OMC: decepción ante la exención de patentes de la vacuna COVID-19
La Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) finalizó el viernes 17 de junio con un inesperado y abultado paquete de seis acuerdos comerciales. Estos acuerdos no son del agrado de todo el mundo.
Catalogado como todo un éxito, el acuerdo de la OMC para la exención parcial de la patente de las vacunas contra la COVID-19 está suscitando críticas tanto de la industria, que argumenta que va demasiado lejos, como de las ONG, para las que resulta insuficiente.
“La decisión es un flaco favor a la comunidad científica que no escatima esfuerzos y socava las asociaciones de fabricación en todos los continentes. El mayor factor individual que afecta a la escasez de vacunas no es la propiedad intelectual, sino el comercio”, dijo en un comunicado de prensa tras la sesión el director general de la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas con sede en Ginebra (IFPMA, por sus siglas en inglés), Thomas Cueni.
Uno de los temas más importantes de la Conferencia Ministerial de la OMC, que —tras cinco días de estancamiento— se clausuró el viernes 17 de junio en Ginebra fue la renuncia al acuerdo sobre los ADPIC de la OMC, que es el acuerdo multilateral más completo sobre propiedad intelectual.
El acuerdoEnlace externo permitirá conceder durante los próximos 5 años a los países en desarrollo licencias obligatorias de la vacuna contra la COVID-19. Esto significa que dichos países podrán producir vacunas genéricas a menor coste, pero deberán compensar económicamente a las empresas fabricantes.
La directora de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, ha criticado duramente la acumulación de vacunas por parte de los países occidentales ricos que ha calificado como “moralmente inaceptable”.
Tendayi Achiume, relatora especial de la ONU sobre las formas contemporáneas de racismo, por su parte, ha declarado que la desigualdad de trato y acceso a las vacunas COVID-19 es una forma de “segregación por vacunas”.
La propuesta de la OMC ha contado con la oposición de Reino Unido y Suiza, países que albergan poderosas industrias farmacéuticas. El viernes 17 se aprobó un acuerdo final —como parte de un pacto global— ya que las negociaciones se prolongaron más allá del plazo original fijado para el 15 de junio.
También criticaron el acuerdo de última hora otras organizaciones europeas de la industria farmacéutica.
La Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas (EFPIA) se mostró “profundamente decepcionada”, mientras que Business Europe [organización patronal europea] expresó su “pesar”.
Para la directora general de la EFPIA, Nathalie Moll, “No es nuestra capacidad de fabricar dosis lo que obstaculiza la equidad de las vacunas, sino la capacidad y la infraestructura para llevar a cabo programas de vacunación en todo el mundo”.
“Los dos últimos años han puesto de manifiesto que la única respuesta eficaz a las pandemias se apoya en la investigación, el desarrollo y la innovación. Esa capacidad de respuesta se basa en tener un marco sólido de propiedad intelectual”.
No es suficiente
No obstante, frente a las expectativas de países como India y Sudáfrica que habían abogado por una exención para todas las vacunas, tratamientos y diagnósticos relacionados con la COVID, la propuesta se queda corta. La pandemia afectó gravemente a ambos países donde cientos de miles de personas fallecieron a causa del virus.
“La dificultad de esta negociación demuestra que en estos momentos nos enfrentamos a un problema básico. Por un lado, tenemos la necesidad de facilitar el acceso a las vacunas, diagnósticos y medicamentos a todo el mundo a un precio asequible; y, por otro lado, la industria farmacéutica, apoyándose masivamente en la investigación fundamental financiada con fondos públicos, está desarrollando y produciendo nuevos y revolucionarios medicamentos. Debería superarse la voluntad de la industria biomédica —incluso en caso de emergencia sanitaria mundial— de mantener el monopolio de la producción. Dudo que para ello este acuerdo sea suficiente”, manifestó a SWI swissinfo.ch la expresidenta suiza Ruth Dreifuss.
La sociedad civil también ha expresado su preocupación por la falta de ambición del actual acuerdo, que no aborda el tratamiento de las enfermedades relacionadas con la COVID-19.
El presidente internacional de Médicos Sin Fronteras (MSF), Christos Christou dijo: “Estamos decepcionados con el inadecuado resultado sobre la renuncia a la propiedad intelectual de las herramientas médicas para la COVID-19, que ha sido el resultado de más de 20 meses de deliberaciones”. Algunos representantes de la sociedad civil, entre ellos de MSF y de la Alianza Popular para las Vacunas, protestaron ante el edificio de la OMC el pasado miércoles día 15.
Los Estados miembros tienen ahora un plazo de seis meses para revisar la decisión de la OMC, que podría ampliarse para incluir todos los tratamientos para la COVID-19.
“Una solución no ideal para todo el mundo”
Durante una rueda de prensa previa al acuerdo, el ministro suizo de Economía, Guy Parmelin, declaró que “podríamos llegar a una solución que no sería ideal para nadie. Y, sin embargo, sería una solución”.
Parmelin argumentó que para la vacunación la distribución de las vacunas es un obstáculo mayor que el suministro. Más de 20 000 millones de dosis se han producido hasta ahora.
Traducido del inglés por Lupe Calvo
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