Suiza busca respuestas a China
China va camino de convertirse en la primera potencia mundial. Y esto tiene consecuencias para un país pequeño y amigo como Suiza. ¿Cómo afrontar esta nueva situación? En Suiza aumentan las voces que critican la posición demasiado conciliadora de Berna. A nivel de política interior, económica y política exterior.
La diputada Barbara Gysi está preocupada. La pasada primavera, sus compañeros en el Parlamento no quisieron firmar su postuladoEnlace externo [intervención parlamentaria por escrito]. No lo hicieron miedo. “Temían una llamada de la embajada de China en Berna o no querían perder las simpatías de Pekín”, relata la política socialista. Y esto le da que pensar, pues se trata de una intervención parlamentaria absolutamente inofensiva.
En el postulado Gysi exige que se evalúe el diálogo en materia de derechos humanos que Suiza sostiene con China desde 1991 “en un marco confidencial”. La diputada pide que el Gobierno analice y publique un informe sobre los efectos que tiene este diálogo.
En junio pasado tuvo lugar la 16ª sesión de diálogo. Estas conversaciones constituyen, según los comunicadosEnlace externo de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores, “un intercambio abierto y crítico de puntos de vista sobre cuestiones de derechos humanos tanto nacionales como internacionales”.
El acuerdo de libre comercio con China entró en vigor en 2004. Suiza lo ratificó, a pesar de que no contiene normas sobre la protección de los derechos humanos. No hay garantías de que los bienes realizados, por ejemplo, bajo trabajo forzado lleguen al mercado suizo en condiciones favorables. Todos los demás acuerdos de libre comercio que Suiza ha suscrito recientemente destacan la importancia de los derechos humanos y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU.
(Fuente: humanrights.chEnlace externo)
Pero estas rondas de diálogo están en tela de juicio. Las oenegés exigen desde hace tiempo más información sobre el contenido de esas conversaciones. Por parte oficial se suele citar, por ejemplo, las críticas sobre la falta de normas de derechos humanos en el acuerdo de libre comercio que Suiza y China firmaron en 2013.
¿La embajada de China ejerce presión para intentar influir en los parlamentarios suizos? “En algunos casos”, reconoce Christa Markwalder. La diputada liberal lo vivió en carne propia hace ocho años. En aquel entonces era presidenta de la Comisión de Política Exterior de la cámara baja y estaba previsto debatir una simple interpelación. “Se me pidió por teléfono que no agendara la intervención. Y mi respuesta fue explicar nuestro sistema democrático, que no funciona como en China”.
Pekín no atiende a razones cuando se aborda el tema del Tíbet. Así consta en el informe Seguridad 2016Enlace externo de los servicios de inteligencia suizos que dedica un apartado “al apogeo de China y su ascenso como potencia global”. Suiza nota la “actitud segura y desafiante” de China, sobre todo, en relación con la comunidad tibetana exiliada en el país, dice el documento.
“China no tolera ya de manera alguna las recepciones oficiales del Dalái Lama y suele castigarlas con distintas medidas de forma retroactiva”, agrega.
En septiembre, el Dalái Lama visitó Suiza por decimoquinta vez Suiza con motivo del 50º aniversario del Instituto Tibetano en Rikon (cantón Zúrich). Es el único monasterio fuera de Asia fundado por orden de un líder espiritual de los tibetanos. El Gobierno suizo no ha vuelto a recibir oficialmente al Dalái Lama desde 2005, cosa que la comunidad tibetana critica. El gobierno dice que no quiere azuzar la polémica.
China frente al Estado de Derecho suizo
De la influencia de China en Suiza no se percatan solo los políticos. En una reciente petición, la Asociación para los Pueblos AmenazadosEnlace externo (APA) y las organizaciones tibetanas incitan al Gobierno y al Parlamento a proteger mejor los derechos de los tibetanos en Suiza.
La pasada primavera las oenegés publicaron un estudioEnlace externo sobre las repercusiones que tiene del acuerdo de libre comercio sobre la comunidad tibetana. Conclusión: desde entonces la comunidad tibetana en Suiza siente cada vez más y de forma más directa la “actitud de poderío de China”.
Ocurrió, por ejemplo, en otoño de 2014 en Basilea, durante la celebración de la Fiesta de la Luna. Durante un discurso de inauguración de la entonces embajadora china, un puñado de miembros de la Fundación Jóvenes Tibetanos en Europa intentaron protestar contra la ocupación del Tíbet. Pero las fuerzas del orden chinas les arrancan los carteles de las manos e inmovilizaron a una mujer en el suelo.
Según una de las organizadoras de la acción, citada en el informe de APA, solo pretendían manifestarse en silencio. Se trataba de “enviar una clara señal y nuestro mensaje de que aquí se celebra la cultura china, mientras que se está arrasando sistemáticamente con la cultura tibetana”.
A Angela Mattli, de APA, no le cabe la menor duda: “Esta es una clara violación de la libertad de expresión y una injerencia diplomática que no se puede tolerar en un Estado de derecho como Suiza”. El informe cita también casos de restricción de la libertad de movimiento y del derecho a la privacidad.
Creciente influencia en la economía suiza
China también influye en la economía helvética. Más de 80 empresas están en manos chinas. Hasta la fecha la potencia asiática ha invertido 46 000 millones de francos en Suiza. Uno de los ejemplos más sorprendentes fue la adquisición de Syngenta por valor de 44 000 millones de francos. El fabricante suizo de semillas pasó a manos del consorcio estatal ChemChina en 2016.
La creciente influencia del Estado chino en la vida económica helvética suscita cada vez más críticas en los círculos políticos. A diferencia de otros países como Alemania o Estados Unidos, en Suiza no existe el derecho de veto para impedir una transacción de infraestructuras de gran valor estratégico, como por ejemplo, el suministro eléctrico. Aunque en el Parlamento ha habido varios intentos para introducirlo.
Los políticos tampoco ven con buenos ojos que, debido a las trabas administrativas, a las empresas suizas les resulte muy difícil establecerse en China. Una de las críticas es que el régimen de Pekín cierra el mercado nacional a los empresarios extranjeros, mientras Suiza abre las puertas de par en par a los inversores chinos.
En el informe Seguridad 2016, el servicio de inteligencia helvético señala: “A través de la adquisición de empresas y de cada vez más hoteles suizos, China intenta hacerse con los conocimientos ansiados y apropiarse de las marcas suizas y su buena reputación. Pero la colaboración con China no se basa en el principio de la reciprocidad”.
Bancos chinos
Gong Weiyun es el director de una filial del Banco de Construcción de China (CCB) en Zúrich. En una entrevista concedida en 2015 al portal de noticias Peng Pai, poco después de que el CCB abriera una sucursal en Zúrich, dijo que ningún otro banco se había establecido tan rápidamente en Zúrich como el CCB. “La velocidad china causó sensación en Suiza”. También dijo que el acuerdo de libre comercio con Suiza era “una gran oportunidad” para China. “La importancia de Suiza para nosotros es obvia: nos sirve de puente”. Desde la conclusión del acuerdo son cada vez más las empresas y gobiernos locales chinos que invierten –o adquieren– en compañías suizas. Para que estas pymes chinas y suizas puedan trabajar juntas es muy importante “impulsar el desarrollo del mercado ‘offshore’ del renminbi desde Suiza”.
Lo que está en juego no son solo las empresas y los hoteles suizos, sino también la plaza financiera helvética: Paolo BernasconiEnlace externo ha adquirido notoriedad, entre otros temas, en la lucha contra el blanqueo de capitales. El exfiscal del Tesino pone el foco en los bancos chinos que se han establecido en Ginebra y Zúrich. Según el magistrado, Suiza resulta especialmente interesante porque es uno de los pocos países occidentales que no es miembro de la Unión Europea (UE) ni de la OTAN y tampoco tiene que someterse a la política del presidente estadounidense Donald Trump.
“Pekín necesita a Suiza como centro para sus bancos. Desde aquí pueden gestionar los negocios de China con Europa en la divisa china”, sostiene Bernasconi y se pregunta: ¿Cómo pretende Suiza controlar “al mayor dinosaurio del mundo”?
Los bancos chinos son propiedad del Estado, por lo que sus responsables son personas políticamente expuestas (PEP). Vigilar y enjuiciar a estas personas, por ejemplo, en caso de sospechas de blanqueo de capitales, depende en gran medida de la cooperación con el país de origen. Por eso, Bernasconi ve aquí que se avecinan problemas para Suiza.
Ruta de la Seda de China e inversiones suizas
Y no hay que olvidar la política exterior. Hay voces en el Parlamento que temen que Suiza pueda adaptar su agenda a los intereses de China, sobre todo con vistas al proyecto político-económico «One Belt, One Road» (conocido en español como la Nueva Ruta de la Seda) por valor de casi un billón de francos, del que las empresas helvéticas también quieren llevarse un trozo del pastel.
Carlo Sommaruga es político y abogado. Representa, entre otros a Nawab Mir Brahamdagh Khan Bugti. El líder político que lucha por la independencia de Bluchistán llegó en 2010 como refugiado político y solicita asilo a Suiza. Hasta ahora en vano.
El diputado socialista Carlo Sommaruga, miembro de la Comisión de Política Exterior, lo formula así: Si Suiza quiere que sus empresas puedan participar en el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, “el Gobierno tiene que tachar de la agenda el tema de los derechos humanos y de la democracia en estos países”.
Sommaruga cita como ejemplo a Pakistán. “Me hago la pregunta retórica de si China puede llegar a presionar al Consejo Federal para evitar que Suiza acoja a solicitantes de asilo de Beluchistán”, dice. El diputado no entiende por qué Suiza debería ceder a las presiones por parte de Pakistán. “Creo que se debe a la intervención de China”.
Adaptación del alemán: Belén Couceiro
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