Philippe Lazzarini: «El combustible es ahora sinónimo de vida en Gaza»
El director de la UNRWA, Philippe Lazzarini, ha dado la voz de alarma por la falta de combustible en Gaza, que se utiliza para producir agua y hacer funcionar los hospitales. La agencia humanitaria corre el riesgo de suspender su ayuda a la Franja. Entrevista.
El director de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), el suizo Philippe Lazzarini, estuvo recientemente en Ginebra para denunciar las mortíferas consecuencias del asedio impuesto por Israel a la Franja de Gaza.
El personal humanitario de su organización ha sufrido grandes pérdidas. Lazzarini cree que no hay ningún lugar seguro en el enclave palestino. SWI swissinfo le entrevistó el pasado viernes, 17 de noviembre.
swissinfo.ch: Usted dijo el lunes [13 de noviembre] que si no se entregaba combustible, UNRWA cesaría sus operaciones humanitarias en Gaza en 48 horas. ¿Cuál es la situación hoy?
Philippe Lazzarini: Nos hemos quedado sin combustible para producir agua potable. Dos grandes plantas potabilizadoras y desalinizadoras han tenido que cerrar, privando de agua bebible a cerca del 70% de la población del sur de Gaza. El jueves por la mañana, el municipio de Rafah [sur de Gaza] nos informó de que los generadores de sus bombas de tratamiento de aguas residuales ya no funcionaban.
Como consecuencia, el agua está empezando a verterse a la calle. Hace dos días dimos la voz de alarma anunciando el cese de algunos servicios, y eso es lo que está ocurriendo. Sabemos que la falta de acceso al agua potable y al alcantarillado es un caldo de cultivo para las epidemias.
Tenemos que actuar ya. Hoy en día, el combustible es sinónimo de vida; permite que se produzca agua, que funcionen los hospitales y que se haga pan en las panaderías. Cuanto más esperemos, más se convertirá el asedio de Gaza en la principal causa de muerte en la Franja.
En términos prácticos, el viernes ya no habrá suficiente combustible para sus operaciones…
Puede que el viernes aún tengamos medios, pero no el sábado, para descargar los camiones en la terminal de Rafah [N. del T.: paso fronterizo entre Egipto y Gaza por el que entra la ayuda]. Sin embargo, no voy a poder enviar los camiones desde nuestros almacenes de mercancías a las distintas escuelas donde tenemos refugios.
Por el momento, el combustible recibido [de Israel] sólo nos permite realizar tareas de mantenimiento entre la llegada de los convoyes del lado egipcio a la terminal de Rafah y nuestros almacenes.
UNRWA es la principal organización humanitaria en Gaza. ??¿Cómo ha vivido su equipo sobre el terreno las últimas semanas?
Tenemos 13.000 empleados palestinos en la Franja de Gaza. Están completamente conmocionados. Sus vidas han cambiado completamente de la noche a la mañana. Hoy, los gazatíes ven cada vez menos su futuro en Gaza.
En quince años, han vivido seis guerras. Pero esta es realmente la más destructiva. Hoy, cualquier gazatí que pueda permitírselo o que encuentre la manera de abandonar la Franja de Gaza, en mi opinión, no duda en hacerlo.
También escasea el combustible para las telecomunicaciones. ¿Puede seguir comunicándose con sus equipos?
Sí, porque nuestros responsables en Gaza tienen teléfonos por satélite y, por tanto, están conectados a otra red. Pero ya no pueden comunicarse con sus equipos sobre el terreno, lo que dificulta enormemente nuestras operaciones, por no decir que las hace imposibles. Porque sin coordinar los movimientos, sin poder «apaciguar el conflicto», es decir, notificar a las autoridades militares israelíes sobre el terreno, los movimientos de nuestros equipos se vuelven extremadamente peligrosos.
103 trabajadores humanitarios de la UNRWA han sido asesinados desde el 7 de octubre. Una cifra sin precedentes para la ONU. ¿Sigue siendo seguro trabajar en Gaza?
No hay seguridad en Gaza. No hay ningún lugar seguro. Es el único lugar del mundo donde las personas que huyen de la guerra no pueden cruzar fronteras, no tienen adónde ir. Hasta ahora, acudían a las instalaciones de la ONU y de la UNRWA. Pero hoy, nuestra capacidad de acogida está completamente saturada.
E incluso nuestras instalaciones han sido objeto de disparos y misiles. Más de 60 de ellas han resultado dañadas, más de 60 personas han muerto y cientos han resultado heridas. Así que ni siquiera las instalaciones de la ONU son el refugio seguro que la gente pensaba que eran.
800.000 personas acuden a las escuelas de la UNRWA. ¿Son capaces de cubrir sus necesidades?
No. La ayuda humanitaria está llegando a cuentagotas a la Franja de Gaza. La mayoría de la gente se ha marchado en el último momento, lo ha dejado todo atrás y ha llegado sin nada. Ya no hay mercado local, ni productos básicos.
Hay una gran concentración de personas en el sur de la franja, que está el doble de superpoblada que antes. Las condiciones sanitarias son espantosas. Imagínense 800 personas para un solo retrete. Hay que esperar tres horas para poder ir, y no hay agua.
Hoy intentamos cubrir lo básico: el agua. Da miedo ver a un niño mendigando gotas de agua. Es como si, en menos de 24 horas, les hubiéramos despojado de cualquier derecho a un mínimo de dignidad.
El miércoles [15 de noviembre], el Consejo de Seguridad adoptó una resolución que pide pausas y corredores humanitarios. Tras el fracaso de varias resoluciones, es una buena noticia.
Habríamos preferido una resolución desde el principio. No obstante, es bienvenida porque exige repetidas pausas humanitarias, que esperamos sean cada vez más largas para allanar el camino a un auténtico alto el fuego.
También pide que la ayuda humanitaria sea proporcional a las necesidades identificadas, y que se preste de forma ininterrumpida e incondicional. En este punto, las organizaciones humanitarias han sido escuchadas.
La cuestión ahora es cómo garantizar su aplicación. Los próximos días nos dirán si el tan esperado combustible puede entrar en Gaza.
En abril, usted informó a swissinfo.ch que «el creciente desfase entre las expectativas y los recursos podría llevar a la implosión de la UNRWA». Ahora las expectativas son aún mayores, al igual que las necesidades. ¿Dispone de recursos para hacer frente a esta crisis?
No, no tenemos recursos suficientes. Pero todo el mundo espera que UNRWA desempeñe un papel importante; hoy, en esta crisis humanitaria sin precedentes en Gaza, pero quizás también mañana en otros lugares si el conflicto se desborda, cosa que no esperamos. UNRWA también juega un papel crucial en Cisjordania, Jerusalén Este, Líbano, Jordania y Siria.
También hay muchas expectativas de que, cuando esto acabe un día, UNRWA sea la agencia más indiciada para responder desde el primer día a ciertas necesidades críticas de servicios públicos como la educación o la atención primaria.
Así que tenemos que ser coherentes. En mi opinión, es de interés colectivo tener UNRWA previsible. Y para lograrlo, su financiación debe estar garantizada.
Llevas tres años al frente de UNRWA. Tiene mucha experiencia en la región. Esta es sin duda la peor crisis a la que se ha enfrentado…
Es muy difícil porque las emociones están a flor de piel. Y como las emociones están a flor de piel, nadie es capaz de escuchar al otro. Y esa es una de las razones por las que he recordado a todos los líderes que han venido a la región, que han venido a vernos, que se está abriendo una grieta entre esta parte del mundo y Occidente. Es importante que hagamos balance de la magnitud de este abismo.
Y es hora de demostrar que la empatía por el dolor no tiene jerarquías. Debe expresarse de la misma manera, ya sea por una familia de rehenes en Israel o por civiles palestinos que han perdido a sus familias o a sus hijos.
En mi opinión, en cuanto empecemos a tener dos niveles de empatía, estaremos abriendo también el camino a un derecho humanitario de dos niveles, a dos niveles de víctimas y a una división que se hará absolutamente insoportable.
Texto adaptado del francés por Carla Wolff
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