«Negociar con el diablo»: Lo que se necesita para ser mediador de paz
Mediar por la paz es por necesidad una tarea discreta. Y es que quienes median —sobre todo las ONG— no hablan mucho de lo que ocurre entre bastidores ni de los dilemas morales a los que a veces tienen que enfrentarse. Son una parte importante de la diplomacia suiza y en la consecución de la paz en Ucrania desempeñarán su papel.
“Cuando estamos ante un conflicto, inmediatamente tendemos a deshumanizar a la otra parte”, es lo que explica Pierre Hazan —asesor principal del Centro para el Diálogo Humanitario (Centre for Humanitarian Dialogue o HD Centre), con sede en Ginebra— cuando se le pregunta por Negociar con el diablo, el título del libroEnlace externo que publicó en septiembre. “Y muy a menudo estamos hablando de personas que cometieron crímenes de guerra. Así que la pregunta es ¿quieres básicamente limitar el alcance de la inseguridad regional e internacional?, ¿quieres estabilizar la situación, ayudar a encontrar algún tipo de solución? Tienes que negociar y no lo haces con los buenos”.
Estas personas tienen sus propios intereses y puede que no se tomen en serio la paz, afirma. Puede que quieran manipularte.
Dilemas éticos
También existen otros dilemas morales, según su experiencia. En Siria, por ejemplo, si se ayuda a negociar la evacuación segura de civiles para evitarles daños, se puede estar contribuyendo a los objetivos de limpieza étnica de las partes enfrentadas. Si el encargo es seleccionar a un tercio de los prisioneros para liberarlos de un terrible campo de las milicias croatas en Bosnia, ¿cómo elegirlos?
Pierre Hazan formó parte de un equipo humanitario al que en 1993 le tocó hacer eso cerca de Mostar (Bosnia-Herzegovina). Y describe las terribles condiciones, la pérdida de peso de los prisioneros y la certeza de que quienes quedaban atrás podían morir, así como el cínico planteamiento del oficial del campo, que solo quería liberar a quienes “no tenían valor” (es decir, sin familiares en Alemania, Austria o Suiza que pudieran pagar un rescate). No se llegó a ningún acuerdo y, de repente, el oficial se negó a liberarlos. Así que los autobuses que habían ido a recoger a las personas detenidas que presuntamente iban a ser liberadas se volvieron de vacío.
Para Hazan esta cuestión supuso un punto de inflexión moral. “En esos pocos días me di cuenta de cómo esta responsabilidad ética, que trata de ajustar los medios al objetivo, puede ser una carga pesada, con todas las consecuencias potencialmente fatales que pueden derivarse”, escribe.
La definición de mediación para la paz es vasta. “Básicamente [mediar] es cuando un tercero interviene para aportar algún tipo de solución al conflicto, o para mitigar las consecuencias que un conflicto tiene en la población”, dice Hazan. Noruega y Cuba —por ejemplo— en 2016 ayudaron a negociar el acuerdo de paz entre el Gobierno y los rebeldes de las FARC en Colombia. En la República Centroafricana, durante la pandemia, el HD Centre ayudó a negociar para que la población civil en regiones controladas por grupos armados pudiera ser vacunada.
Específicamente suizo
Simon Mason, que dirige el equipo de apoyo a la mediación en el Centro de Estudios de SeguridadEnlace externo de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ), afirma que la mediación para la paz es una suerte de especialidad suiza, aunque la promoción de la paz también es parte de la política exterior en otros países, como Noruega y Finlandia. Y señala que Suiza incluye en su ConstituciónEnlace externo el objetivo de contribuir a “la coexistencia pacífica de los pueblos y a la conservación de los recursos naturales” (artículo 54). Hay diferentes razones para ello —prosigue— incluida su tradición humanitaria (vinculada al Comité Internacional de la Cruz Roja) y como “parte del reparto de la carga global, donde Suiza es débil en el mantenimiento de la paz militar, por lo que hace más en la promoción civil de la paz”.
Entre las ONG suizas que trabajan en la mediación por la paz figuran el HD Centre e Interpeace —ambas con sede en Ginebra—, al igual que el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que en las zonas en conflicto también dialoga con todas las partes, negociando el acceso para aliviar el sufrimiento de la población civil. Geneva Call —que trabaja con grupos armados para promover el respeto de las normas y principios humanitarios— no es un mediador en el sentido estricto pero, como explicó a SWI en una entrevista de 2020 su director, Alain Délétroz, los grupos armados a veces acaban por aceptar sentarse a la mesa de negociaciones y “cuando se llega a esa fase, Geneva Call tiene el deber de humildemente apartarse del camino y ponerlos en contacto con la diplomacia oficial o con otros socios como el HD Centre, que tiene la capacidad y la profesionalidad para establecer un calendario de negociaciones políticas”.
Cuando se le pide una visión general de los mediadores de conflicto suizos, Mason cuenta que depende de si se sigue una definición amplia u otra restringida. Si se incluye el apoyo a la mediación y la promoción de la paz, también hay organizaciones más centradas en la investigación, como CSS y swisspeaceEnlace externo (CSS también ofrece formación para mediadores, y swisspeace, por ejemplo, prestó apoyo en Ginebra a una iniciativa de paz de la sociedad civil siria). El Centro de Políticas de Seguridad de GinebraEnlace externo (GCSP, por sus siglas en inglés) proporciona un espacio para el diálogo sobre cuestiones relacionadas con la consolidación de la paz, mientras que la fundación Peacenexus y el Cordoba Peace InstituteEnlace externo prestan apoyo a las capacidades de consolidación de la paz en diversas partes del mundo. La mayoría tienen su sede en Ginebra, pero CSS está en Zúrich y swisspeace, en Basilea.
Hay distintas especializaciones y áreas de interés, que Govinda Clayton —investigador principal en procesos de paz que también trabaja en CSS—denomina “ecosistema”.
Interpeace, por ejemplo, pretende adaptarse a los contextos locales e “invertir en el largo plazo y en el proceso de acompañamiento, intentando averiguar cómo vamos a conseguir que las sociedades o las personas de nuevo empiecen a vivir juntas”, dice Renée Larivière, la directora general de Programas de Interpeace. Larivière pone como ejemplo un programa de Interpeace en Kenia, donde su organización ha estado trabajando junto a la Comisión Nacional de Cohesión e Integración en el seguimiento de un acuerdo de alto el fuego en la región del Triángulo de Mandera, fronteriza con Etiopía y Somalia. En esta región hay toda una larga historia de conflictos violentos entre clanes y comunidades diferentes. Aunque, gracias a la creación de comités locales de supervisión del alto el fuego y de mediadores locales, la paz se ha mantenido y las relaciones entre clanes han mejorado, según indica Larivière.
Las ONG pueden desempeñar un papel de un modo u otro en todas las fases de un proceso de paz.
“Las ONG son rápidas y flexibles, pero a menudo carecen de la influencia o la legitimidad democrática necesarias para llevar a cabo una labor de mediación sostenida en conflictos políticos difíciles”, señala un informe de 2011 de CSS Mapping MediatorsEnlace externo (Mapa de mediadores) del que Mason es coautor. “Su ventaja clave parece estar en la fase previa a la negociación, o en el apoyo a las negociaciones y la implementación”.
Mediación para la paz en Ucrania
En estos momentos el mayor conflicto en la mente de cualquiera es Ucrania, y todavía no hay señales de que ni Moscú ni Kiev estén dispuestas a sentarse a la mesa de negociaciones. Quienes se encargan de mediar, sin embargo, llevan tiempo trabajando entre bastidores para intentar paliar las consecuencias humanitarias. Turquía y Arabia Saudí facilitaron un canje de prisioneros en el que participaron ciudadanos extranjeros. El HD Centre, al parecer, desempeñó su papel en el acuerdo sobre los cereales del Mar NegroEnlace externo, permitiendo que entregas de cereales ucranianos llegaran a países necesitados, especialmente en África.
Clayton de CSS es coautor de un informe reciente sobre por qué las partes en conflicto dejan de lucharEnlace externo. Se basa en un análisis de más de 2 000 acuerdos de alto el fuego desde 1989 hasta 2020 en todo el mundo. Se centra en los conflictos internos, predominantes durante este periodo, pero Clayton cree que también podría tener algunas indicaciones para la guerra entre Ucrania y Rusia.
Según dice, una de las conclusiones principales de esta investigación es que los alto el fuego intrínsecamente son acuerdos políticos, lo que significa que los acuerdos para poner fin a la violencia dependen de los avances en las negociaciones de las cuestiones principales. También descubrió que cuando las partes no eran capaces de acordar un alto el fuego en las primeras fases de un conflicto, lamentablemente, solían tardar años en llegar a un acuerdo.
En Ucrania —según Larivière, de Interpeace— ya existía una red de mediadores locales formados incluso antes de que el 24 de febrero de este año comenzara la guerra, y han estado trabajando sobre todo en facilitar la integración en las comunidades de las personas desplazadas internas, incluidas las de habla rusa.
“El trabajo que están haciendo a nivel local es vital para garantizar que haya un tejido social fuerte, cohesión social y resiliencia de las comunidades, porque a menudo lo que hemos visto es que después de que cesa la guerra, si el terreno no está preparado o si el terreno no tiene una red de personas que puedan ayudar a mediar, habrá nuevos brotes”, explica Larivière a SWI.
Aunque la paz en Ucrania se ve muy lejana, parece que entre bastidores ya se están haciendo algunos esfuerzos para preparar el terreno.
Adaptado del inglés por Lupe Calvo
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