiente general de excitación en España. Favorecía el laicismo y hacía retroceder a la Iglesia Católica. Pero entonces dominaban fuerzas católico-tradicionalistas en el Gobierno suizo, y también los liberales se encontraban bajo la influencia de esa corriente nacional-conservadora. Por eso veían en Franco el garante de la estabilidad y del orden.
swissinfo: ¿Qué nos puede decir acerca de los combatientes suizos?
P. H.: Unos 800 voluntarios suizos fueron a España para defender la República con el arma en la mano. Si nos detenemos en las razones, se percibe generalmente en todos un móvil antifascista. En muchos casos, sin embargo, esa motivación política de fondo se unía a una experiencia trágica en Suiza. Muchos se encontraban en el paro y habían perdido la esperanza en un cambio político. Por eso, al levantarse esos aires de renovación en España, decidieron salir al rescate de la República cuando su continuación corría peligro. Primero se trataba de un movimiento espontáneo. Más tarde se sumó el Partido Comunista suizo para organizar los traslados a España.
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Testimonios de los brigadistas suizos
swissinfo: ¿Qué pasó luego con los voluntarios?
«Muchos brigadistas tenían la idea de emigrar a España, ganar la guerra y construir una nueva sociedad solidaria y justa»
P. H.: Un porcentaje bastante alto en torno al 20% murió en los combates. En su mayoría se trataba de voluntarios altamente motivados que se integraron en las tropas de élite de las Brigadas Internacionales. Más tarde, sin embargo, muchos fueron víctimas de una triple tragedia. En primer lugar, presenciaron el aislamiento de la República, que se encontraba entre la espada y la pared. En segundo lugar, vivieron su primera guerra, viéndose obligados a ejercitarse en la disciplina militar, cuando se habían formado en una tradición antimilitarista. Y la tercera tragedia llegó cuando se desvanecieron sus esperanzas en una rápida victoria. Muchos brigadistas tenían la idea de emigrar a España, ganar la guerra y construir una nueva sociedad solidaria y justa. Al ver frustradas sus ilusiones, una minoría importante decidió desertar y regresar a Suiza.
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Suiza fue el último país en rehabilitar a sus brigadistas
swissinfo: ¿Qué sucedió después de la derrota republicana?
P. H.: En la primavera de 1939 se produjo el gran éxodo de medio millón de personas al sur de Francia. Los refugiados fueron trasladados a campos de internamiento. Muchos de los internados, sobre todo los hombres, consiguieron salir al ingresar en la legión extranjera. Otros fueron deportados a los campos de concentración nazis, sobre todo a Mathausen, en Austria. Y un tercer grupo de refugiados se unió a la Resistencia francesa, incorporándose al maquis. Fue un hecho sintomático que la vanguardia de las tropas aliadas que liberaron París en 1944 estaba formada por una columna de excombatientes republicanos. Otro grupo de refugiados encontró asilo en México, prácticamente el único país que ofreció una acogida generosa a los exiliados, cuando Europa, y en particular Suiza, cerraron mayoritariamente sus fronteras.
swissinfo: La dictadura duró casi cuarenta años. ¿Qué pasó después?
P. H.: Después de la muerte de Franco en 1975, la oposición republicana hizo un pacto con la derecha posfranquista. Juntos elaboraron la Constitución de 1978, que a día de hoy muchos siguen considerando un santuario. Generalmente, se cree que la Constitución despejó el camino hacia la democracia, y se olvida con frecuencia que fue el resultado de un compromiso con el que los posfranquistas ganaron mucho, sin que la izquierda pudiera decir lo mismo. Es cierto que se introdujeron derechos democráticos. Pero al mismo tiempo se instauró en la jefatura del Estado al rey Juan Carlos I, una sucesión que había establecido el propio Franco. Al principio, la izquierda no estaba de acuerdo con que se restableciera la monarquía. En 1977 entró en vigor la Ley de Amnistía que dio a los dirigentes del anterior régimen, a oficiales de la policía e incluso a torturadores, la cobertura legal necesaria para que no pudiesen ser demandados por sus crímenes. Con lo cual, muchos problemas del franquismo se barrieron y dejaron bajo la alfombra.
swissinfo: ¿Hay una causalidad entre esos compromisos de la Transición y la retirada tardía de la simbología franquista?
P. H.: Entre 1977 y 2007, los españoles aceptaron mayoritariamente esos compromisos. Pero ahora hay una nueva generación que no se conforma con esto. La Ley de Memoria Histórica de 2007 puso en marcha un proceso que ha tenido efectos positivos, si pensamos, por ejemplo, en la retirada de las insignias del franquismo o en la prohibición de manifestaciones políticas en la tumba de Franco. La ley también prometió ayudas estatales para la localización de las fosas comunes, que luego, sin embargo, no se desembolsaron. En virtud de esa ley también se otorgó la ciudadanía española a los exbrigadistas. Pero a pesar de todo ello, sigue vigente la Ley de Amnistía, que impide enjuiciar los crímenes contra la humanidad cometidos durante el franquismo. Con lo cual, los policías torturadores franquistas siguen impunes.
swissinfo: ¿Qué le parece la iniciativa de exhumar a Franco del Valle de los Caídos?
P. H.: La cuestión del traslado de los restos de Franco ha vuelto a patentizar las viejas diferencias entre la izquierda y la derecha en España. La derecha recrimina a la izquierda que pretenda reabrir viejas heridas en lugar de mirar hacia adelante. La derecha siempre ha luchado y sigue luchando contra la recuperación de la memoria porque prefiere no remover un pasado incómodo.
Peter Huber Enlace externoes profesor de Historia Suiza y Contemporánea en la Universidad de Basilea. Sus principales líneas de investigación versan sobre la historia de los movimientos obreros y sindicales.
Ha publicado numerosos estudios sobre la historia contemporánea de España (Guerra Civil y dictadura franquista) y de la Unión Soviética.
Es autor, junto con Ralph Hug, de una biografía colectiva sobre los brigadistas suizos. El diccionario biográfico Los voluntarios suizos en la Guerra Civil española Enlace externo(editorial Silente, 2010) se ha convertido en un manual estándar para los historiadores especializados.
Actualmente, está ultimando una obra sobre la historia de los combatientes suizos en la Resistencia francesa.
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